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La educación como única salida

En una encuesta realizada por el observatorio argentino por la educación junto a secretaría de integración socio urbana del ministerio de desarrollo de la nación, logró determinar que la valoración de la escuela sigue siendo positiva en los sectores más vulnerables de la sociedad, donde las condiciones de vida distan mucho de las aceptables.

Esta valoración surge en los barrios donde las personas no tienen trabajo, donde las condiciones de pobreza y marginalidad son cada vez más notorias.

Esta encuesta fue realizada a 540 familias. Se trata de un estudio exploratorio realizado en los barrios que integran el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) en los que se encuentran las villas y asentamientos de argentina.

Son nueve de cada diez familias que viven en barrios populares las que consideran que sus hijos tienen mayores posibilidades de conseguir empleo si terminan el secundario.

Los números demuestran que estas personas que ya no tienen nada o van camino a ello siguen teniendo la esperanza que sus hijos podrán salir de esa situación, y el único camino que ven posible es la educación.

Pero a la vez reclaman que es fundamental adquirir saberes en materia de oficios, como así también lograr que las orientaciones de los institutos educativos estén más orientadas al mundo del trabajo.

En esta encuesta, surge un dato absolutamente trascendente, a la hora de consultar sobre los saberes que las personas entienden que deben adquirir, un idioma extranjero ocupa un lugar relevante.

El informe lleva por título “¿qué esperan de la educación las familias de los barrios populares?”, y estuvo a cargo de la investigadora Gabriela Catri.

Lo que también está muy claro en este informe es que las familias siguen asociando a la escuela con la posibilidad de conseguir un buen empleo, con ser alguien en la vida.

El hecho de que, a pesar de todo, la escuela siga teniendo una valoración tan buena es un dato positivo.

Hay una asociación entre la escuela y la posibilidad de un futuro mejor, con un trabajo en blanco.

Esta relación de la educación y el trabajo entre los jóvenes fue el marco de referencia que el último informe de CIPPEC y argentinos por la educación tomó como punto de partida para analizar cuánto y cómo incide finalizar la escuela secundaria con el acceso a empleo de calidad, lo que supone que las chances de que “se abran más puertas” para esa persona en su futuro aumenten.

Se puede afirmar que los jóvenes que terminan la secundaria tienen más probabilidades de acceder a trabajos de calidad. por ejemplo, en 2021, el 33% de los jóvenes de 25 a 29 años con secundaria completa accedió a empleos considerados “de calidad”, mientras que el 9% que no concretó la educación media puso acceder a esta categoría.

Los datos muestran una mejora en el acceso y terminalidad del nivel secundario en las últimas dos décadas. el título secundario es valorado por el mercado cuando comparamos el tipo de empleo que tienen quienes cuentan con título secundario versus quienes no han completado el nivel.

El estudio indagó sobre las demandas espontáneas de las familias y sobresale la necesidad de orientar una formación vinculada a la salida laboral. si bien pretenden que la escuela aborde cuestiones como educación sexual integral, arte, deporte, cultura, los intereses por oficios, idiomas y actividades vinculadas al mundo del trabajo, son predominantes.

En cuanto a las demandas de infraestructura, el 35% de las familias señala que la escuela a la que asiste su hijo se encuentra en condiciones regulares y el 50% afirma que está en buenas condiciones; el 13% restante percibe malas condiciones. los aspectos que más se repitieron fueron los déficits en calefacción (40%) y baños (39%). también se evidenció la necesidad de más aulas, espacios de recreación, mayor mantenimiento y seguridad.

Otro de los puntos relevantes de la encuesta tiene que ver con la comida, en la mayoría de los casos, solo reciben una comida liviana.

En primaria, solo el 10,4% de los que van 4 horas o menos reciben almuerzo mientras que ese porcentaje aumenta a 62,1% para los que van más de 4 horas. En la secundaria, reciben almuerzo el 25,2% de los que asisten 4 o menos horas y el 25,9% de los que asisten más de 4 horas.

Todo indica que como sociedad estamos formando individuos que pareciera que no son aptos para el mundo del trabajo o por lo menos no están a la altura de las expectativas que el mundo del trabajo pone en ellos. Antes veíamos este descalce solamente en relación a las habilidades técnicas y ahora también se suma el desencuentro en la habilidades cognitivas y socioemocionales, en las llamadas habilidades blandas.

El desencuentro que vemos entre empresas y candidatos es algo que los jóvenes también perciben. no es cierto el preconcepto de que son apáticos sobre su futuro. Ellos no saben cuál es la mejor forma de buscar trabajo y el tema de la inserción laboral les causa temor. Pareciera que a ambas partes, empresas y candidatos, les cuesta entenderse.

No hay que perder de vista que tanto las habilidades cognitivas como las socioemocionales se forman en la escolaridad, en el entorno familiar, y en las experiencias laborales y sociales, para incorporarse paulatinamente a los individuos como capacidades de su personalidad.

Estamos dándole más peso a las habilidades de formación que a las habilidades socioemocionales. Nuestro país tiene un gran desafío educacional y de formación. Enfrentamos datos de pobreza alarmantes, pero lo es mucho más aun el dato de deserción escolar y carencia de finalización del ciclo secundario, hoy requisito básico para la obtención de cualquier empleo.

Nos toca convivir con un mundo laboral que enfrenta cambios vertiginosos y continuos que impactan de manera directa en la forma en que trabajamos. este cambio de herramientas, de procesos y de sistemas para hacer las cosas incide de manera directa en las habilidades que se necesita de la fuerza laboral.

En la educación está la llave para las oportunidades y el desarrollo profesional.

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