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Los gavilanes, un éxito: ya no hay palomas en el césped del Monumental

Mauro Príncipe, uno de los cetreros que se encargan de controlar la plaga en el Monumental, dice que "ya no baja ni una sola" al campo de juego y que ahora las están neutralizando en las tribunas.

  • El objetivo: espantar a las palomas que se devoran las semillas que se plantan en el campo de juego.
  • No es que los rapaces se las van a comer: vuelan sistemáticamente alrededor de donde está la plaga.
  • Las palomas al ver una señal de peligro abandonan el lugar.

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Mauro Príncipe no sólo es uno de los 70 argentinos que practica el milenario arte de la cetrería (cazar con aves rapaces entrenadas por el hombre): este abogado de Venado Tuerto, 44 años de edad, hincha millonario, también es uno de los tres que se dedica al control biológico de fauna. Y aunque fue Diego Bustamante quien firmó contrato por un año con River para espantar a las palomas que tantos dolores de cabeza provocaban a los encargados del mantenimiento del césped porque se devoraban las semillas que se plantaban en el campo de juego, Príncipe celebra el triunfo que lograron con su socio, con el que acostumbra a trabajar en forma mancomunada, al igual que con un mendocino que tiene todo su arsenal puesto al control de las bodegas, especialmente en trabajos grandes como el de River.

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Dueño de tres gavilanes mixtos hembras (son más grande en tamaño y peso que los machos, pesan entre 800 gramos y un kilo), el venadense logró monetizar un hobbie poco frecuente para solucionar un problema frecuente en zonas urbanas con muchas edificaciones: la presencia de las palomas europeas. En esa línea se unió a un trabajo en el Monumental que, según él, ya cumplió la primera etapa: que las palomas ni se acerquen al perímetro de césped sintético que hoy rodea al terreno de 105 metros por 70. "El estadio es un monstruo y ahora estamos trabajando en los anillos por fuera. Y también neutralizamos la zona de los palcos", aseguró orgulloso.

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Y conseguir el objetivo, al parecer, requiere de un enorme despliegue. "Hay 12 pájaros trabajando todo el día allí", detalló Príncipe, quien contó que además de los gavilanes el trabajo también se puede hacer con halcones o águilas Harris. "No es que los rapaces se van a comer a las palomas: vuelan sistemáticamente alrededor de donde está la plaga -explica- para realizar algunas capturas. Esa situación es decodificada por el resto, que ve una señal de peligro, se da cuenta de que hay un depredador en la zona y abandona el lugar".

Quien no abandona su objetivo es Príncipe, quien paradójicamente no soltará las palomas en un club en el que sus futbolistas históricamente acostumbran hacerlo. Él, directamente, las ahuyentará.

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FUENTE: OLE

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