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La sombra del estancamiento tras una década radical

Desde Jujuy, muchos ciudadanos sentimos que, tras más de 10 años de gestión radical, la provincia ha quedado en un retraso importante.

La verdad es que, aunque el gobernador Carlos Sadir hable de que este domingo se define si seguimos con el desarrollo o volvemos atrás, la realidad que vivimos en la calle dice otra cosa. La percepción general es que estamos yendo en sentido contrario, con una gestión que parece perder rumbo y que no logra dar respuestas concretas a las necesidades de la gente.

Sería importante que el gobierno explique con mayores detalles cuál es el modelo de desarrollo. ¿Qué políticas públicas están impulsando junto a los municipios para revertir esta situación y potenciar el crecimiento? La ciudadanía necesita saber cuáles son los planes concretos y las acciones que se están implementando para mejorar la calidad de vida, crear empleo y promover el progreso real en nuestros pueblos y ciudades.

Porque, como bien dicen muchos, la sensación en la calle es otra: que vamos marcha atrás. La gestión debe dar respuestas transparentes y claras, y trabajar en conjunto con la comunidad para salir adelante. Solo así se puede construir un futuro más prometedor para todos los jujeños

En Jujuy, la percepción en las calles es cada vez más preocupante. Muchos habitantes advierten que la gestión del radicalismo durante los últimos diez años ha dejado como saldo una sociedad más violenta y con un nivel alarmante de inseguridad. Los jóvenes, en particular, parecen haber quedado sin esperanza, con las calles tomadas por el flagelo de las drogas y la violencia.

Este panorama ha llevado a cuestionar si el modelo de desarrollo impulsado por la provincia ha logrado sus objetivos. Algunos sectores sostienen que lo que se ha generado no es solo un atraso en infraestructura o economía, sino también un profundo debilitamiento del tejido social, donde prevalece la desigualdad y la falta de oportunidades para las nuevas generaciones.

El cuestionamiento es claro: ¿este sería el resultado del plan de desarrollo que prometieron durante estos años? ¿Qué acciones concretas se están implementando para revertir esta realidad y brindar una verdadera salida a los jóvenes y a toda la comunidad?

La ciudadanía exige respuestas y acciones reales. Porque si de lo que se trata es de construir un futuro con esperanza, es necesario un plan que incluya políticas sociales, de seguridad y de inclusión, que enfrenten de raíz estos problemas que hoy nos afectan a todos.

En Jujuy, la gente ha sido paciente durante años. Hace más de diez, que esperan cambios, mejoras en la educación, seguridad y oportunidades para los jóvenes. Pero la realidad es que, en muchos sentidos, todavía estamos en el mismo lugar, o peor aún. La gente siente que no hay una verdadera cosecha tras tanto esfuerzo; que lo que se prometió no se cumplió, y que las soluciones no llegan.

Muchos jujeños opinan que ya no alcanza con apoyo o buena voluntad. La gestión debe dar un paso adelante y ofrecer ideas concretas y acciones claras para solucionar los problemas que más duelen: la inseguridad, la falta de empleo, el atraso en infraestructura y la pérdida de esperanza en los jóvenes.

También saben que el tiempo no perdona. La vida es corta, y las oportunidades no vuelven. Si no hay voluntad de cambio, de innovación, de poner en marcha ideas nuevas, entonces la frustración irá en aumento. Algunos creen que, si los responsables no pueden, o no quieren, cambiar el rumbo, lo mejor sería que den un paso al costado y permitan que otros propongan soluciones distintas, que sí puedan transformar la situación.

Y no se trata solo de un reclamo, sino de un llamado de atención: Jujuy necesita líderes valientes, con ideas que funcionen, que dejen la rutina y tomen decisiones que realmente cambien la trayectoria de la provincia y le devuelvan la esperanza a la gente. Porque, al final, lo que todos desean es un futuro con oportunidades no un futuro lleno de problemas.

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