A los 18 años recibió el primer gran golpe de la vida: en 1885, sus padres fallecieron con dos días de diferencia, ella por neumonía y él por un ataque al corazón. Dos años después conoció al pintor italiano Santiago Falcucci, con quien tomó varias clases. Pronto Lola comenzó a retratar a distintas personalidades de la alta sociedad de la provincia, lo que le permitió entrar a cierto círculo del poder y enseguida llegaron los trabajos por encargo.
En 1894 exhibió por primera vez una gran colección de todos aquellos retratos y recibió muy buenas críticas. Eso la animó a viajar a Buenos Aires para pedir una beca y perfeccionar sus estudios en Roma. La ganó, claro, y estudió con el pintor Francesco Paolo Michetti y con el escultor Giulio Monteverde.
Con su regresó a nuestro país, en el 1900, también volvieron los trabajos por encargo. Realizó los bustos de varias personalidades de la política y la aristocracia argentina, entro ellos Juan Bautista Alberdi, Facundo Zuviría, Aristóbulo del Valle, Carlos María de Alvear y Nicolás Avellaneda.
También trabajó con las alegorías: las estatuas de La Justicia, El Progreso, La Paz y La Libertad, ubicadas en la Casa de Gobierno de nuestra provincia de Jujuy.
El Trabajo que se encuentra en la Plazoleta Urquiza, también en Jujuy.
Y por último Los Leones, ubicados en la plaza central del barrio ciudad de Nieva.
Además realizó algunas esculturas en el Monumento Histórico Nacional a la Bandera, en la ciudad santafesina de Rosario.
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Aunque tal vez su obra más reconocida es la Fuente Monumental de las Nereidas, que representa a los seres mitológicos que asisten al nacimiento de la diosa Venus. El destino original era la Plaza de Mayo de la Ciudad de Buenos Aires, justo frente a la Catedral. Debido a que mostraba la desnudez de los personajes femeninos, se la colocó finalmente en la Costanera Sur.