El mundo ya no es el mismo desde que Donald Trump asumió su segundo gobierno el 20 de enero pasado, hace exactamente 100 días.
De reclamar Groenlandia a la guerra arancelaria: los 100 días de Donald Trump en el poder
El magnate volvió a una segunda presidencia dispuesto a borrar el legado de Joe Biden. Una política exterior agresiva y la lucha contra la inmigración ilegal delinearon los primeros pasos de su mandato.
Más allá de ideologías, afinidades o antipatías, nadie puede dudar de que Trump puso a la Tierra en alerta. Nada es igual al último día de mandato de Joe Biden. En poco más de tres meses de gestión, el magnate neoyorquino simplemente tiene al mundo agarrado del cuello.
“Trump ha sido mucho más disruptivo de lo que incluso sus mayores críticos habrían anticipado”, dijo el analista Michael Hanna, director del Programa de Estados Unidos del Crisis Group, una ONG comprometida con la prevención y resolución de conflictos.
100 días de Trump: sus principales medidas, el giro político y la guerra comercial que puso en vilo al mundo
Desde su regreso a la Casa Blanca, el presidente republicano dio un giro a la política exterior estadounidense, repartió aranceles indiscriminados, sacudió los mercados y puso en la mira a millones de inmigrantes reconvertidos en enemigos públicos de su administración.
Y todo esto matizado con un discurso radical que tuvo su correlato en la política interna y reversionó la “motosierra” de Javier Milei. Con una salvedad: Trump volvió con un perfil absolutamente proteccionista y un unilateralismo que sacudió los cimientos de la diplomacia y el comercio internacional.
Baja popularidad e incertidumbre global
Los primeros 100 días sacudieron la modorra de los últimos meses de la política estadounidense.
Si bien está haciendo exactamente lo que prometió durante la campaña, comienza a perder popularidad, según reflejan los últimos sondeos de opinión. En especial, la influyente comunidad latina, que en forma creciente lo respaldó en estados clave, empieza a ver que vecinos, allegados, amigos y hasta familiares tienen miedo de ser deportados.
Trump quiere expulsar a un millón de inmigrantes este año. Decenas de miles ya fueron echados. Otros miles recibieron notificaciones que le sugieren abandonar el país antes de que la policía migratoria toque a su puerta. El miedo es la constante que rige la vida de millones de migrantes, ilegales o con permisos precarios o temporales, en su mayoria latinoamericanos. Algunos ya ni siquiera mandan a sus hijos a la escuela por temor a redadas.
En tanto, cientos de supuestos pandilleros fueron deportados a El Salvador. Alli fueron alojados en la megacárcel construida por el gobierno de Nayib Bukele, otro aliado estratégico de la nueva Casa Blanca. Otros, en su mayoría venezolanos, fueron enviados a la prisión de la base naval de Guantánamo, en el este de Cuba, antes de ser embarcados rumbo a su país natal.
Más allá de las críticas, esta política le generó a Trump un amplio respaldo en los sectores más conservadores de la sociedad, en especial en los estados limítrofes con México, que ven a los migrantes como una amenaza a la seguridad y a su modo de vida.
En ese escenario de discursos extremos y decisiones radicales, Trump tiene el índice de aprobación más bajo en sus primeros 100 días en el gobierno comparado con cualquier otro presidente estadounidense en las últimas siete décadas. Se trata de la “luna de miel” que suele caracterizar este primer período de gestión.
Según un sondeo de CNN, tiene un 41% de respaldo, pero bajó cuatro puntos desde marzo y siete desde fines de febrero. Alrededor del 45% desaprueba su accionar. Otra encuesta del Washington Post y ABC News sitúa la aprobación un escalón más abajo, en 39%. Muy poco para una “luna de miel”.
Tras conocer estos sondeos, Trump no se quedó callado y profundizó su guerra contra los medios, otra constante en estos primeros 100 días de gestión. “Están enfermos, no escriben casi nada más que artículos negativos sobre mí, por muy bien que me vaya (...) y son verdaderamente enemigos del pueblo”, dijo en su red Truth Social.
Y fue por más: “Son criminales pesimistas que se disculpan con sus suscriptores y lectores cuando gano las elecciones por un margen amplio, mucho mayor al que mostraron sus encuestas. Pierden mucha credibilidad y luego siguen engañando y mintiendo”, afirmó.
La locomotora Trump puso al mundo patas para arriba
El primer día de gestión fue un aviso de lo que vendría. En su regreso a la Oficina Oval, promulgó un récord de 26 decretos. Entre ellos se destacan el retiro del Acuerdo de París sobre el cambio climático y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la eliminación de la ciudadanía por nacimiento y el indulto a los asaltantes del Capitolio.
La retórica acompañó lo formal. El presidente profundizó la presión de campaña para controlar el Canal de Panamá, adueñarse de Groenlandia y convertir a Canadá en el 51° Estado de la Unión.
Pero eso fue solo el principio. Pronto cambió el rol estadounidense en la guerra en Ucrania, se acercó a Vladimir Putin y hasta humilló al presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en una reunión en la Casa Blanca. Washington acorraló a Kiev para que firme un acuerdo comercial que le permita acceder a sus recursos naturales. Ahora, presiona para que el gobierno ucraniano le ceda tierras a Rusia y firme un acuerdo de paz.
Después puso sus ojos sobre Gaza. Flanqueado por Benjamin Netanyahu en la Casa Blanca, anunció que su país tomaría el control de la Franja de Gaza, expulsaría a los palestinos y desarrollaría un proyecto millonario para convertir al enclave en la “Riviera de Medio Oriente”. Y eso no fue todo. Enseguida publicó un video creado con inteligencia artificial para graficar su sueño inmobiliario. Tenía hasta una estatua con su figura de cuerpo entero.
Pero sin dudas fueron los aranceles masivos aplicados a mansalva, a aliados o rivales ideológicos, lo que trastocó el orden mundial.