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Eduardo Galeano, cronista del tiempo

EDUARDO GALEANO

 

“Voy escribiendo cuando la mano me pica… Los libros me escriben”

 

Eduardo Galeano nació en Montevideo el 3 de septiembre de 1940. Incipiente primavera.

Quizás una de las razones de su clarividencia humana, de su comprensión del espíritu de la gente, de los niños que deben viven en la "libertad de creer que la naturaleza es sagrada", del arte y su influencia en el hombre, de su mirada tierna y a veces dolorida, mirada que quiere tocar la nuestra.

Como escritor conviven en su obra el ensayo, la narrativa, el periodismo comprometido. Es ante todo un cronista de su tiempo certero y valiente. Retrata con agudeza no solo la sociedad contemporánea sino también la historia de la humanidad con humor e ironía. Sabe hacerlo mediante anécdotas y relatos sencillos tomados de la vida diaria a través de hechos y personas poco conocidos.

Serpentea su obra una estética universal que logra llegar al corazón y a la mente del lector.

 

El siguiente texto de Espejos. Una historia casi universal  lo define:

 

“Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.

Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas locas las Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.

Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.

Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo”.                                                      

 

* *

 

Mujeres en el jardín por Vincent Van Gogh.

 

 

LOS JUEGOS DEL TIEMPO

 

DIZQUEDICEN QUE había una vez dos amigos que estaban contemplando un cuadro. La pintura, obra de quién sabe quién, venía de China. Era un campo de flores en tiempo de cosecha.

Uno de los dos amigos, quién sabe por qué, tenía la vista clavada en una mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas. Ella llevaba el pelo suelto, llovido sobre los hombros.

Por fin ella le devolvió la mirada, dejó caer su canasta, extendió los brazos y, quién sabe cómo, se lo llevó.

El se dejó ir hacia quién sabe dónde, y con esa mujer pasó las noches y los días, quién sabe cuántos, hasta que un ventarrón lo arrancó de allí y lo devolvió a la sala donde su amigo seguía plantado ante el cuadro.

Tan brevísima había sido aquella eternidad que el amigo ni se había dado cuenta de su ausencia. Y tampoco se había dado cuenta de que esa mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas, llevaba, ahora, el pelo atado en la nuca.

 

* *

 

LAS TRAMPAS DEL TIEMPO

 

SENTADA DE cuclillas en la cama, ella lo miró largamente, le recorrió el cuerpo desnudo de la cabeza a los pies, como estudiándole las pecas y los poros, y dijo:

-Lo único que te cambiaría es el domicilio.

Y desde entonces vivieron juntos, fueron juntos, y se divertían peleando por el diario a la hora del desayuno, y cocinaban inventando y dormían anudados.

Ahora este hombre, mutilado de ella, quisiera recordarla como era. Como era cualquiera de las que ella era, cada una con su propia gracia y poderío, porque esa mujer tenía la asombrosa costumbre de nacer con frecuencia.

Pero no. La memoria se niega. La memoria no quiere devolverle nada más que ese cuerpo helado donde ella no estaba, ese cuerpo vacío de las muchas mujeres que fue.

 

De Memoria del fuego/ El siglo del viento, 1982.

 

Nuestro homenaje a un gran pensador y escritor.

 

Susana Quiroga

 

Libros:

La obra de Eduardo Galeano abarca los más diversos géneros narrativos y periodísticos. Escritor prolífico. Algunos de los  títulos suyos a destacar son Los días siguientes(1962), China, crónica de un desafío (1964), Los fantasmas de día de León (1967), Guatemala, país ocupado (1967).  Su trilogía Memoria del fuego, que combina elementos de la poesía, la historia y el cuento, está conformada por Los nacimientos (1982), Las caras y las máscaras(1984) y El siglo del viento (1986), Nosotros decimos no (1989), El libro de los abrazos (1989), Las palabras andantes (1993), El fútbol a sol y sombra (1995), Las aventuras de los jóvenes dioses (1998), Patas arriba. La escuela del mundo al revés(1999), Bocas del tiempo (2004) y Espejos. Una historia casi universal (2008). Falleció a los 74 años en Montevideo, su ciudad natal.

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