Está muy claro que la política ya no puede resolver los problemas en soledad. La dirigencia debe entender que además de trabajar para la gente hoy también es con la gente.
La teoría de la ley del más fuerte nos ha llevado a esta situación de quebranto a todo nivel.
Venimos de 20 años de enfrentamiento sin sentido es por ello que debemos tener claro que el cambio de época impone la cooperación que es lado opuesto a la idea de la lucha o del famoso “ustedes o nosotros”.
Sin cooperación no habrá logros puntuales. Además no es lo mismo colaborar que cooperar. Cooperar implica una decisión, un compromiso aún mayor.
La Legislatura es un espejo de lo que quiero explicar. Allí rige la ley del más fuerte y se impone la tiranía de las mayorías. No hay voluntad de cooperar tanto oficialistas como opositores están enroscados en esa disputa absolutamente innecesaria e improductiva.
La confrontación como la cooperación operan en distintas sintonías y en ambos casos moldean la convivencia de una sociedad dejando marcas distintas.
Algunos sectores políticos todavía creen en una lógica que no aporta nada bueno para la gente. Entienden que no hay lugar para todos entonces hay que eliminar al otro y así están convencidos de que la vida es una batalla…
La confrontación la gobierna el narcisismo egoísta. La cooperación incluye, nos vincula con el otro.
En la confrontación los actores se olvidan que necesitan del otro como condición para sobrevivir. Lo ven como el enemigo, es decir que son prisioneros de un proceso de involución moral dramático.
Hay que cambiar la lógica de que el otro es así y yo soy así y que es por eso que no hay alternativas para salir del desencuentro.
De modo que en un escenario de múltiples problemáticas tarde o temprano vamos a tener que elegir si queremos superar la decadencia entre más confrontación o más cooperación.
Las consecuencias serán diferentes en ambos casos.
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