Por otro lado, una economista local consideró que “llegar a las elecciones será muy difícil”.
Teniendo en cuenta este panorama, Juan Ángelo, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) dijo que “vivir está costando bastante”.
“Nuestro espacio viene trabajando por reivindicaciones, por un mejor salario, acceso a la tierra, trabajo, techo, que lejos de ser consignas se convierten en un plan de lucha constante. Desde 2017 impulsamos proyectos para aprobar una Ley de Asistencia Social para batallar, en aquel, momento la falta de empleo, que se fue acrecentando. En simultáneo impulsamos una Ley Nacional de barrios populares para que se reconozcan los que no tienen acceso formal a servicios básicos, que no tienen infraestructura ni documentación que valide la posesión de viviendas”.
Sin servicios, cloacas ni asistencia del gobierno: el problema de los barrios jujelis
“Los movimientos sociales siguen luchando, acompañando políticas de Estado que financian proyectos de obras a nivel nacional, fomentando el trabajo cooperativo, la compra de materiales, pero no alcanza porque el pronóstico político actual nos dice que, conduzca quien conduzca el año que viene, tomará un país en llamas”.
“Desde las organizaciones que conformamos UTEP los comedores y merenderos no tienen recursos. Es urgente que los Estados activen algo”.
“Se conformaron cuadrillas de promotores que visitan barrios registrados en una red, el Registro Nacional de Barrios Populares, y detectaron que no tienen acceso a luz, agua, gas y cloacas. La demanda habitacional es fuerte. Poder acceder a una vivienda de la provincia se tornó imposible porque los salarios que piden para ingresar son cada vez más altos. La urbanización se hace a los ponchazos y será un problema si no se activan soluciones”.
“El Estado criminaliza a las familias que optan por esta estrategia para poder tener un techo”.
“Tierra y Vivienda trabajan pero no alcanza el ritmo para poder dar respuestas efectivas”.
“Las changas son cada vez menores; nada alcanza para costear el día a día. Una familia promedio gasta $4.000 al día para poder comer. Tendremos que volver al escenario de constantes comedores y ollas populares y apelar a la solidaridad entre vecinos”.
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