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La hipocresía institucional de Carlos Sadir

La declaración del gobernador Carlos Sadir en su reunión con el presidente Javier Milei, asegurando que su provincia acompañará "todo aquello que le sirva al país", suena a un compromiso cívico admirable, ¿verdad? Pero la verdad es que esa frase, ese guiño al pacto nacional, se desmorona estrepitosamente al confrontarla con lo que sucede en "su casa", en la provincia de Jujuy, lo que genera una profunda incoherencia política y una hipocresía institucional que no podemos ignorar.

No se puede reclamar transparencia y respeto federal en la Casa Rosada mientras se incumple el mismo espíritu en la Casa de Gobierno de San Salvador. la primera y más urgente tarea del gobernador no es sumarse a una agenda nacional, sino poner orden puertas adentro: debe empezar por rendir cuentas de manera creíble, frenar la corrupción que sigue siendo un rumor a voces y, fundamentalmente, dejar de pisotear la división de poderes y la voz de la gente.

El ejemplo más escandaloso de esta desconexión es la crisis del agua en el gran Jujuy; mientras miles de familias sufren cortes crónicos y beben agua de dudosa calidad debido a la infraestructura obsoleta y la ineficiencia de la empresa estatal, un ministro del propio gobierno se permite el lujo de decir que los afectados "mienten" sobre la gravedad de la situación. Esa actitud no solo es un desprecio a la ciudadanía, sino una tapadera a la inacción y a la falta de inversión.

¿Y si hablamos de federalismo? El gobernador Sadir, uno de los que exige a la nación el reparto justo de los fondos, es el mismo que sigue dilatando la sanción de una ley de coparticipación provincial moderna, manteniendo a los municipios jujeños bajo un estricto control financiero y político, negándoles la autonomía y los recursos que les corresponden, un régimen que perpetúa la dependencia y socava el federalismo interno.

El acompañamiento al país debe medirse por el servicio y la eficiencia que se le da al ciudadano jujeño. Hasta que no se sancione ley de coparticipación moderna, rendición de cuentas honesta, el discurso de Sadir sobre el servicio a la patria no es más que una cortina de humo que busca legitimidad en Buenos Aires para disimular la ineficiencia y la falta de voluntad política en Jujuy.

El panorama es claro y, francamente, preocupante. Cuando el gobernador Carlos Sadir se reúne con el presidente Milei, hablan de acompañamiento, de austeridad y de sanear el país, pero la verdad es que en Jujuy, esa narrativa choca de frente con la gestión diaria. La situación pinta de cuerpo entero una distancia abismal entre el ejecutivo provincial y el clamor de su gente. No solo hablamos de un problema de servicio público, sino de un desafío ético y político cuando la respuesta oficial es la negación y el ataque.

El ministro de Infraestructura, Carlos Stanic, al calificar de "mentirosos" a los vecinos de Yala, Los Nogales y otros sectores que denuncian haber pasado dos meses sin agua, no solo comete una falta de respeto imperdonable, sino que utiliza la táctica más vieja y dañina de la política: desacreditar al mensajero para evadir la responsabilidad.

¿Cómo es posible que un funcionario público, cuyo trabajo es garantizar servicios esenciales, en lugar de pedir disculpas, enviar camiones cisterna y poner en marcha un plan de emergencia, opte por el insulto? esto es ataque a la dignidad de quienes, además de sufrir la escasez, pagan sus impuestos.

Lo grave de todo este caso es el contraste con el anuncio reciente de un plan hídrico con una inversión provincial de 10 mil millones de pesos; esa es la paradoja más cruel. Se anuncia con bombos y platillos una inversión millonaria a futuro, pero ante la emergencia actual y el sufrimiento real de los ciudadanos, miran para otro lado, minimizan la gravedad del problema y atacan a quienes lo denuncian.

La gente no miente: la gente no tiene agua. La infraestructura colapsada, las roturas frecuentes de acueductos y la inacción de la empresa estatal agua potable de Jujuy son realidades irrefutables que el ministro y el gobierno no pueden ocultar con calificaciones despectivas. La credibilidad del gobierno de Sadir está directamente ligada a la honestidad con la que aborden esta crisis; si el primer reflejo ante una denuncia de dos meses sin agua es la mentira y la descalificación, entonces el discurso de transparencia y apoyo al orden nacional es simplemente una fachada insostenible.

Se debe exigir la rectificación inmediata del ministro Stanic y, más importante, una respuesta urgente y estructural para garantizar el derecho humano fundamental al agua en todo el Gran Jujuy, porque la gestión de la verdad, en este caso, es tan fundamental como la gestión del recurso. La mentira y la descalificación no son políticas de estado, son síntomas de un gobierno que le ha dado la espalda a su gente y lógicamente la gente le devolvió el favor con una paliza electoral, que todavía, los radicales no terminan de digerir.

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