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Imprescindibles de Alfonsina Storni

Sus tristezas y su difícil situación económica marcaron una vida compleja que siempre canalizó a través de sus dolorosas composiciones, con las cuales se encumbró como la poeta clave del llamado posmodernismo argentino.




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Alfonsina Storni (1892 -1938)



Alfonsina, siempre reconoció ser una mente varonil encerrada en un cuerpo de mujer a la que le dolió haber nacido mujer. A pesar de los desengaños amorosos que sufrió, de considerar el sexo un estigma, de su nerviosismo hasta la paranoia y de las depresiones que padeció, dedicó su existencia a luchar contra las desventajas y discriminaciones de las mujeres con una prolífica obra como escritora y también como periodista.

Su producción es necesaria porque escribió con una voz femenina, potente, irónica y moderna en una época donde tenía todo en contra: ser mujer, pobre y de principios de siglo. Fue vicepresidenta del Comité Feminista de Santa Fe, integrante de la Asociación pro Derechos de la Mujer y contribuyó a la creación de la Sociedad Argentina de Escritores. En sus poemas se definía como “la loba”.

En el prólogo a su Antología poética (Espasa Calpe-Argentina), publicada en 1938, Alfonsina dijo: “Por mucho que reniegue de mi primer modo, sobrecargado de mieles románticas, debo reconocer, sin embargo, que traía aparejada la posición crítica, hecho universalmente difundido, de una mujer del siglo XX, frente a las tenazas todavía dulces, y a la vez enfriadas, del patriarcado”.

El sábado 22 de octubre de 1938 Alfonsina Storni envió el original de su último poema, “Voy a dormir”, a La Nación y un 25 de octubre, se internó para siempre en el mar.


VOY A DORMIR

Dientes de flores, cofia de rocío,

manos de hierbas, tú, nodriza fina,

tenme prestas las sábanas terrosas

y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.

Ponme una lámpara a la cabecera;

una constelación; la que te guste;

todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes...

te acuna un pie celeste desde arriba

y un pájaro te traza unos compases

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo:

si él llama nuevamente por teléfono

le dices que no insista, que he salido...



Compartimos poemas imprescindibles:


QUEJA

Señor, mi queja es ésta,

Tú me comprenderás;

De amor me estoy muriendo,

Pero no puedo amar.

Persigo lo perfecto

En mí y en los demás,

Persigo lo perfecto

Para poder amar.

Me consumo en mi fuego,

¡Señor, piedad, piedad!

De amor me estoy muriendo,

¡Pero no puedo amar!



¿QUÉ DIRÍA?

¿Qué diría la gente, recortada y vacía,

Si en un día fortuito, por ultrafantasía,

Me tiñera el cabello de plateado y violeta,

Usara peplo griego, cambiara la peineta

Por cintillo de flores: miosotis o jazmines,

Cantara por las calles al compás de violines,

O dijera mis versos recorriendo las plazas,

Libertado mi gusto de vulgares mordazas?

¿Irían a mirarme cubriendo las aceras?

¿Me quemarían como quemaron hechiceras?

¿Campanas tocarían para llamar a misa?

En verdad que pensarlo me da un poco de risa.


VIDA

Mis nervios están locos, en las venas

la sangre hierve, líquido de fuego

salta a mis labios donde finge luego

la alegría de todas las verbenas.

Tengo deseos de reír; las penas

que de donar a voluntad no alego,

hoy conmigo no juegan y yo juego

con la tristeza azul de que están llenas.

El mundo late; toda su armonía

la siento tan vibrante que hago mía

cuando escancio en su trova de hechicera.

Es que abrí la ventana hace un momento

y en las alas finísimas del viento

me ha traído su sol la primavera.

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