Las arcas provinciales están al límite de su capacidad, advertidas por el nuevo gobierno nacional que ya no habrá transferencias extraordinarias, tampoco hay certeza sobre el futuro de los ingresos coparticipables, sobre los que Jujuy tiene sobre dependencia. Javier Milei rechaza los presupuestos deficitarios, nuestra provincia como tantas otras propone un saldo negativo cercano a los $1.300.000.000 a contramano de los objetivos de saneamiento fiscal del primer mandatario argentino.
Embed - Presupuesto 2024: Sadir dijo que el déficit de la provincia ronda los $1.000 millones
Desde la opinión pública se ha cuestionado permanentemente las declaraciones superavitarias sobre las que se ufanaba el ex gobernador Morales en los medios porteños. Aunque en la teoría nunca fueron una falacia: Jujuy lleva tres años seguidos percibiendo más dinero del que finalmente gasta, con crecimientos exponenciales tanto en los mencionados recursos coparticipables como en la recaudación interna (impuesto inmobiliario, ingresos brutos, automotor, tasas de servicios públicos provinciales, etc).
Está comprobado que tal equilibrio solo pudo ser alcanzado deprimiendo los salarios de los trabajadores de la administración pública frente a la inflación, al tiempo que el aparato recaudador sostenía o hasta mejoraba su rendimiento, tal como exponen los gráficos mensuales de Rentas provinciales.
El pago de salarios ha sido (y será) la mayor erogación que realiza el Estado anualmente; sobre el presupuesto 2023 calculado originalmente en $403 mil millones hubo un 62% (en teoría) afectado a los haberes de los empleados públicos. La edición 2024 duplicará el total presupuestado y basado en las declaraciones del propio Carlos Sadir, tendrá al menos 72%, es decir $630.000.000.000 a tal fin.
Contrario a lo que pregonaba en 2015, Gerardo Morales avaló el incremento de personal más de 20%, convirtiendo a Jujuy en una de las provincias con mayor cantidad de asalariados desempeñándose en el sector público. Aunque el recurso humano total es desconocido, entre los informes de DIPEC y declaraciones de funcionarios locales, se estima que hay cuando menos de 93.000 trabajadores en actividad, aproximadamente 30% más que en 2013. Por el contrario, el Sistema Integrado Provincial Argentino (SIPA) informó en septiembre de este año, una caída del empelo privado interanual de -2,2% equivalente a 61.700 empleados, una proporción de 2 cada 3 personas económicamente activas desempeñándose en el ámbito público, sin contemplar a los trabajadores informales o contemplados en el Registro Nacional de la Economía Popular (RENATEP).
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Gerardo Morales contribuyó al super dimensionamiento del Estado para luego proceder con un plan sistemático de precarización. Hasta diciembre de 2022 la pérdida de poder adquisitivo alcanzaba el 120%, es decir la retracción del salario frente a la inflación alcanzaba ese número tras cerrar paritarias anuales por debajo del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Información provista por la Intergremial jujeña estima que al terminar 2023, sin contar aguinaldo o bono navideño, el desfase superaría el 50%, teniendo en cuenta que hasta la remuneración de noviembre se calculó 27% de pérdida, teniendo en cuenta los 12,8 puntos inflacionarios frente al aumento salarial impuesto de 10% y anticipando según predicciones de muchas consultoras económicas que diciembre cerrará con 30% de inflación.
Una vez contenida la mayor erogación, la balanza fiscal se equilibra y permite honrar los compromisos financieros, como ser el pago de deuda extranjera, especialmente del préstamo otorgado por el Eximbank chino en 2017 por U$$331.500.000. Entre sus últimas declaraciones públicas, Carlos Sadir reconoció que ha iniciado el pago de capital (hasta el momento se habían saldado intereses). Si bien es la deuda que más apremia saldar, la composición total incluye créditos para la adquisición de cámaras de vigilancia ZTE por U$S25 millones, crédito educativo para la construcción de escuelas por U$S307 millones, para la compra de recursos de la empresa estatal GIRSU por U$S42 millones, entre otros.
Según la Dirección Nacional de Asuntos Provinciales, el Stock de Deuda alcanzó a fines del año pasado llegó a $144.025.114.000 compuesto por deudas con el gobierno nacional, entidades bancarias, organismos internacionales, Fondos Fiduciarios locales y gran parte en emisión de títulos, como es el caso del bono verde lanzado en la bolsa de valores norteamericana obteniendo U$S210 millones en un hecho histórico para la provincia. Aunque debido a la imposibilidad de afrontar los pagos, en 2021 debió restructurar la deuda alcanzado un nuevo acuerdo con los acreedores.
Como se ha perjurado desde el gobierno, la fuente principal de financiamiento para sostener el proyecto de cambio de matriz productiva viene de la rentabilidad que otorga la planta fotovoltaica de Cauchari, por la venta de energía al sistema interconectado administrado por CAMMESA cuya facturación bruta comprendía originalmente U$$60 millones anuales. Pero como se ha demostrado tanto por fuentes oficiales como análisis de terceros, las utilidades son menores, esencialmente por la capacidad de producción de energía eléctrica, menor a las proyecciones originales.
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El esquema dispuesto por el gobierno para cubrir el gasto en la construcción, refacción y equipamiento de establecimientos educativos, así como las puesta en marca del tren turístico solar de la Quebrada dependen de las ganancias de los tres parques solares, una situación sin correlato, ya que Cauchari no ha terminado de pagarse y no factura lo suficiente para ser autosustentable económicamente, como ya fue expuesto, debiendo dilatar el pago de compromisos de deuda con los bonistas extranjeros.
He aquí la pregunta original ¿Cómo hará Sadir para seguir sosteniendo las cuentas públicas? ¿Repetirá la receta de Morales sobre ajuste salarial para disimular los desajustes de la costosa matriz productiva? Por lo pronto el ex ministro de Hacienda ha decidido congelar el personal, reducir la ayuda a los municipios y suspender la obra pública, una réplica en miniatura de la teoría administrativa del presidente; un sinceramiento cruelmente necesario para dejar de ocultar bajo la alfombra la bola de nieve deficitaria que su predecesor intentó ocultar en vano.
