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Tras la derrota, instalan operativo clamor Morales 2027

La excusa que saca el oficialismo jujeño, encabezado por el exgobernador Gerardo Morales en la Legislatura, para justificar la paliza electoral del domingo pasado frente a la libertad avanza, es, para ponerlo en términos sencillos, patética e insostenible.

Dicen que la gente votó por miedo a lo que podría pasar con la economía el lunes si perdía el partido del presidente, pero veamos un poquito más de cerca la realidad en Jujuy, esa realidad que la gente vive y respira.

A ver, ¿de verdad creen que después del "jujeñazo", de la represión, de esa reforma constitucional hecha casi a las apuradas y en contra de la protesta social, la gente le teme a un riesgo económico hipotético más de lo que le teme a la violencia institucional y al autoritarismo del propio Morales? La gente de Jujuy tiene memoria, y esa memoria no es solo de una boleta de gas o una góndola vacía, es una memoria de dignidad pisoteada, de protestas criminalizadas, de causas armadas en un clima de asfixia democrática. El miedo, señores diputados y exgobernador, lo sembraron ustedes. El miedo a expresarse, el miedo a manifestarse, el miedo a que te armen una causa.

Si hubo un voto en contra categórico en Jujuy, y lo hubo, no fue por un pánico económico infundado, sino por un hartazgo real y concreto con una gestión que, además de todo lo mencionado, se percibió como falta de gestión genuina para las necesidades de la gente, más allá de la propaganda. La derrota es un mensaje cristalino: el electorado no les perdona que, en medio de una crisis, en lugar de gobernar, se dedicaron a disciplinar a los que pensaban diferente. Intentar correr el eje de la discusión hacia un "temor al lunes" es subestimar la inteligencia del votante jujeño, es no querer ver que el verdadero miedo y el rechazo están puestos en el pasado reciente y presente de la provincia, simbolizado en la figura del exgobernador que ahora se reúne en secreto para buscar justificaciones. La gente en Jujuy eligió la bronca y la usó para castigar. Punto.

Es notable cómo los voceros del oficialismo, como el diputado Juan Brajcich, abren la puerta a una candidatura de Gerardo Morales en 2027, y lo hacen sin pestañear. Pero detengámonos ahí. Cuando el propio espacio político sugiere que el exgobernador debe volver a la Casa de Gobierno, lo que están haciendo es ni más ni menos que firmar el acta de defunción política de la actual gestión de Carlos Sadir. Es el reconocimiento tácito de que el actual gobierno es, en el mejor de los casos, intrascendente, una mera transición o una figura decorativa, confirmando que el verdadero poder y el verdadero proyecto siguen anclados en el pasado, con morales.

Y el tema de la violencia, delicado, pero necesario de analizar. En ese sentido, se nos vendió la idea de que Morales instauró la paz, el orden, pero lo que vemos en la calle es algo mucho más complejo. Si la violencia ejercida por milagro sala fue, como bien se describe, "rústica e impresentable" en su metodología, lo que la gente de Jujuy denuncia de la era morales es una violencia sofisticada, de "guantes blancos": la persecución judicial, la criminalización de la protesta a través de una reforma constitucional polémica, el uso de las instituciones para disciplinar a la oposición y a los movimientos sociales. Es el cambio de una violencia callejera y territorial por una violencia institucional y de estado. ¿Es eso paz? es solo un cambio de forma en la opresión.

Pero el golpe de gracia a la narrativa oficialista está en el supuesto "proyecto de desarrollo". Se habla de inversiones, de empresas estatales, de energía. ¿El resultado? un modelo de Estado empresario ineficiente y, lo que es peor, sostenido sobre una deuda impagable en dólares, con el dinero de todos los jujeños. El fracaso no es solo de gestión, es de modelo.

Se endeudó la provincia para crear estructuras que no generan riqueza real ni empleo sostenible, sino solo más gasto, más déficit y, por supuesto, más oportunidades para la corrupción de "guantes blancos" y el manejo discrecional de fondos. La deuda en dólares, ese peso futuro que cargará la gente, es el monumento más claro al fracaso de un proyecto que prometió cambiar Jujuy, pero que, a la luz de los resultados y de la propia necesidad de que el exgobernador ya piense en volver en 2027, lo que hizo fue, en realidad, hipotecar su futuro.

El pueblo de Jujuy, con su voto reciente, ya empezó a pasar esta factura.

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