Hay dos frases que me han impresionado en las últimas horas, las expresiones de Milei sobre su intención de ponerle un clavo al cajón del kirchnerismo con Cristina Kirchner adentro y las declaraciones sobre el fallecido Ginés Gonzales García a quien Milei calificó como un personaje siniestro.
La violencia en el discurso político no es el camino
Los conflictos hoy ocupan el centro de la escena mundial fundamentados sobre todo en el insulto y en el agravio.
Sabemos de la última gestión de Ginés pero no es un término propio de un presidente para calificar a una persona muerta aun considerándose un adversario. Tampoco los ataques al periodismo como inútiles, ensobrados, ratas, o degenerados.
Pero cuidado, no es un tema solamente del presidente argentino, también Donald Trump calificó de “mierda” a la candidata Kamala Harris.
Los conflictos han estado siempre a lo largo de la historia en la vida de las personas.
En los años que vivimos aumenta la presencia de conflictos entre todos los seres humanos como consecuencia de la rapidez con que se viven las cosas.
En otros tiempos la cuestión era diferente, el ritmo de vida era menos acelerado, sin embargo, esto no justifica para nada lo que vemos hoy.
Ocurre que las personas estamos continuamente en conflicto con nosotras mismas, con la naturaleza que nos rodea y con los demás.
Veamos los conflictos bélicos que se mantienen presentes desde hace tiempo y otros que emergen en este momento; no solo hablo de conflictos entre estados sino también aquellos que se dan en nuestra vida cotidiana.
Creo que las situaciones conflictivas se pueden convertir en situaciones de aprendizaje que requieren de la responsabilidad de las partes y así llegar a la reconciliación para reconstruir las relaciones humanas.
Los conflictos se regulan transformando los sentimientos negativos como el rencor y el odio en sentimientos positivos que promueven la cooperación, la confianza, el reconocimiento y la solidaridad. Hoy no lo veo en la Argentina y, además, le digo que un país no es solo superávit fiscal, es respeto, tolerancia, equilibrio emocional, etc.
Hay que dejar de lado la violencia y la aniquilación haciendo uso del diálogo y la empatía.
La existencia del diálogo solo se hace posible si existe amor hacia el mundo y hacia el resto de las personas, ya que el amor es un acto de valentía y de compromiso.
Estas expresiones de odio del presidente o de cualquier dirigente, empresario o periodista no son algo innato en nosotros mismos sino algo que podemos aprender socialmente al igual que amar y que por esta misma razón también podemos transformar.
Sino impulsamos esta transformación la recuperación de argentina será muy traumática.
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