Política |

Atravesamos síntomas de una pésima salud social

Esto se refleja en la actual crisis de confianza en las instituciones en general y en la política en particular.

La insatisfacción tiene dos elementos: uno es la falta de eficacia combinada con la impotencia de que no se puede influir en el sistema político cerrado herméticamente pero paradojicamente financiado por los ciudadanos la verdad…una locura…

El otro elemento es la falta de confianza, la gente no cree que la política defienda sus intereses ni tampoco las instituciones.

Ocurre que los dirigentes hacen mérito para trasladarle sus propios conflictos a la gente en lugar de solucionar los graves problemas que los aquejan.

Pero lo que irrita o enerva el ánimo de la gente es que mientras las soluciones se hacen esperar, mientras las cartas y reclamos se amontonan en las oficinas de los representantes de la sociedad, rápidamente sin burocracia ni trámites engorrosos se aumentan sus dietas groseras y provocadoras. Los problemas quedan, como decimos, en la dulce espera…

No se están dando cuenta de que están jugando con fuego y que esa responsabilidad daña severamente a la democracia. Parece que no porque no responden, no contestan y si lo hacen aplican la estrategia del yo no fui son los medios los que desinforman…

Los diputados y concejales deben saber que los medios son un entretenimiento que muestra lo que pasa y si a la gente no le gusta no mira no escucha y no lee es decir, no pasa nada.

Mientras tanto los problemas reales siguen en la calle en los barrios y si no se resuelven la gente sufre por dos motivos: primero pierde su paz y segundo está manteniendo a un ejército de impresentables incapaces de resolver problemas sino por el contrario son el problema.

Hay que darle participación a la gente que hoy es dueña del sentido común, la política ha perdido sentido común. Si la política escucha podrá dar soluciones que hoy es incapaz de resolver…

La aristocracia política ya está probada y nos ha empujado al pantano en vez de rescatarnos de él.

La política no está viendo lo que pasa, es por eso el enojo colectivo con ella.

Estamos viviendo un tiempo de las pasiones tristes, título del libro del sociólogo francés Francois Dubet. En un párrafo de su texto explica como este mundo desigual lleva a la frustración y al resentimiento desalentando la lucha por una sociedad mejor.

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