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Soberanía, memoria y compromiso en la cuestión Malvinas

La disposición transitoria 1ra de la Constitución Nacional argentina, aprobada por unanimidad y aclamación en la Asamblea Constituyente de 1994, establece de manera clara y contundente la ratificación de la legítima e imprescriptible soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur .

La disposición transitoria 1ra de la Constitución Nacional argentina, aprobada por unanimidad y aclamación en la Asamblea Constituyente de 1994, establece de manera clara y contundente la ratificación de la legítima e imprescriptible soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, considerándolos como parte integral e inseparable del territorio nacional.

Este compromiso constitucional refleja la firme convicción del pueblo argentino en su reclamo histórico y justo sobre estos territorios. Los fundamentos de esta soberanía argentina están arraigados en una serie de argumentos históricos y legales que se remontan a los primeros días de la independencia del país.

El Decreto del 10 de junio de 1829, que estableció la Comandancia Político y Militar de las Islas Malvinas, constituye uno de los pilares de esta reclamación.

En este decreto, se reconoce que España ejercía plena soberanía sobre las Islas Malvinas al momento del inicio del proceso de emancipación de Argentina en 1810. Se sustenta en el derecho de primer ocupante, el reconocimiento del consentimiento de las principales potencias marítimas europeas y la proximidad geográfica de las islas al continente.

La República Argentina ha heredado todos los derechos sobre los territorios que pertenecían a la antigua metrópoli española, incluyendo las Islas Malvinas y sus adyacentes.

A lo largo de la historia, Argentina ha continuado ejerciendo actos de dominio sobre estos territorios, reafirmando así su posición soberana.

La inclusión de la disposición transitoria 1ra en la Constitución Nacional argentina de 1994 refleja la voluntad inquebrantable del pueblo argentino de mantener y defender su soberanía sobre las Islas Malvinas y sus alrededores, basándose en argumentos históricos, legales y geográficos irrefutables.

A partir del 25 de mayo, fecha emblemática que marca el inicio del gobierno patrio en Argentina, se llevaron a cabo una serie de acciones que evidenciaron el ejercicio de la soberanía sobre las Islas Malvinas.

Estos actos demostrativos, iniciados apenas cinco días después de la Revolución de Mayo, reflejan el compromiso temprano y continuo del país con respecto a la reclamación de su soberanía sobre este territorio.

Uno de los primeros gestos significativos fue la orden de la Primera Junta, emitida poco después de su establecimiento, para el pago de los sueldos adeudados al ex comandante de Malvinas, Gerardo Bordas.

Esta acción puso de manifiesto el reconocimiento y la legitimidad de la autoridad argentina sobre las islas.

La carta enviada por el General San Martín en agosto de 1816, desde Mendoza, en la que solicitaba el envío de los detenidos en Malvinas para incorporarlos al Ejército de los Andes, es otro ejemplo elocuente de la convicción de nuestros próceres respecto a la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas.

Un hito fundamental en la historia de la reclamación argentina fue la toma formal de posesión y el izamiento de la bandera nacional en las Islas Malvinas el 6 de noviembre de 1820.

Este acto simbólico representó el ejercicio concreto de la soberanía argentina sobre el territorio, consolidando así la posesión efectiva que se remontaba a los primeros años de la independencia.

La creación de la Comandancia en las Islas Malvinas en 1829, con la designación de Luis Vernet como su titular, también constituyó un paso importante en la afirmación de la soberanía argentina sobre el archipiélago.

Sin embargo, la usurpación británica de las Islas Malvinas en 1833 marcó un punto de inflexión en este proceso. Este acto de fuerza fue parte de una estrategia colonial británica más amplia, dirigida a controlar los pasos interoceánicos y expandir su influencia en la región.

Esta usurpación implicó consecuencias desastrosas para la población local, incluyendo muertes, esclavitud y explotación económica.

A pesar de la ocupación británica, Argentina nunca renunció a su reclamo de soberanía sobre las Islas Malvinas.

Desde entonces, ha protestado enérgicamente contra este acto ilegítimo y ha mantenido su posición firme en la búsqueda de una solución pacífica y justa a la controversia.

La persistencia de esta disputa hasta el día de hoy se debe en gran medida a la negativa del Reino Unido a abordarla de manera seria y constructiva.

El conflicto bélico de 1982, no resolvió la cuestión de soberanía sobre las Islas Malvinas, como lo dejó claro la Resolución 37/9 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptada poco después del final de las hostilidades.

A pesar de los acontecimientos de ese año, la disputa territorial entre Argentina y el Reino Unido persiste, y el reconocimiento internacional de la situación sigue siendo inequívoco.

Es crucial comprender que la disputa no se limita únicamente al archipiélago de las Malvinas, sino que se extiende a otras áreas del Atlántico Sur, incluyendo las Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes.

Esta región abarca más de 2.000.000 de kilómetros cuadrados, convirtiéndola en una de las zonas más ricas y estratégicamente importantes del planeta.

Las motivaciones detrás de la usurpación británica de las Islas Malvinas en 1833 y su persistencia en mantener el dominio colonial sobre ellas no están relacionadas principalmente con los habitantes actuales de las islas. Más bien, estas acciones se vinculan con intereses geopolíticos y económicos más amplios, como el control de la Antártida y la dominación del pasaje bioceánico.

La presencia de una enorme base militar británica en la región subraya la importancia estratégica que el Reino Unido atribuye a estas islas y sus alrededores.

Este despliegue militar no solo refuerza la ocupación británica de las Islas Malvinas, sino que también tiene implicaciones significativas para la estabilidad y seguridad de toda la región del Atlántico Sur.

La persistencia del dominio colonial británico sobre las Islas Malvinas y áreas circundantes no solo representa una afrenta a la soberanía argentina, sino que también refleja la complejidad de los intereses geopolíticos y estratégicos en juego en la región.

La resolución de esta disputa requiere un enfoque diplomático y multilateral que tenga en cuenta no solo los reclamos históricos y legales, sino también las preocupaciones y derechos de todas las partes involucradas.

La causa de las Islas Malvinas es una que une profundamente al pueblo argentino en su conjunto.

Es fundamental comprender los fundamentos históricos, jurídicos y políticos que respaldan nuestro legítimo reclamo sobre las Islas Malvinas, así como también estar conscientes de los verdaderos intereses en juego en la región del Atlántico Sur.

Además, es crucial respetar el profundo sentimiento de pertenencia de nuestro pueblo hacia este territorio y hacia aquellos valientes que lucharon para que nuestra bandera vuelva a ondear en estas tierras.

La promoción de un debate serio y fundamentado sobre una causa tan justa como la de las Islas Malvinas requiere el compromiso de todos los argentinos y argentinas, independientemente de su afiliación política. Solo a través del entendimiento mutuo, el respeto por la historia y la determinación de alcanzar una solución pacífica y justa, podremos avanzar hacia la resolución de esta cuestión que está tan arraigada en el corazón de nuestro país.

En el corazón de cada argentino late un profundo y emotivo deseo de construir un modelo de país que nos incluya a todos, sin distinciones ni sectarismos de ningún tipo.

Esta noble aspiración ha enfrentado, a lo largo de la historia, numerosas dificultades y divergencias que en ocasiones nos han sumido en enfrentamientos estériles y superficiales, alejándonos del destino de unión y grandeza que como pueblo debemos alcanzar.

Sin embargo, en medio de estas diferencias, hay símbolos, gestas y hechos históricos que trascienden las pertenencias partidarias e ideológicas, uniéndonos en la reivindicación de nuestra identidad nacional.

La causa de las Islas Malvinas es uno de estos símbolos indiscutibles, que evoca en cada argentino un sentimiento irrenunciable de soberanía y amor por nuestra nación.

Por ello, el reconocimiento perpetuo y la reivindicación constante del valor y heroísmo de nuestros veteranos de guerra se convierten en un mandato sagrado que debe ser practicado plenamente en todos los ámbitos culturales, educativos y políticos.

Es imperativo luchar incansablemente contra cualquier intento de colonización pedagógica y contra los procesos desmalvinizadores que obstaculizan el conocimiento preciso de nuestros jóvenes sobre los fundamentos jurídicos e históricos que respaldan nuestra legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares que constituyen una parte fundamental de nuestro territorio nacional.

Solo a través del reconocimiento de nuestra historia y la defensa firme de nuestros derechos soberanos podremos avanzar como pueblo hacia un futuro de unidad, justicia y grandeza, donde la causa de las Islas Malvinas ocupe el lugar que le corresponde como emblema de nuestra identidad nacional y símbolo de nuestra lucha por la libertad y la integridad territorial.

A 42 años del desembarco de nuestros soldados en Malvinas, mantenemos un profundo y sincero convencimiento de que el recuerdo de esta gesta debe servir para fortalecer nuestra identidad como pueblo y como nación.

El reconocimiento y la reparación histórica a nuestros veteranos de guerra, así como el mantenimiento perpetuo del legado representado por los 649 héroes que dieron su vida en aquella lucha, deben unirnos y hermanarnos en un mismo grito y una misma fe.

El sacrificio y la valentía demostrados por aquellos que defendieron nuestra soberanía en las Islas Malvinas deben ser honrados y recordados con el más alto respeto y gratitud.

Su heroísmo es un ejemplo vivo de amor por la patria y de compromiso con los valores más elevados de justicia y libertad.

Es en el reconocimiento y la valoración de esta gesta histórica donde encontramos la fuerza y la inspiración para continuar construyendo un país más justo, inclusivo y soberano.

Mantener viva la memoria de nuestros héroes nos permite afirmar nuestra identidad nacional y reafirmar nuestro compromiso con la defensa de nuestros derechos y nuestra integridad territorial.

En este aniversario, renovemos nuestro compromiso de mantener viva la llama del recuerdo, de honrar la memoria de aquellos que sacrificaron sus vidas por la patria, y de seguir luchando por la justicia y la soberanía en nuestras Islas Malvinas.

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