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Qué es la aquamación y por qué ayuda al medio ambiente

La aquamación es el proceso que atravesó el cuerpo de Desmond Tutu luego de su funeral. Este método que apuesta por el agua en lugar del fuego (como la cremación) es ecológico y va tomando lugar también en Latinoamérica.

La industria funeraria ha desarrollado en los últimos años nuevas alternativas sin contaminación: ecológicas y sustentables. Las opciones más comunes frente a alguien que muere son la sepultura y la cremación. Actualmente existen otras dos alternativas sin contaminación por las que se puede optar: urnas ecológicas y aquamación.

La aquamación se desarrolló inicialmente en Canadá, por la empresa Bio-Response Solutions, pero ya comenzó a expandirse a otros lugares como Estados Unidos, algunos países de Europa y Latinoamérica.

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Qué es la aquamación

Este método está basado en una combinación de agua y temperatura, que a través de un método físico-químico de hidrólisis permite acelerar el proceso natural de la desintegración de las células y consiste en un compostaje con capas de hojas y madera. Se obtiene, finalmente, el equivalente de cenizas.

El sistema es una técnica que brinda beneficios para el medio ambiente, ya que a diferencia de la cremación, en la aquamación no hay emisiones de dióxido de carbono (CO2) al medio ambiente, al utilizar 90% menos de energía que la cremación tradicional (con llamas) y al emitir 160 veces menos de partículas finas. Por la naturaleza de su sistema, la tecnología cumple con las regulaciones ambientales existentes y resulta un método sin contaminación, amigable con el medio ambiente, permitido solo en algunos países.

Cómo funciona la aquamación

Para lograr la hidrólisis alcalina se requiere un cilindro de acero inoxidable que es sellado herméticamente, donde se coloca el cuerpo y posteriormente se ingresa una solución de hidróxido de potasio y agua a altas temperaturas.

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Este proceso dura de tres a cuatro horas, la sustancia caliente y bajo presión facilita una rápida disolución de los tejidos del cuerpo en el interior de la caja, hasta que solo quedan los huesos blandos, lo que permite que sean triturados. Se entrega luego el polvo fino y blanco en una urna, tal como se hace con las cenizas de una cremación.

El líquido residual no contiene ADN y el procedimiento usa solo el 10% de la energía comparado con la cremación. Se ha comprobado además que el agua que queda tras el proceso de aquamación es menos dañina al medio ambiente que el agua con jabón.

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Muerte ecológica

Esta iniciativa resulta beneficiosa para medio ambiente, ya que la cremación y la inhumación liberan muchos contaminantes, mientras que la aquamación es menos energizante que la cremación por combustión y emite menos gases de efecto invernadero.

Por su parte, los ataúdes de madera y de metal también generan un impacto ecológico negativo, puesto que tardan varios años en desintegrarse. Ante esto, las urnas ecológicas sin contaminación van tomando protagonismo; son a base de arena, sal, tierra e incluso con semillas para que crezcan árboles.

FUENTE: MDZ

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