Y es que pese a los intentos de dar respuestas a los sobrados reclamos de los vecinos que residen en un sector que ha crecido notablemente, poco se hizo hasta ahora.
En el mes de enero de 2022, hace prácticamente tres años, los intendentes Raúl Jorge de San Salvador de Jujuy y Rubén Rivarola, de Palpalá, anunciaron en presencia de los presidentes de centros vecinales de la zona, importantes obras de infraestructura para la avenida Juellar que no solo mejoraría las condiciones de transitabilidad, sino que se trataba de trabajos esenciales para evitar la acumulación de agua y barro, mediante la colocación de desagües, además de potenciar la iluminación que garantice mayor seguridad.
En oportunidad de realizar los anuncios, los jefes comunales recorrieron el sector, y admitieron las múltiples necesidades que en ese entonces ya existían. Reconociendo la situación, comprometieron formalmente la pavimentación de esa avenida, además de la ejecución de obras complementarias con cordón cuneta, desagües, entre una serie de mejoras en materia de infraestructura.
image.png
Día del anuncio. En enero de 2022 los intendentes Jorge y Rivarola, junto a sus funcionarios, recorrieron la avenida Juellar.
“Esto va a ser una gran colectora, una gran vía de unión entre todo el sector de Alto Comedero y los barrios aledaños de Palpalá. Pensamos en una avenida con cordón cuneta, pavimento, desagües pluviales e iluminación”
Ese fue el compromiso concreto del intendente Jorge, ratificado por Rivarola quien además dijo que aunarían esfuerzos para conseguir fondos provinciales o nacionales para la ejecución.
Un cordón cuneta que trajo otros problemas
Si bien los vecinos reconocieron que se avanzó con el cordón cuneta en algunos sectores, cuando se finalizaron las tareas se generó un problema nuevo.
Y es que las cooperativas que realizaron la obra dejaron en el lugar el material removido formando varios montículos de tierra que, al día de hoy, después de más de un año, siguen en el lugar juntando basura, malezas y lo peor, con las lluvias, forman una pista de barro con grandes acumulaciones de agua que tornan intransitable la zona.
A su vez, son motivo de inseguridad. Según el testimonio de los vecinos, estos morros de tierra que alcanzarían los 5 o 6 metros de altura, se convirtieron en la estrategia ideal para los delincuentes que aprovechan para ocultarse y poder robar a quienes transitan por el lugar.
Esto se suma a la falta de iluminación que, al igual que el resto de las obras anunciadas, sigue siendo una materia pendiente.
Ni dos, ni cuatro manos
De toda la infraestructura que se prometió, la gran mayoría quedó solo en anuncio. La situación del sector sigue siendo la misma, y los problemas que hace casi tres años se veían venir, hoy son una realidad.
En su momento, el propio Rivarola había destacado el valor del trabajo conjunto entre los dos municipios, reconociendo que “en vez de dos manos, son cuatro”, dando cuenta que el aporte de dos municipios sería más significativo.
Lo cierto es que ni la Municipalidad de San Salvador, ni la de Palpalá pudieron concretar las obras.
Los tributos de los vecinos siguen sin volver en obras. La tan polémica tasa vial que se cobra en la capital sigue sin dar frutos, al menos en sectores que permanecen completamente olvidados hace décadas.