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En pleno siglo XXI, la revolución educativa en Jujuy es boleto estudiantil y PROMACE

Los candidatos del radicalismo al Congreso hablaron ayer de la revolución educativa en Jujuy. ¿Realmente estas personas que, además, ninguno de los dos tiene trayectoria en la materia, se animan a hablar de revolución educativa frente a un grupo de docentes?

Los desafíos de la verdadera educación que plantea el siglo 21 tienen que ver con temas como el acceso equitativo y universal en materia de conectividad y brecha digital asegurando internet de alta velocidad y dispositivos para todos, especialmente en comunidades rurales donde precisamente el gobierno de la revolución educativa está cerrando escuelas vulnerables.

La verdadera revolución educativa pasa por la inclusión, es decir, apoyar a estudiantes con discapacidad y necesidades especiales. Por otra parte, políticas que reduzcan la deserción y faciliten la motivación escolar.

Una revolución educativa tiene que estar pensada sobre el aprendizaje centrado en la persona, es decir, con itinerarios educativos adaptados a ritmos, intereses y estilos de aprendizajes individuales con pensamiento crítico, creatividad y comunicación. La revolución educativa del siglo 21, enseña a aprender, gestionar el tiempo y las responsabilidades propias.

Promueve el adiestramiento en habilidades aplicables en la vida y en el mundo laboral más allá de la memorización. En materia de evaluaciones el criterio es medir aplicación, procesos y resultados, no solo los exámenes.

Los docentes son agentes de innovación, para ello son capacitados continuamente asignando tiempo institucional para la innovación y todo esto acompañado de condiciones laborales, reducciones de carga administrativa y reconocimiento profesional.

Por otra parte los modelos educativos verdaderamente revolucionarios se ocupan de dar seguimiento de impacto a largo plazo sobre los estudiantes. Desde el punto de vista institucional se crean alianzas con familia, comunidades, empresas y universidades.

En el campo de la salud mental la prioridad es crear clima emocional y estrategias del manejo del estrés y apoyo psicoeducativo.

La idea es educar para la vida con técnicas de manejo de emociones, ética y ciudadanía pensando en que los jóvenes serán los empresarios o los dirigentes del mañana entre otros temas…

Fíjese todo lo que implica una revolución educativa para el siglo 21 y, sin embargo, los brillantes candidatos a diputados nacionales Zigarán y Pizarro hablan de revolución educativa en Jujuy con el casette del boleto estudiantil y del PROMACE, esa es la revolucion educativa que se impulsa desde el gobierno de Jujuy.

Zigarán insiste con el superávit en la provincia. Le pregunto entonces a esta señora: ¿Porque no utilizan parte de ese misterioso superávit para hacer la revolución educativa en serio y dejan de hablar del boleto estudiantes que a regañadientes lo pueden pagar y del famoso PROMACE que es un programa mas no diseñado por la ministra Serrano sino que viene de la Nación? Entonces vuelvo a preguntar: ¿esta es la revolución educativa en Jujuy?

Pizarro dijo que “reunirnos con docentes no es más que nuestro compromiso con la educación pública”. ¿Compromiso? o ¿campaña política? Compromiso es hablar con Sadir y pedirle que aumente el salario docente, esa sería una medida revolucionaria. Compromiso es pedirle a Sadir que normalice la situación de ADEP, el gremio docente más importante de la provincia que no puede sentarse a discutir la paritaria.

Estos dos personajes hablan de que defienden un modelo de administración ordenada, eficiente y un Estado que garantiza derechos. Si la administración garantiza orden y eficiencia debería pagar sueldos dignos y no de hambre. El orden administrativo no genera precarización sino por el contrario genera crecimiento sostenido en todos los órdenes.

En una verdadera revolución educativa, lo que se enseña y lo que se aprende no puede ser decidido por unos pocos ni de una sola vez: requiere diversas conversaciones abiertas, sinceras y desafiantes. Situación que no se da en este gobierno anacrónico que no se atreve a dar discusiones con docentes en una mesa de paritarias así que yo no sé de qué hablan Pizarro y Zigarán y ni me imagino cuál sería su papel en el Congreso, más allá de convertirse en levanta manos y atenderle cada cinco minutos el teléfono a Gerardo Morales.

Una verdadera revolución educativa implicaría transformar la escuela en un ecosistema dinámico donde el aprendizaje ocurre en múltiples escenarios: aula, laboratorio, entorno comunitario y digital.

Aquí, el éxito se evalúa por resultados tangibles: proyectos que resuelven problemas reales, habilidades que permiten emprender y colaborar en equipos diversos, y una comprensión profunda que persiste más allá de la nota.

Es también un pacto con la sociedad: un sistema que invierte en docentes como agentes de cambio, que escucha a las familias y que se adapta rápidamente a los cambios laborales, culturales y tecnológicos sin perder de vista la inclusión y la dignidad de cada persona.

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