Participará de un acto previsto en la explanada de Casa de Gobierno. Hasta allí se desplazará una caravana, que llegará caminando por el microcentro desde la punta del parque San Martín.
Lo hace con un ánimo renovado en su entorno, que vio con satisfacción el desarrollo del segundo debate presidencial, en el que logró incomodar a su principal adversario, Alberto Fernández, con un compendio de señalamientos relacionados con la corrupción K.
Así, el presidente visitará hoy Jujuy, mañana Rosario, el miércoles Mar del Plata y el jueves cerrará en Córdoba su campaña proselitista.
La fórmula Mauricio Macri – Miguel Ángel Pichetto necesita una remontada de votos casi épica.
En las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias recibió un cachetazo que lo dejó 16 puntos por debajo de sus principales adversarios en el Frente de Todos, Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
El resultado final fue 47% para Fernández – Fernández contra 31% de Macri Pichetto.
Si estos números se mantienen el domingo 27 de octubre, Alberto Fernández será el próximo presidente a partir del 10 de diciembre.
Si la diferencia se achica, podría haber segunda vuelta. ¿Qué tiene que pasar para ello? Macri debería aumentar su caudal de votos al 35%, y Fernández debería perder votantes hasta reducir su porcentaje al 44%.
Así se darían las exigencias que prevé el código nacional electoral para organizar una segunda vuelta o ballotage: que el candidato más votado no supere el 45% ni alcance una ventaja del 10% sobre su más inmediato perseguidor.
(Artículo 149 de la ley 19.945, Código Nacional Electoral: resultará electa la fórmula que obtenga más del cuarenta y cinco por ciento (45%) de los votos afirmativos válidamente emitidos; en su defecto, aquella que hubiere obtenido el cuarenta por ciento (40%) por lo menos de los votos afirmativos válidamente emitidos y además existiere una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total de los votos afirmativos válidamente emitidos, sobre la fórmula que le sigue en número de votos). (Artículo 149 de la ley 19.945, Código Nacional Electoral: resultará electa la fórmula que obtenga más del cuarenta y cinco por ciento (45%) de los votos afirmativos válidamente emitidos; en su defecto, aquella que hubiere obtenido el cuarenta por ciento (40%) por lo menos de los votos afirmativos válidamente emitidos y además existiere una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total de los votos afirmativos válidamente emitidos, sobre la fórmula que le sigue en número de votos).
En la previa, casi la totalidad de los analistas políticos, consultores y periodistas con trayectoria en el rubro coinciden en que semejante epopeya es utópica. En otras palabras, ven factible que Macri puede aumentar el número de sus votantes, pero casi imposible que Fernández puede tener tamaña sangría.
Más allá de las interpretaciones que puedan hacerse de los debates televisivos, sus argumentos se basan en los enormes problemas que atraviesa la economía, rubro en el que la gestión actual muestra evidentes fracasos.
En ese contexto, el gobernador Gerardo Morales lo esperará con una tensa calma.
Fue reelecto el 9 de junio en una elección mucho más ajustada de lo que él hubiera querido, por lo que se aseguró una gestión más en la provincia.
Sin embargo, el cambio de escenario político en el país podría ser dramático para una gestión con pronunciado desequilibrio fiscal. Jujuy históricamente siempre gasta más de lo que tiene en materia de recursos, y la administración de Morales profundizó esa situación.
Un triunfo de Alberto Fernández, además, como mínimo reflotaría la discusión sobre la situación de Milagro Sala. Es lo que Morales y sus seguidores llaman “la paz social”, que se enorgullecen haber conseguido con el encarcelamiento de la dirigente.
Aunque Alberto Fernández no lo hizo públicamente, Cristina Kirchner, su compañera de fórmula, sí sostuvo que Sala es una perseguida política.
Aunque un cambio en el poder ejecutivo no debería representar ninguna consecuencia para una cosa juzgada en el poder judicial en Jujuy, la presión política ha demostrado tener peso para influir a los jueces.
Todos esos condimentos se unirán esta tarde para gritar Sí se puede, quizás con una mezcla de convicciones y temores.