- La calle se expresa contra la injusticia mientras los candidatos del gobierno siguen de campaña.
- Cada vez más manifestaciones populares son registradas semanalmente; los reclamos no encuentran quien los atienda.
- Doble vara: los actos proselitistas oficiales movilizan militantes por las calles pero no reciben contravenciones.
Sube la temperatura del termómetro social y "la paz" se derrite en las calles
Los principales candidatos a diputado nacional del oficialismo sostienen como bandera la tranquilidad recuperada, a pesar de las reiteradas y multitudinarias protestas que semanalmente copan las calles capitalinas. Hambre, bajos salarios, desempleo, precarización laboral, justicia selectiva ¿Cuál es la percepción del gobierno sobre el humor de los jujeños?
Es bien sabido que el calor extremo puede afectar la percepción, causar mareos, náuseas o dolores musculares, pero cuando la realidad golpea la puerta de Casa de Gobierno o en su defecto Ministerio de Desarrollo Humano con tanta insistencia, no existe condición meteorológica capaz de justificar los síntomas del hartazgo social.
Las protestas ganan terreno entre las calles de San Salvador ya no como células aisladas, el pésimo humor social para el último trimestre del año es coincidente, unifica disconformidades, elimina diferencias entre organizaciones sociales, sindicales, trabajadores autoconvocados y vecinos de a pie. Solo la necedad de un gobierno autocrático podría considerarlo un fenómeno aislado, la olla a presión no se puso sobre la hornalla de la primavera, meses de negligencia desembocaron el 04/11 en una posible previa de un paro general.
Pero aún con la manzana sitiada la campaña electoral avanza sin importar pronósticos ni manifestaciones populares. Los mensajes de Gustavo Bouhid, Natalia Sarapura, incluso del propio gobernador quien se muestra encantando con acaparar los flashes son inequívocos: ellos defienden un proyecto político aún si está basado en una paz de cartón; cambiar la matriz productiva ha sido el primer y último objetivo aún si descuidan muchas otras áreas en el camino.
Presa de los antecedentes, sin tapujos para exponer la doble vara, el ministro de Salud sube una crónica ante cada intervención proselitista a través de las redes sociales. La entrada del 26/10 describe una realidad que las calles de Jujuy evidentemente desconocen (o eligen ignorar):
“Sin estas fuerzas políticas unidas no podría haber paz, hemos cerrado la grieta, sin el cambio de la matriz productiva no podría haber trabajo; ahora somos una Provincia que no tiene techo y que está en los ojos del país y el mundo”.
El cambio de matriz productiva, citando como ejemplos Cauchari y CANNAVA, ha generado a la fecha una modesta cantidad de puestos de trabajo. Incluso la productividad de las empresas estatales continúa por debajo de las expectativas iniciales. Miles de jujeños reclaman diariamente acciones políticas contundentes para reemplazar los planes sociales con trabajo real y como única respuesta concreta solo recibieron la paupérrima bolsa de trabajo.
Si de cerrar la grieta ideológica/política se trata, los acuerdos entre oficialismo y parte de la oposición han logrado ese objetivo. A su vez marginan toda fuerza minoritaria que se oponga, reduciéndola a su mínima expresión a través de los más diversos e inescrupulosos mecanismos. Los organismos de control están administrados por militantes, la elección de jueces está desvirtuada, la policía provincial obedece y castiga pero solamente a quienes no comulgan…
Mientras los referentes de organizaciones sociales acumulan una biblioteca de contravenciones por alterar la paz, causar disturbios u obstruir la circulación, la candidata a diputada nacional en segundo término Natalia Sarapura logró “movilizar” jujeños por centenares bajo la misma metodología utilizada en una protesta convencional, pero sin recibir la visita de uniformados ansiosos por castigar.
“…estamos recibiendo en cada rincón, para nosotros reforzar los últimos días para llegar a cada uno de los jujeños en cada barrio, en cada localidad, en cada pueblo, para transmitir este mensaje de defender la dignidad, la libertad. Este el proyecto de la paz, del progreso y el crecimiento…”.
La curiosa selección de palabras de la funcionaria expone su falta de empatía. Negarle recursos sistemáticamente a los trabajadores de la economía popular, por ende a los asistentes a merenderos y comedores no parece una actitud digna. El único “progreso” en esa materia fue el incremento de la partida per cápita de $6,95 a $14 luego de años de atraso. Cifra todavía insuficiente para garantizar la buena alimentación de los niños.
Si de libertad de expresión se trata, la ministra evidentemente goza de ese derecho como ocurrió por su recorrido del distrito sur. Pero otros jujeños que han querido expresarse con mensajes totalmente válidos como Mónica Cunchilla (amedrentada por colocar carteles pidiendo justicia por el femicidio de su hija), Humberto Martiarena (vecino de Lozano multado por quejarse de la corrupción) o el doctor Gaspar (suspendido por exponer las necesidades del Hospital Paterson) no han podido lograrlo.
Evidentemente en Jujuy se manifiestan dos realidades, niveles de privilegio distintos según la casta, una grieta ciudadana que el oficialismo prefiere ocultar de los grandes medios nacionales a quienes manda elocuentes partes de prensa con futuros fines presidencialistas.