Es innegable que la situación laboral en Argentina requiere una intervención profunda y urgente. La falta de empleo formal y el alto nivel de informalidad representan barreras significativas para el desarrollo económico y la calidad de vida de los trabajadores. La realidad demanda una reevaluación del marco regulatorio laboral existente, que pueda generar condiciones propicias para la creación de empleo, el fomento de la inversión y el impulso de las pequeñas y medianas empresas.
El desafío de la reforma laboral en Argentina
En una economía estancada, donde el crecimiento del empleo formal en el sector privado no ha sido sostenible durante al menos una década y la mitad de los ocupados se encuentran en la informalidad, es evidente que el marco regulatorio laboral necesita ser debatido y revisado. Sin embargo, la postura de ciertos referentes sindicales y políticos, incluido el presidente Alberto Fernández, que rechazan la reforma laboral de manera inflexible, plantea la pregunta de si existe espacio para el diálogo constructivo o si la sociedad no puede permitirse más demoras en esta discusión.
El panorama laboral en Argentina ha sido testigo de un estancamiento preocupante en los últimos diez años. Si se observa a mediano plazo, las cifras porcentuales apenas se alejan del cero antes de la coma. En mayo del 2022, según el último dato disponible, el número de asalariados registrados en empresas privadas alcanzó los 6.124.780, lo que representa un incremento de apenas 0,97% en comparación con el quinto mes de 2012. En otras palabras, prácticamente no ha habido variación en una década en la que la población creció aproximadamente un 13%. Aunque ha habido algunos meses ligeramente mejores, debido a aumentos temporales en el empleo que no se pudieron mantener, tampoco se ha sostenido a largo plazo el crecimiento de la actividad económica.
En términos generales, la cifra de ocupados con aportes ha avanzado un 15,5% entre 2012 y 2022, según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino publicados por el Ministerio de Trabajo. Esto se explica porque, mientras el empleo dependiente del sector privado se ha mantenido estancado, el número de empleados registrados en el sector público, considerando diferentes niveles estatales, ha crecido un 29,2% (alcanzando los 3.353.939 empleados, según los datos más recientes). Además, el número de monotributistas ha experimentado un incremento del 54,2% (con un total de 2.304.912), de los cuales 432.428 se encuentran en la categoría social, la cual ha experimentado un crecimiento aún más pronunciado, con un 150% en el período considerado. También ha habido un aumento en la cantidad de personas registradas en el servicio doméstico, aunque desde antes de la cuarentena de 2020 se ha mostrado una tendencia a la baja, con una diferencia del 20,4% entre 2022 y 2012. Por otro lado, el número de autónomos ha experimentado una caída de casi un 2%.
La dinámica del mercado formal muestra solo una parte de la realidad laboral, caracterizada por una alta informalidad muy vinculada a la pobreza, por un esquema de planes sociales sin mecanismos eficientes de entrada y salida, por una alta conflictividad, y por una proporción elevada de empresas que dicen tener dificultades para encontrar candidatos y cubrir puestos vacantes. El 73% de los ejecutivos argentinos sostuvo eso al responder a un relevamiento reciente de la firma Manpower, desde donde advierten que el índice detectado en el país es el mayor en 10 años.
Según los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), los trabajadores informales representan aproximadamente un tercio del universo de asalariados. Sin embargo, si ampliamos la perspectiva y consideramos a todos los ocupados, incluyendo tanto empleados dependientes como cuentapropistas, la participación de los trabajadores no registrados se eleva al alarmante 50%.
Estos índices reflejan una realidad preocupante que persiste desde hace años y que tiene un impacto significativo en la vida de muchas personas. Los trabajadores informales se enfrentan a múltiples carencias, ya que suelen carecer de protección social, acceso a beneficios laborales, seguridad en el empleo y estabilidad económica. Esta situación precaria afecta su calidad de vida y dificulta el desarrollo personal y profesional.
La propuesta de una reforma laboral en Argentina ha sido históricamente un tema espinoso y polémico. Gobiernos anteriores, como el de Fernando De la Rúa y Mauricio Macri, fracasaron en sus intentos de implementar cambios en este ámbito. Sin embargo, la necesidad de abordar esta cuestión se vuelve cada vez más apremiante, ya que el sistema laboral actual encarece y limita la contratación de empleados por parte de las pequeñas y medianas empresas (Pymes).
Este problema se ha traducido con vemos hoy en un alto desempleo y en la creciente dependencia del empleo público y los planes sociales. En este contexto, surge la interrogante sobre cómo abordar esta "vaca sagrada" de la reforma laboral sin generar un terremoto político y sin afectar los derechos adquiridos de los trabajadores.
La resistencia a la reforma laboral por parte del sindicalismo y algunos gobernadores se basa en la idea de que se intentará quitar derechos a los trabajadores. Sin embargo, una encuesta realizada por FGA, una reconocida encuestadora, revela que la percepción de la población podría ser diferente si se explica adecuadamente la propuesta de reforma.
Según los resultados, alrededor del 62% de los encuestados está de acuerdo en que una reforma laboral es necesaria para que los empresarios puedan contratar más empleados. Sin embargo, al presentar la perspectiva sindical, el nivel de aprobación baja al 40%, evidenciando la resistencia existente.
Sin embargo, la encuesta revela una sorpresa interesante. Cuando se explica detalladamente la reforma laboral, proponiendo que se respeten los derechos adquiridos de los empleados actuales en relación de dependencia, pero se flexibilicen las condiciones de contratación para los nuevos empleados, más del 70% de los encuestados la aprueba.
Esta muestra de apoyo sugiere que existe una comprensión mayoritaria de la necesidad de generar empleo privado y mejorar las condiciones para el desarrollo de las Pymes.
Los fracasos previos en los intentos de reforma laboral se atribuyen, en gran medida, a la falta de asesoramiento y comunicación efectiva por parte de los líderes políticos.
El desafío radica en encontrar la forma de debatir y liderar la opinión pública en temas controvertidos, incluso cuando existen voces en contra. Históricamente, los líderes políticos argentinos han carecido de liderazgo comunicacional y valentía para abordar estos debates.
Una reforma laboral no implica quitar derechos a los trabajadores actuales. La Ley de Contrato de Trabajo establece que los contratos deben ser respetados y no pueden ser modificados unilateralmente. Por lo tanto, cualquier reforma laboral debería enfocarse en mejorar las condiciones de contratación para los nuevos empleados, fomentando la generación de empleo privado y promoviendo el crecimiento económico.
La implementación de una reforma laboral en Argentina se ha convertido en una necesidad imperante para superar el atraso económico y generar empleo privado. Aunque el tema ha sido tradicionalmente espinoso y ha generado resistencia, la encuesta realizada por FGA muestra que, correctamente explicada, la propuesta de reforma laboral podría contar con un amplio apoyo de la población. Es fundamental que los líderes políticos asuman el desafío de comunicar eficazmente la importancia de esta reforma y lideren el debate público, sin temor a las voces en contra. La Argentina necesita una transformación profunda en su sistema laboral para impulsar su desarrollo económico y mejorar las oportunidades para todos sus ciudadanos. Como decía el expresidente brasileño Fernando Henrique Cardoso, gobernar es explicar, y aquellos que busquen resolver el drama económico argentino deberán comenzar por una reforma laboral, pero esta vez, con una estrategia comunicacional sólida y un liderazgo decidido.
La inercia de una década sin avances significativos en el mercado laboral argentino debe ser abordada con determinación. El estancamiento no puede ser tolerado, ya que afecta la calidad de vida de los trabajadores y limita el potencial de crecimiento económico del país. Es hora de que los actores políticos, sindicales y sociales unan sus esfuerzos para encontrar soluciones concretas que impulsen el empleo formal, fortalezcan la protección laboral y generen oportunidades para todos los argentinos. Solo a través de un enfoque integral y colaborativo podremos superar este desafío y sentar las bases de un futuro laboral próspero y equitativo.
En una economía reprimida solo se pueden generar ocupaciones de baja calidad y bajos ingresos y, a lo sumo, puede mantenerse un stock renovable de empleos de mayor productividad. En ese contexto, resulta algo básico entender que actuar de manera aislada sobre las regulaciones laborales no es una estrategia adecuada. Se requiere actuar en la macro y en la micro de manera simultánea.
El desafío, es rediseñar el sistema para una economía con estabilidad de precios y con apertura a la competencia; en ese supuesto, los salarios reales aumentarían y no estaría la inflación para ayudar a licuar costos laborales, como ocurre en un contexto como el actual.
En definitiva, habrá que lograr mejoras de productividad constantes, para bajar los costos laborales unitarios.
El sistema de contratación tiene que proteger al empleado y también a la fuente de trabajo; el pasivo laboral de las pymes muchas veces las lleva a la quiebra y una pyme quebrada es lo peor que le puede pasar al trabajador.
El sistema laboral argentino es rígido en la entrada, caro de mantener durante la vigencia de las relaciones laborales y litigiosas cuando finaliza.
El cambio de lógica es imprescindible y urgente.