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A seis años de la muerte de Nisman, el fiscal que denunció a Cristina Kirchner por el pacto con Irán

La Justicia sigue sin explicarse por qué Puerto Madero estaba repleto de espías el día de la muerte de Nisman.

  • El fiscal de la causa recibió un informe parcial sobre 500 teléfonos en lugares claves.
  • Llamarán a declarar a más de 80 agentes para que expliquen qué hacían ahí.
  • Buscan desentrañar quién sería el efectivo de inteligencia que estuvo cerca de Lagomarsino ese domingo

Al misterio que rodea la muerte de Alberto Nisman, ocurrida hace seis años, se le suma un segundo interrogante que, pese al tiempo transcurrido, sigue sin respuestas: por qué el domingo 18 de enero de 2015, antes de que se descubriera en el baño de su departamento el cadáver del fiscal de la UFI AMIA con un tiro en la cabeza, la zona de Puerto Madero estaba “repleta” de espías. La pista de los investigadores para intentar develar ese enigma reside en el entrecruzamiento de unos 500 teléfonos que ya fue elevado a la fiscalía de Eduardo Taiano.

La fiscalía planea en febrero, apenas se reanude la actividad judicial, avanzar con la citación de más de 80 espías o ex espías, cuyos teléfonos impactaron en antenas de la zona de Puerto Madero y la Casa Rosada, y reportaron a sus jefes. Esos jefes hablaron por esas horas con distintos funcionarios del Ejecutivo de entonces. Quieren interrogarlos como testigos para saber qué hacían ahí. Y también quieren saber la identidad de un, hasta ahora, misterioso y supuesto agente que estuvo en cercanías de la casa de Diego Lagomarsino aquel domingo 18.

Como se trata de espías, sus nombres son secretos, insisten los investigadores. Pero en la nómina podría estar el ex agente de la SIDE Fernando Pocino, un radical que se había enfrentado al sector interno de Antonio “Jaime” Stiuso y había quedado posicionado cerca del kirchnerismo para el momento de la muerte de Nisman. Por ese entonces era director general de Reunión de Información. Hasta ahora, nunca declaró en la causa. Su nombre aparece ligado a otra explosión de llamados que hubo ese fin de semana entre figuras políticas y jerarcas de la AFI que había sido detectado por la División Fraudes Bancarios a fines de 2015.

En la lista de esas llamadas se mencionan también al hoy senador Oscar Parrilli, titular entonces de la AFI; al hoy viceministro de Justicia Juan Martín Mena -número 2 en la central de espías-; al ex jefe del Ejército César Milani y a quien era el titular de la Policía Bonaerense, Hugo Matzkin, entre otras personas. Por entonces, en declaraciones públicas los ex funcionarios justificaron la intensidad de esos llamados en el robo de un misil en las afueras de La Plata ocurrido el jueves 15 de enero y en la seguridad del superclásico entre River y Boca que debía jugarse en Mar del Plata. Ese sábado 17 por la tarde también se incendió un sector de la Casa Rosada, que provocó que se perdiera información sobre cámaras de seguridad e ingresos y egresos de la Casa de Gobierno, según se detectó en la causa del memorándum.

Hay otros dos indicios que siguen en la fiscalía y que podrían aportar nuevas pistas a la investigación del caso. El primero: el hallazgo de unos 20 equipos telefónicos, encontrados por la actual conducción de la AFI que fueron entregados a la fiscalía para que analice si pueden estar relacionados con la causa. Si puede servir o no al expediente, está por verse.

El segundo, y más prometedor para los investigadores, reside en una serie de escuchas registradas en el marco de una vieja causa conocida como “Dark Star”, que expuso una interna de espionaje e intervenciones a decenas de teléfonos de políticos, empresarios y agentes. Según pudo saber Infobae, la fiscalía pidió los audios originales de esas escuchas al juez Luis Rodríguez. Uno de los puntos que llamó la atención es que los audios del 17 de enero de 2015 no aparecían. Ahora, aparecieron, revelaron a Infobae las fuentes consultadas.

El entrecruzamiento de llamadas, sin embargo, no terminará ahí. Se espera una segunda tanda de análisis sobre las comunicaciones que tuvieron esas líneas con otros teléfonos a rastrear.

Una suerte de mamushkas en donde pueda vislumbrarse un dato clave que permita relevar qué hacía el mundo del espionaje ese día y las comunicaciones que mantuvieron con funcionarios del Ejecutivo en una semana caliente: la denuncia de Alberto Nisman contra la entonces presidenta Cristina Kirchner por el encubrimiento al atentado de la AMIA, a través del Pacto con Irán, radicada el 14 de enero, había sacudido a la política local e internacional y deparaba horas de tensión el lunes 19 de enero cuando el Congreso esperaba al fiscal para interrogarlo por las pruebas de su acusación.

“Si tiramos del hilo correcto, por ahí aparece lo que buscamos”, dijeron a Infobae los investigadores frente a la complejidad del escenario y la posibilidad de que pueda no llegarse a nada concreto. “Uno habla del mundo de inteligencia y se imagina que atrás está James Bond. Y acá hay de todo: a veces están los SuperMarioBross y a veces hay gente profesional que si no quiere que existan huellas, sabe cómo hacer para no dejarlas”.

La tarea del entrecruzamiento, insisten, es compleja. A eso se suma la burocracia: cada compañía telefónica tiene formas distintas de registrar las comunicaciones y el expediente al que accedió Infobae está repleto de órdenes de presentación y reclamos a las distintas compañías en busca de cómo acceder a esa prueba.

La regla es que el teléfono toma la antena más cercana. Pero la más cercana también puede ser un enigma: depende del clima, de las edificaciones, de si hay más antenas cercanas, de si en ese momento están colapsadas. Los investigadores piensan ese “más cercano” como un radio de unas diez cuadras.

Una vez que tuvieron los teléfonos a detectar, las computadoras, con el programa Y2 que se usó, se caían. “No agarraba por la cantidad de teléfonos que estuvimos entrecruzando. Se tata de llamados de línea o mensajes de texto que, a 2015, todavía era común usar”, explican. Quedan afuera, sin embargo, cualquier clase de comunicación por Whatsapp, que por esos días ya se usaba. Es más, el propio Nisman usó esa vía para mandarle a Waldo Woff la foto con el texto de su denuncia y los marcadores amarillos, preparando la presentación que haría en el Congreso el lunes 19.

Lo que sí está claro es que no se trata de saber el contenido de lo que hablaban esos espías desde esos 500 teléfonos investigados. No hay posibilidades de tener esos datos porque los teléfonos no estaban intervenidos (salvo los del caso Dark Star), pero lo que sí tienen son los movimientos de los celulares en áreas que la fiscalía entiende sensibles.

“Llama la atención que hay mucha gente ese domingo en la zona de Puerto Madero hablando en forma directa con el Ejecutivo y en los alrededores de la casa de Diego Lagomarsino. ¿Por qué estaban ahí? Eso es lo que queremos saber –dicen las fuentes a Infobae. Se analizó un año entero de comunicaciones para saber si esos llamados eran habituales. La cantidad de gente que habló ese día no era normal”. “Llama la atención que hay mucha gente ese domingo en la zona de Puerto Madero hablando en forma directa con el Ejecutivo y en los alrededores de la casa de Diego Lagomarsino. ¿Por qué estaban ahí? Eso es lo que queremos saber –dicen las fuentes a Infobae. Se analizó un año entero de comunicaciones para saber si esos llamados eran habituales. La cantidad de gente que habló ese día no era normal”.

Tampoco -dicen- se explica el llamativo silencio de otros protagonistas justamente el día anterior. Precisamente, el sábado 17 de enero, el día en que Nisman estaba encerrado en su departamento. “El domingo hubo muchos agentes en la zona. El sábado, en cambio, es como si hubieran desaparecido”, señalan los investigadores.

La figura del espía Antonio “Jaime” Stiuso siempre fue incluida dentro de ese silencio. Es que, según está corroborado en la investigación, Nisman intentó comunicarse varias veces con Stiuso después de haber hecho su denuncia, pero no consiguió que el otro agente más poderoso del país respondiera sus llamadas. Stiuso había sido desplazado de la entonces SIDE en diciembre de 2014, mientras el gobierno de Cristina Kirchner lo denunciaba penalmente.

“No le contesté porque estaba el teléfono en vibrador. Y si hubiera escuchado no iba a hablar con él. Porque prendías la televisión y veías que era Stiuso y el títere Nisman. Lo iba a terminar de hundir si lo atendía, lo iba a llamar después que se presentara en el Congreso”, dijo Stiuso en el documental que hizo Netflix el año pasado. Allí, Stiuso ratificó su convicción de que a Nisman lo mataron. Y afirmó que a él CFK lo querría muerto.

En la causa, Stiuso declaró tres veces: la primera ante la primera fiscal Viviana Fein; la segunda ante la jueza Fabiana Palmaghini; la tercera vez fue revelada por Infobae hace un año. Después de la segunda declaración de Stiuso, Palmaghini entendió que el caso debía pasar a la justicia federal. En los tribunales de Comodoro Py se estableció que la muerte de Nisman fue un homicidio cometido en el marco de su trabajo. El asesino y las razones específicas de ese crimen, sin embargo, son por ahora un misterio.

Lagomarsino está procesado como partícipe necesario del homicidio. Es por haber entregado la pistola Bersa calibre 22 desde la que se disparó el tiro fatal en la sien de Nisman. El perito informático insistió ante la Justicia y ante los medios que el fiscal le pidió que lo ayudara y le prestara esa arma para defenderse por si aparecía “algún loquito” que quisiera agredirlo tras su denuncia contra Cristina Kirchner.

El perito informático que no apeló su procesamiento. Su defensa asegura que quiere que se lo mande a juicio ya mismo, junto a los cuatro custodios que ese fin de semana debían garantizar la seguridad del titular de la UFI AMIA y que están procesados por encubrimiento e incumplimiento de los deberes de funcionario público.

Para la fiscalía, sin embargo, la investigación sobre Lagomarsino no está cerrada. Y tampoco para los custodios hasta que no puedan analizar los equipos electrónicos que se secuestraron en la casa de esos policías y del perito informático (unas 200 computadoras, chips, discos externos y hasta una play station) . La defensa de Lagomarsino se opone a que ese material sea revisado por el fiscal Taiano en vez de por el juez Julian Ercolini. El tema está en discusión en la Corte Suprema.

Pero las sospechas sobre Lagomarsino siguen en la fiscalía. Y uno de los focos del entrecruzamiento de llamados sobre el que la fiscalía puso la mira es en la presencia de un teléfono de la AFI en las inmediaciones de la casa de Lagomarsino el domingo 18 de enero de 2015. Hasta el día de hoy, la Justicia dice no saber quién era el usuario de ese teléfono y por qué estaba allí. Lo que saben es quién tenía en la AFI asignado ese teléfono y que se activó en la antena de la casa de Lagomarsino. Entre la lista de esos espías o ex espías que convocarán en breve está el hombre que tenía a su cargo la flota para que revele a quién le entregó ese teléfono.

De la reconstrucción que hicieron sobre ese número en particular, los investigadores sostienen que lo que saben es que ese domingo 18 de enero de 2015 ese teléfono estuvo en cercanías de la casa de Lagomarsino durante casi todo el día. Solo se fue un rato a la tarde y después reapareció. Si eso implica que pudo haber estado dentro de la casa de Lagomarsino, si pudo haberlo estado vigilando o “si tenía una tía que justo fue a visitar ese domingo”, en la Justicia nadie puede decirlo.

Lagomarsino, sin embargo, asegura que hay una novela montada detrás de ese teléfono. Afirma que insisten ligarlo con eso a los servicios de inteligencia, cuando puede ser un agente que vive en la zona de su casa.

La defensa de Lagomarsino, en tanto, apostaba a que se citara a declarar a todos los expertos que participaron de los peritajes médicos y criminalísticos durante la causa. Eso iba desde los que hicieron la autopsia, a los que participaron de la junta interdisciplinaria y los que hicieron el estudio de Gendarmería que habló del homicidio. La fiscalía ya rechazó esa posibilidad. “Nuestra base es lo que dijo la Junta Interdisciplinaria. Para nosotros la cuestión está zanjada”, afirman los investigadores. Sin embargo, la defensa de Lagomarsino apeló esa negativa.

La investigación, en tanto, también se bifurca hacia el plano internacional y se aguarda con expectativa saber si se podrá interrogar a Uzi Shaya, un espía del Mossad que aseguró en la televisión israelí a mitad de 2020 que se había reunido con Nisman antes de que el fiscal radicara su denuncia contra CFK y dijo haberle entregado pruebas sobre supuestos pagos del régimen de Teherán a funcionarios argentinos.

Por lo pronto, el juez Ercolini prepara un pedido a la justicia israelí, vía Cancillería, para interrogar por videoconferencia a Uzi Shaya. La defensa ya aportó su pliego de preguntas, al que accedió Infobae, en donde piden precisiones sobre el encuentro, detalles sobre un trabajo para los fondos buitres y certezas sobre la entregada de material. Para los próximos días se espera conocer qué quiere preguntar la querella de Sara Garfunkel, madre de Nisman. ¿Permitirá el Mossad que declare un espía? La Justicia argentina aún no lo sabe. Ni siquiera pudo confirmar si ese hombre es realmente un espía, señalaron a Infobae.

No obstante, los investigadores localizaron a través de un periodista argentino a la periodista que le hizo la nota, Illana Dayan. Ella dijo que sí pero que tenía que consultar al área de legales de su empresa. Después ya no contestó los pedidos de los investigadores argentinos para poder concretar su testimonio.

Lo que dijo a la prensa este presunto agente israelí es que contactó a Nisman cuando estaba en Europa. Para los investigadores argentinos, esa versión aparece cuanto menos sospechosa. En la causa ya está acreditado que Nisman tenía los pasajes de vuelta antes de haber partido rumbo a Europa a pasar sus vacaciones con sus hijas. Además, la versión del agente da a entender que se reunieron en Madrid, pero el fiscal de la UFI AMI solo estuvo unas horas en esa ciudad y en el aeropuerto para emprender su regreso a Buenos Aires. Oscuridades que aún no pueden iluminarse.

Fuente: Infobae

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