La pandemia de coronavirus impacta en países desarrollados de forma trágica.
Latinoamérica en general y Argentina en particular, cuentan con la fortuna de mirar la película ya comenzada en otras latitudes, lo que da la posibilidad de aprender de la experiencia vivida en Asia y en Europa, donde la subestimación se transformó en miles de muertos.
Para alcanzar esa comprensión y actuar en consecuencia hizo falta, entre otros factores esenciales, la predisposición extraordinaria de los principales líderes políticos del país que se pusieron a trabajar en conjunto, posponiendo rivalidades partidarias e ideológicas para otro momento.
Esto se expresa en la foto entre Alberto Fernández, presidente de la nación surgido de sectores tradicionales del peronismo, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno porteño y eventual heredero de Mauricio Macri para la refundación del PRO, y Axel Kicilloff, gobernador de Buenos Aires y exponente del kirchnerismo cuya jefa política es la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Espacios políticos y concepciones ideológicas en principio distintas que debieron confluir en medio de una emergencia sorpresiva y vertiginosa.
Aunque no haya mediciones puntuales, es evidente y se puede apreciar en el reflejo que entregan las redes sociales y en los análisis políticos de la hora, que esa capacidad de trabajo conjunto es celebrada por una enorme mayoría en la población argentina.
Con sentido común se puede advertir que el comportamiento de Fernández, Larreta y Kicilloff lleva algo de tranquilidad en medio de la zozobra generalizada.
La misma lectura cabe y se hace extensiva para la actitud adoptada por los líderes parlamentarios, explicitada en la conferencia de prensa conjunta brindada por Sergio Massa (Frente de Todos), Mario Negri (Juntos por el Cambio), Luis Naidenoff (Juntos Por el Cambio), Christian Ritondo (PRO), Maximiliano Ferraro (CC) y Eduardo Bali (Interbloque Federal), entre otros.
“El coronavirus no es de ningún partido político”, dijeron.
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Otra réplica de la positiva superación de la grieta fue la imagen del momento mismo en el que el presidente Alberto Fernández comunicaba la imposición de una cuarentena obligatoria en todo el país. En este último momento participó el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales.
En la Quinta de Olivos y para informar de una decisión fundamental, el presidente eligió rodearse de líderes representativos del abanico político argentino: Omar Perotti, gobernador de Santa Fe, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno de CABA, Axel Kicilloff, gobernador de Buenos Aires y Gerardo Morales, gobernador radical de Jujuy.
Luego se conoció que en la previa hasta el ex presidente Mauricio Macri había llamado a su sucesor, Alberto Fernández, para expresarle su apoyo.
El mensaje en todos los casos es el mismo: el momento no admite grieta ni mezquindades políticas.
Todo el repaso que antecede sirve para validar la pertinencia del siguiente planteo: ¿Qué actitud están teniendo los líderes políticos en la provincia de Jujuy?
En diferentes niveles, dirigentes representativos de la provincia forman parte del estado, y más allá de los lugares que ocupen circunstancialmente, todos están (o deberían estarlo) al servicio de la población, que en definitiva los está contratando/eligiendo.
En consecuencia, y sólo con ese razonamiento, es exigible que cada uno trabaje para sobrellevar esta crisis en la provincia.
Lo que cabe preguntarse es cuál es la mejor forma en la que pueden hacerlo.
Hasta aquí el gobernador Morales ha tomado decisiones que gozan de amplio consenso de la ciudadanía. Los jujeños, en general, consideran que el mandatario ha interpretado rápido la gravedad de las circunstancias y actuó en consecuencia, incluso antes que el gobierno nacional.
Teniendo esto en cuenta, ¿necesita de la ayuda del peronismo? Más aún ¿debe considerar su colaboración?
Los dirigentes del PJ, por su parte, ¿tienen herramientas para aportar en la crisis? ¿Las están ofreciendo?
Con un estilo de conducción avasallante, Morales deja poco margen para opiniones alternativas. No obstante, es posible que en el peronismo, que gobernó Jujuy desde el regreso de la democracia hasta 2015, haya cuadros con experiencia valiosa que podría ser útil en una situación límite como la actual. Está en ellos ofrecerla de manera desinteresada y sin el mínimo vestigio de mezquindad ni oportunismo político, y está en el gobernador saber identificar esa fuente de ayuda y aprovecharla sin desprecio y con humildad.
Hay legisladores de larga data, algunos de conocidos pasos por el poder ejecutivo. Otros con acceso a áreas en el gobierno nacional, ex funcionarios que militan hoy desde algún lugar y otros en el ostracismo pero con conocimientos de los vericuetos de la administración pública. ¿Tendrán algo para aportar?
Por el momento ni unos se ofrecieron ni otro los convocó. Con algunos el gobernador mantiene diferencias que parecen irreconciliables. El senador Guillermo Snopek y la diputada Carolina Moisés, parecen ser los ejemplos más claros.
Pero aún así, la pregunta sigue siendo pertinente. Si en el país la dirigencia política pudo superar circunstancialmente la grieta, si cada uno está colaborando desde su lugar en una situación donde lo que está en juego es nada más ni nada menos que la vida de las personas, cabe plantearse si la clase dirigente en Jujuy ha alcanzado ese nivel de comprensión y madurez.