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Jujuy: Entre el despotismo y la resistencia

Los peores presagios se cumplieron inexorablemente en esta Jujuy medieval. Cuando Gerardo Morales, con el concurso de su colaboracionista vocacional Rubén Rivarola, inició el proceso de reforma constitucional, expertos juristas del medio advertían acertadamente que esta reforma apuntaba únicamente a satisfacer las veleidades de Morales.

Cada persona que habite esta provincia pasará al status de “libertad vigilada”, los derechos más elementales que consagra la constitución nacional pendía del fino hilo del mandamás.

Los ejemplos y los hechos más aberrantes se sucedieron sin solución de continuidad, en Jujuy funcionaba un comisariado político con la lógica soviética, controlar cada movimiento, cada expresión intentando así disciplinar el pensamiento. Todo lo que no está con el régimen está en contra del régimen.

Fueron ocho años de infamia, ocho años donde no solo se montó un formidable aparato represor, sino que además los jujeños eran cada vez más pobres, mientras los acólitos y burócratas del régimen eran cada vez más ricos.

Disciplinaron a los políticos, a los gremios y a los medios de comunicación, solo unos pocos se negaron a someterse y la ferocidad represiva cayo indefectiblemente sobre cada uno de ellos.

Cuando los panfletos, los ejércitos de trolls no alcanzaban, la justicia comenzaba a actuar, amenazadas de carpetazos era el primer paso, y cuando no había carpetas, inventarla era la tarea. Jueces y fiscales sometidos a la ferocidad de un poder sustentado en el Ministerio Público de la Acusación y en un devaluado y loteado Superior Tribunal de Justicia.

Los casos abundan, cada uno más escandaloso que otro, vanos eran los intentos de referentes sociales, dirigentes sindicales y unos muy pocos políticos, no había forma de lograr un mínimo dejo de justicia, todo estaba perfectamente orientado a que cada palabra en cada sentencia o en cada simple oficio judicial esté perfectamente acomodado a los caprichos de Morales.

Mientras tanto, Gerardo Morales se blindaba en los medios nacionales con jugosas pautas publicitarias, solo para publinotas aparecía Morales, no había ni una sola opinión sobre lo que ocurría en Jujuy, a excepción alguna vez que Mauricio Macri calificó a Jujuy como un feudo, exacta calificación de la provincia que regenteaba Gerardo Morales.

Las aberraciones nunca cedieron a la normalidad, ni siquiera después del 10 de diciembre, cuando un nuevo gobierno llega a la provincia,

Carlos Sadir y Alberto Bernis asumieron como los antiguos griegos despedían a sus muertos, con una moneda bajo la lengua.

Lejos de asumir la gobernación, este binomio parece haberse trepado a la barca de Caronte, llevando consigo el óbolo para el perverso barquero.

Un mensaje propalado mediante plataformas de mensajería privada, daba cuenta de una supuesta infidelidad en el matrimonio del ex gobernador. Chanzas de mal gusto, ironías sin fin daban cuenta de esta supuesta situación, hasta en festivales varios no faltaban los cantores o humoristas que hacían chistes sobre el asunto.

Dos personas que viven en esta provincia, un profesor universitario y un cuenta propista publicaron en su red social X alguna humorada sobre el viralizado y supuesto episodio, terminaron presos luego de una denuncia de la esposa del gobernador y una presentación en calidad de querellante de la Secretaria de la Mujer de la provincia.

El profesor Morandini y el cuentapropista Villegas fueron víctimas de causas judiciales armadas de una manera tan burda y vil que no hubo blindaje mediático que alcanzara y los medios nacionales comenzaron a hacerse eco de la bestialidad que se vive en Jujuy.

No solo los grandes medios nacionales, el caso cruzó las fronteras argentinas, y el prestigioso tabloide El País de Madrid le dedicó una columna a esta aberración.

El común denominador en todas las notas periodísticas es el poder real que tiene Morales en la provincia y la sumisión del la justicia.

“Esta causa es directamente, un disparate que no tiene nombre, implica un enorme quebrantamiento de la libertad de expresión, que es clave en toda democracia, y de comunicación de una persona, sin ninguna fundamentación válida”, dijo en La Nación el constitucionalista Daniel Sabsay, agregando que “no se respetó el derecho de defensa. Es un caso que habla de cómo funciona la Justicia en Jujuy”.

Todo esto ocurre ante la mirada atónita de Carlos Sadir y Alberto Bernis, convertidos en impávidos espectadores con la responsabilidad de poner el cuerpo a los atropellos de un sujeto de avería que parece gozar al ver que “sus amigos” tambaleando y recibiendo los golpes de ocho años infames.

Las arcas vacías, una deuda externa inconmensurable, una deuda interna sin procedentes, reclamos salariales en cada esquina de la provincia, 65% de pobres, seis de cada diez chicos no comen de manera regular en la provincia entre otros tantos asuntos forman parte de una herencia sin precedentes.

A Jujuy no llegó un nuevo gobierno, fue la propia dupla Sadir – Bernis la que se encargó que aclarar que se trataba de una continuidad.

Poco queda para cruzar los ríos que separan el mundo de los vivos del mundo de los muertos, o se tiran de la barca dejando solo a Caronte, o su remero los conducirá directo a mundo de los muertos.

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