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La ministra Miriam Serrano logró transformar a docentes en emprendedores

Lo que ocurre en Jujuy es una ilustración clara de doble discurso político: por un lado, candidatos a diputados nacionales que prometen una revolución educativa y presentan planes grandiosos en plena campaña; por otro, la realidad de los docentes que deben vender lo que pueden para llegar a fin de mes, mostrando una precariedad laboral que no admite improvisación.

Esas imágenes de cincuenta maestras y maestros en la plaza, con sus emprendimientos y sus historias de lucha, revelan una brecha brutal entre lo que se dice en los discursos oficiales y lo que sucede en las aulas. No se trata solo de salarios bajos; se trata de un sistema que, cuando se agranda la demanda educativa, no está a la altura de las necesidades diarias de las escuelas.

Cuando un docente tiene que dividir su tiempo entre la clase y un pequeño negocio para hacer frente a los gastos, la fuerza con la que organiza la jornada educativa se resiente: menos tiempo para planificar, para formarse, para asesorar a cada alumno con la atención que merece, y más presión para cubrir costos con improvisaciones que terminan por afectar la calidad educativa.

Esa realidad cotidiana no es un detalle menor: es la base sobre la que se sostiene la experiencia de aprendizaje de miles de estudiantes que, a la larga, van a definir el futuro de la región y del país. Si la educación es la herramienta para salir de la pobreza, la promesa de una revolución educativa sin respaldo real se convierte en una sentencia para demasiados jóvenes que terminan siendo víctimas de la ineficacia presupuestaria.

El plato roto en la mesa educativa no lo pagan las palabras bonitas ni las cifras grandilocuentes; lo pagan los alumnos y las familias, que ven cómo faltan materiales, cómo se extienden las jornadas con tareas extra que no siempre se reconocen ni se remuneran; cuando sabemos que en el Ministerio de Educación hay más empleados admirativos que docentes y sin embargo los docentes tienen que hacer trámites administrativos que no hacen esas personas calentado sillas en el palacio del ministerio de educación.

Las condiciones laborales de las docentes se deterioran cuando deben recurrir a ese tipo de ingresos paralelos. Sus cabezas están divididas en dos de modo que así, a la larga, ni una cosa ni la otra. Sin quitarle merito a la voluntad de hacer cosas para sobrevivir, el resultado final es más precarización.

Una revolución educativa seria en el mundo sería un cambio profundo, estructural y sostenido que transforme de manera tangible la calidad, la equidad y la relevancia de la educación para todas las personas. No se trataría de ajustes cosméticos ni de promesas de corto plazo, sino de una reconfiguración del sistema educativo para que responda a las demandas actuales y futuras de la sociedad, la economía y la convivencia democrática.

En primer lugar, tendría que haber un compromiso real de financiamiento suficiente y previsible, de modo que las escuelas cuenten con infraestructura digna, materiales actualizados, tecnología adecuada, conectividad en todas las comunidades y salarios acordes al trabajo que realizan los docentes.

Este financiamiento debe ser estable a largo plazo, con presupuestos que acompañen ciclos escolares completos y que permitan planificar estrategias pedagógicas, formación continua para maestros y desarrollo profesional sin depender de cambios de gobierno o de coyunturas económicas. en segundo lugar, la revolución educativa requeriría un currículo flexible y pertinente que incorpore habilidades del siglo xxi, como el pensamiento crítico, la alfabetización digital, la resolución de problemas complejos, la colaboración y la educación para la ciudadanía, sin abandonar las bases tradicionales como la lectura, la escritura y las matemáticas.

Esta currícula tendría que adaptarse a las realidades locales y regionales, respetar la diversidad cultural y lingüística y promover la inclusión de estudiantes con distintas capacidades y contextos, desde zonas urbanas a comunidades rurales.

En tercer lugar, la evaluación debería dejar de centrarse casi exclusivamente en exámenes estandarizados para valorar solo contenidos de memoria y pasar a medir de forma integral el aprendizaje real, el progreso individual y la capacidad de aplicar conocimientos en situaciones reales.

El caso alemán: después de dos guerras Alemania planificó su reconstrucción priorizando un tema: la educación.

Primero eduquemos a nuestra gente después vendrá la reconstrucción de las ciudades y todo lo que produce la crueldad de una guerra. Pero primero la educación.

Hoy Alemania es una sociedad altamente capacitada y totalmente reconstruida después de tanta locura provocada por la ignorancia del hombre.

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