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La alianza "Provincias Unidas" con infiltrados unitarios no tiene futuro

Los gobernadores de este nuevo espacio político llamado Provincias Unidas visitaron Jujuy y volvieron a ratificar su compromiso con el federalismo, entre ellos estuvo el anfitrión unitario Carlos Sadir.

El gobernador de Jujuy dijo que continuará por el camino del federalismo sin excluir a la gente porque el federalismo se defiende con hechos. A propósito sería interesante que Sadir demuestre su vocación federal en Jujuy ya que por lo que se ve solo, citando un ejemplo, continuó teniendo de rehenes a los intendentes repartiéndole monedas para que puedan hacer algo en sus jurisdicciones.

¿Esta es la forma de defender el federalismo sin excluir a la gente? Colocar los recursos del superávit en una mesa de dinero ignorando los pesares cotidianos de los jujeños ¿es hacer federalismo sin excluir a la gente?

En Jujuy, Provincias Unidas abogó por un federalismo “con hechos”, pero la pregunta sería la siguiente: ¿defensa real del federalismo o una maniobra entre gobernadores para sostener poder? Si reparten dinero a intendentes para disciplinarlos como pasa en Jujuy, ¿se fortalece la autonomía provincial o se instala un clientelismo que mantiene a la gente fuera del centro de la escena? La gente quiere resultados concretos: escuelas que sirvan, hospitales que funcionen, seguridad real y empleo digno.

Aquí no basta el discurso: se exige acción efectiva que transforme la vida cotidiana. En suma, el verdadero barómetro del federalismo es ver si esas promesas se traducen en cambios tangibles para los jujeños y, por extensión, para todos los pueblos del país.

Sadir cuestionó al gobierno nacional por acumular superávit con fondos provinciales que tiene un impacto directo en la implementación de obra pública y el abandono de responsabilidades del estado. Justamente lo mismo que está haciendo en Jujuy. Acumulando superávit pisando salarios, provocando el éxodo de profesionales de la administración publica porque paga una miseria, cerrando escuelas rurales y desguazando las escuelas de profesionales auxiliares que ayudan a contener el campo de la salud mental de docentes y alumnos. Pregunto ¿eso no es abandonar las responsabilidades fundamentales del estado? Sadir, su hipocresía no tiene límites.

El gobernador de Córdoba Martin Llaryora dijo que la Argentina será federal o no será.

Creo que si las cosas se plantean con la hipocresía que mostraron los gobernadores en Jujuy definitivamente la argentina no será nada. Digo esto porque ignorar la situación de Jujuy, provincia feudal en donde la corrupción ha hecho metástasis, en donde no hay división de poderes en donde no existe ley de coparticipación provincial, en donde no se rinden cuentas y esta dramáticamente endeudada, ademas la gestión es afín a la timba financiera y donde, simultáneamente, el estado está totalmente ausente ya que ningún servicio funciona estamos hablando de una hipocresía importante la de Llayora.

Conformar una fuerza federal para cambiar la argentina con impostores como Sadir y Morales la iniciativa de los gobernadores tiene final anticipado. Ya que con impostores infiltrados producto de poder colgarse a un bloque para poder seguir pidiendo plata que luego no se rinde porque en Jujuy la auditoria general de la provincia es cartón pintado es una vergüenza.

Los gobernadores han sido embaucados por Gerardo Morales y la complicidad de Sadir quienes le vendieron una provincia con desarrollo, crecimiento e inclusión social. Cuando en realidad el crecimiento es de la corrupción, la droga y de la economía informal por la incapacidad de generar empleo. Y en cuanto al medio ambiente la provincia es un basural y pronto los jujeños deberán pagar 70 millones de dólares en remediación tras el fallo de la corte en torno a los pozos de petróleo de la reserva natural Calilegua.

De modo que si esto no se depura, señor Llaryora y demás gobernadores, su proyecto político es un fracaso anticipado.

No se puede salvar un proyecto federal si se fundamenta en infiltrados unitarios porque la alianza pierde legitimidad, se deshilachan los consensos y cualquier avance real se estanca entre descalificaciones; el cajón tiene manzanas podridas y no basta con señalar el desastre para que desaparezca, hay que separar lo viable de lo fallido y construir desde cero una gobernanza que priorice servicios, transparencia y desarrollo con reglas claras; si la alianza se afianza con impostores, la vida política se va desangrando.

No hay credibilidad, no hay confianza, no hay inversión ni proyectos de largo plazo y cada anuncio se percibe como un parche encima de una estructura dañada; la consecuencia es simple: sin una limpieza profunda de estructuras, sin responsables identificables y sin presupuestos verificables, la cohesión se deshilacha y la promesa de federalismo se vuelve puro relato electoral.

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