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Arabia Saudita ayuda a Israel y se acerca a Estados Unidos

Su rol en la región y su histórico enfrentamiento con Irán.

  • Está aprovechando la crisis en Medio Oriente para lavar su imagen.
  • El plan del príncipe Mohammed bin Salman para posicionar al país como centro de inversiones mundial.

Arabia Saudita está aprovechando la crisis en Medio Oriente para lavar su imagen. El reino que busca tapar su historia de violaciones a los derechos humanos con multimillonarias inversiones deportivas, que incluyen la contratación de futbolistas de nivel internacional como Cristiano Ronaldo o Neymar, cumple hoy un rol de gran protagonismo en el conflicto.

El gobernante y príncipe saudita Mohammed bin Salman, el hombre fuerte del país, sabe que está ante una oportunidad histórica de sellar un acuerdo de defensa con Estados Unidos, que lo considera un aliado fundamental para contraponer la influencia de Irán en la región.

La Casa Blanca ha sido históricamente indulgente con el reino. El petróleo saudita es clave para sus propios intereses. Por ello, Washington ha mantenido una posición condescendiente ante casos dramáticos que involucraron al Riad, como el brutal crimen del periodista disidente Jamal Khashoggi, asesinado y descuartizado en noviembre de 2018 en el consulado saudita de Estambul.

El propio Joe Biden viajó a Riad en 2022 para persuadir a los sauditas de que abandonen una serie de recortes en la producción de petróleo que chocaba contra sus intereses energéticos. Además, le entregó inmunidad a bin Salman tras una demanda en su contra presentada en Estados Unidos por el homicidio de Khashoggi.

Estados Unidos necesita a Arabia Saudita de su lado. Sin embargo, le exigía dar un paso sustancial para sellar una asociación total: normalizar sus vínculos con Israel, un plan truncado por ahora por la guerra en Gaza. Pero bin Salman no se quedó al margen. Según el canal público israelí Kan News, Arabia Saudita ayudó a los israelíes a repeler el ataque iraní junto a Estados Unidos, el Reino Unido, Francia y su vecino Jordania, otro antiguo enemigo del Estado judío.

Qué papel cumple Arabia Saudita en la región y cómo es su vínculo con Irán

Arabia Saudita (sunnita) e Irán (chiíta) han sido enemigos históricos por su afán de liderar el mundo islámico y el mercado petrolero, más allá de sus diferencias religiosas. Tras romper relaciones en 2016, ambos países restablecieron vínculos en marzo de 2023 bajo mediación de China, que buscaba ampliar su influencia en la región para convertirse en un actor de peso en Medio Oriente.

El reino normalizó esa difícil relación con Teherán con un único objetivo: mostrarse como un país confiable y hasta posible mediador en los conflictos regionales. Su plan mayor es revertir su imagen, siempre vinculada a violaciones a los derechos humanos, masivas ejecuciones a muerte por distintos delitos y el encarcelamiento de opositores, según la denuncia de organismos de derechos humanos.

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“La razón por la cual Arabia Saudita normalizó relaciones con Irán seguro tiene que ver con la necesidad del reino de desescalar tensiones en Medio Oriente. El príncipe Mohammed bin Salman, el líder de facto de Arabia Saudita, quiere transformar radicalmente la cara de su país y convertirlo en un centro de innovación, turismo y desarrollo tecnológico. Para ello, a efectos de atraer inversiones y diversificar la economía por fuera del petróleo, el reino necesita la estabilidad y el perfil de bajo riesgo de los Emiratos Árabes Unidos”, dijo a TN el analista internacional Federico Gaón, especializado en Medio Oriente.

El plan viene acompañado de multimillonarias inversiones deportivas. No solo con la contratación de Cristiano Rolando, Neymar y una fila de futbolistas de renombre más cercanos a su retiro. También se invirtió de lleno en la Fórmula 1, el tenis y hasta el golf, con la creación de la LIV Golf, una liga fundada en 2022 y financiada por el fondo de inversión soberano saudí. Hasta Lio Messi fue contratado como embajador turístico. La organización del Mundial de fútbol de 2034 es su próximo gran objetivo.

Pero más allá del deporte, el reino tomó decisiones políticas de peso. Su acercamiento con Irán fue el primero de ellos. Ahora, busca desescalar el conflicto en Yemen, donde combatía a los hutíes aliados a Teherán. “Como Riad ya no bombardea Yemen, a los sauditas les debería ser más fácil ganar acceso a armamento europeo y estadounidense”, dijo Gaón.

Esta estrategia le está dando resultados. No solo busca posicionarse como mediador, al estilo de su vecino y enemigo Qatar, sino que también le permite “explotar la pugna entre China y Estados Unidos en función de sus intereses”, afirmó el analista. Con mediación china, el Riad normalizó sus vínculos con Irán; y bajo presión de la Casa Blanca se acercó a Israel, en un juego de delicado equilibrio geopolítico que podría romperse en un conflicto regional abierto.

“Ello explica, sin más, el interés de los sauditas en el BRICS (que integra junto a China, Rusia e Irán, entre otros). Además, los sauditas quieren un acuerdo con Israel por razones evidentes. Un acuerdo con Israel compraría muchísimo favor en Washington, facilitando las inversiones estratégicas que bin Salman busca. El acuerdo facilitaría también la posibilidad de Riad de acceder al F-35 y otros armamentos de última generación. Incluso podría lograr que Estados Unidos proporcione asistencia para desarrollar un programa nuclear con fines pacíficos. De hecho, la prensa internacional sugería que esto era una precondición para un acuerdo de normalización”, prosiguió.

¿Es posible un acuerdo de defensa estadounidense-saudita?

Bin Salman sabe que para alcanzar un acuerdo de defensa con Estados Unidos debe sellar una normalización de vínculos con Israel. Las negociaciones estaban muy avanzadas a mediados del año pasado, pero el ataque de Hamas a Israel y la posterior invasión israelí de Gaza echó por tierra cualquier posibilidad de pacto, al menos en el corto plazo. En círculos de inteligencia israelíes y estadounidenses se sostiene la teoría de que el brutal ataque de Hamas buscaba dinamitar un acuerdo histórico entre Israel, Estados Unidos y Arabia Saudita.

Ahora, Riad exige la creación de un Estado palestino, algo muy difícil de aceptar por Israel. Bin Salman teme que el mundo islámico lo tilde de “traidor” si se olvida de esa causa panárabe. En tanto, el hipotético acuerdo de defensa con la Casa Blanca requeriría la aprobación bipartidista de dos tercios del Senado, reseñó The Jerusalem Post. Es un paso extremadamente difícil en un contexto de extrema polarización y a ocho meses de las elecciones presidenciales con una lucha cabeza a cabeza entre Biden y Donald Trump.

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Bin Salman no solo busca un tratado de defensa con Washington que le garantice un “blindaje” ante cualquier agresión externa. También cree que ese paso le permitiría obtener valiosa ayuda para desarrollar la industria nuclear civil del país y convertir al país en un oasis de inversiones y modernización como sus vecinos del Golfo.

“Un tratado de defensa y una asociación nuclear entre Estados Unidos y Arabia Saudita, junto con la normalización de relaciones con Israel, desencadenarían una revolución estratégica en Medio Oriente y consolidarían la seguridad y el bienestar del reino en las próximas décadas. Pocos golpes más poderosos podrían asestar al eje iraní”, resumió The Jerusalem Post.

FUENTE: TN

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