Política | Gerardo Morales | Populismo | Jujuy

A Morales no le gusta que le digan populista

A través de la historia el populismo se ha manifestado tanto en la derecha como en la izquierda y apareció en países de todos los continentes.

El populismo no tiene ideología ni nacionalidad. Pero donde emerge sus efectos siempre son nefastos, llevando a la ruina a grandes naciones, en La Argentina, a este fenómeno lo vemos y lo padecemos hasta el día de hoy.

Hay que entender que la esencia del populismo es la división. Todo lo que tocan los populistas lo dividen, pero fundamentalmente, las élites o los burócratas del poder populista son por definición corruptas e inmorales.

Esta maniquea división de la sociedad hace que los populistas corrompan el mismísimo sentido de la política. En un mundo de buenos y malos, la esfera política deja de ser un lugar donde se forjan compromisos para alcanzar el bien común y se transforma en un campo de batalla.

Como el populismo se construye en una política basada en el conflicto, siempre intenta construir una figura mesiánica, un salvador.

Esta lógica hace que se normalice que el líder ataque e insulte a sus oponentes. El objetivo de un populista no es razonar, es el de vencer.

Esta obsesión hace que el populismo sea una senda hacia la dictadura. Intenta ser la voz del pueblo, razón por la cual todo quien se le oponga es necesariamente visto como un infame enemigo del pueblo que dice defender.

El populista divide a todo bueno y malo y en esa lógica perversa es inconcebible que los opositores sean buenas personas o que discrepan de buena fe, sino que necesariamente les endilgan motivaciones siniestras.

La construcción es tan perversa que comienzan a crear fanáticos fundamentalistas que indefectiblemente terminan viviendo en un mundo paralelo viendo permanentemente teorías conspirativas que solo viven en su aturdida imaginación.

Si un político abraza al populismo, sea de derecha o izquierda, tenga por seguro que son lobos con piel de oveja.

"Descalifico a quienes nos dicen populistas…", dijo Morales, a sabiendas que en realidad a quien tildan de populista en Juntos por el Cambio es el propio Morales, que es un populista de pura cepa, pero en estos tiempos y como buen populista, enfermizamente intenta negar su condición.

El costoso acto de Gerardo Morales el sábado en la Capital Federal, fue un acto de neto corte populista, buscando permanentemente más divisiones, se plantó en la lógica de nosotros y ellos, pero lo curioso, aunque para nada sorprendente, es que los dardos del mandatarios jujeño, en absoluta consonancia con el kirchnerismo, apuntaron directamente contra el ex presidente Mauricio Macri.

Morales fue parte activa del gobierno de Macri, inclusive se jactaba de que era su amigo, eso sin contar que tenía la desfachatez de aconsejarlo en la gestión.

"Liderar no es creernos el mejor equipo en 50 años para después fracasar", disparó el titular de la UCR, lógicamente sin asumir el rol que tuvo durante la administración del ingeniero, sin contar los formidables recursos extraordinarios que llegaban a la provincia, por ejemplo para pagar sueldos.

Tampoco Morales se acuerda que Cauchari llegó con una ayudita, luego que Jujuy saliera segunda en la licitación; o bien cuando el Gobierno Nacional, a la hora de avalar los créditos miró hacia otro lado cuando advirtió que se estaba pagando un sobreprecio de más del 100%.

Morales sin límites ni pudores, usó un supuesto homenaje a Alfonsín y la Democracia, para intentar convertirlo en un homenaje a su persona.

Los radicales quedaron sorprendidos por el paso fugaz de Larreta en el acto en Costa Salguero, en donde estuvo menos de cinco minutos y evitó subirse al escenario.

Muchos quedaron algo desorientados, ya que se suponía que era el momento para cristalizar un eventual acuerdo con Morales y la prehistoria del radicalismo.

El jefe de Gobierno porteño llegó cerca del mediodía a la trastienda del salón en el que esperaba la militancia y los principales dirigentes radicales. Se sacó unas fotos con Gerardo Morales y Lousteau y salió del edificio. Luego de unos segundos de charla con Emiliano Yacobitti y Rodrigo de Loredo, se subió a la van y abandonó el predio en el que PRO monta sus búnkeres desde hace más de una década.

Pero como sucedió en otras ocasiones, el gesto quedó a mitad de camino de manera suficiente como para enojar a los propios y no terminar de convencer a los ajenos.

Consideraciones políticas de la prensa especializada seguiremos leyendo con el correr de los días, de la miasma manera que volverán a proliferar las publinotas a Gerardo Morales, pero lo concreto es que una vez más el mandatario local mostró su hilacha mas populista en el gran escenario nacional.

Hay algo que los argentinos ya tienen más que claro y es que una nación que abraza al populismo abraza su propia ruina.

Dejá tu comentario