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La encrucijada de la educación técnica: adaptarse o quedar rezagados en la era digital

La educación técnica en Argentina se encuentra en una encrucijada crucial: la necesidad de adaptarse a un entorno tecnológico en constante cambio. Este desafío no es menor, ya que la velocidad con la que avanza la tecnología genera una presión constante sobre los contenidos educativos y los métodos de enseñanza.

Esta brecha entre la formación académica y las demandas del mercado laboral es cada vez más evidente, y tanto docentes como estudiantes se ven afectados por sus consecuencias.

En este contexto, los educadores se enfrentan a la imperiosa necesidad de reinventarse continuamente para no quedar rezagados, un reto que, de no ser afrontado adecuadamente, podría agravar la desconexión entre la educación técnica y el mundo laboral.

Carlos Pallotti, director académico de la Fundación Naos, ha dedicado años a analizar este campo y se ha convertido en un referente en la promoción del desarrollo tecnológico y productivo del país. Su experiencia, que incluye la fundación y dirección de empresas de software, le otorga una perspectiva privilegiada para reflexionar sobre los desafíos que enfrenta la educación técnica en Argentina.

En una entrevista reciente, Pallotti ofreció una visión crítica y profunda sobre el perfil que deben adoptar los docentes en disciplinas tecnológicas, destacando la necesidad de integrar la inteligencia artificial en la enseñanza y abordando las deficiencias del sistema educativo técnico.

Uno de los puntos más destacados de su análisis es la necesidad de que los docentes sean más ágiles y adaptables que sus propios alumnos y que el vertiginoso ritmo de cambio de las tecnologías. Pallotti advierte que muchos educadores se quedan anclados en conocimientos que, si bien fueron útiles en el pasado, hoy resultan obsoletos. Esta rigidez impide que los docentes se actualicen de manera adecuada, lo que los coloca en una posición de desventaja frente a sus estudiantes, quienes, en muchos casos, manejan mejor las nuevas herramientas tecnológicas. El uso de la inteligencia artificial es un claro ejemplo de este fenómeno; muchos docentes se sienten atrapados, sin saber cómo integrarla efectivamente en su enseñanza, mientras que los alumnos ya están utilizando estas herramientas con naturalidad y las empresas demandan habilidades específicas relacionadas con ellas.

Para Pallotti, la solución a este dilema radica en una reevaluación del rol del docente, quien debe evolucionar de ser un simple transmisor de información a convertirse en un mentor capaz de guiar a los estudiantes en el desarrollo de su propio pensamiento crítico y en la investigación autónoma. En un mundo donde el acceso a la información es prácticamente ilimitado, el verdadero valor del docente reside en su capacidad para acompañar a los estudiantes en su proceso de aprendizaje, ayudándoles a filtrar, interpretar y aplicar el conocimiento de manera efectiva. La tecnología, lejos de ser una amenaza, puede ser una herramienta poderosa para amplificar la influencia de un buen docente, permitiendo que su conocimiento llegue a un público mucho más amplio.

No obstante, Pallotti también señala una preocupante falta de preparación en el uso de tecnologías avanzadas por parte de los docentes. La brecha entre la familiaridad tecnológica de los alumnos y la de sus maestros es cada vez más profunda, lo que compromete la calidad de la enseñanza. Esta situación no es exclusiva de Argentina, pero en el contexto local, donde la docencia a menudo está mal remunerada, este estancamiento es particularmente alarmante. Muchos educadores permanecen en una zona de confort que no fomenta la actualización constante de sus habilidades, lo que, a su vez, repercute negativamente en la calidad de la educación que pueden ofrecer.

La educación técnica en Argentina, según Pallotti, necesita evolucionar no solo para ofrecer conocimientos teóricos, sino también para proporcionar habilidades prácticas que permitan a los estudiantes ingresar al mercado laboral con competencias específicas y actualizadas. Lamentablemente, muchas escuelas técnicas en el país siguen utilizando métodos pedagógicos obsoletos, que no preparan adecuadamente a los alumnos para los desafíos del mercado laboral moderno. El aprendizaje de habilidades digitales, la programación de robots o el manejo de maquinaria automatizada son solo algunos ejemplos de áreas en las que se requiere una actualización urgente.

Pallotti destaca que la mayor deuda del sistema educativo técnico en Argentina es que, al finalizar sus estudios, los egresados no cuentan con las habilidades necesarias para desempeñarse en el ámbito laboral. Las escuelas técnicas, que originalmente surgieron como instituciones para formar en oficios, han perdido su conexión con las necesidades del mercado laboral. Este desajuste no solo perjudica a los estudiantes, quienes invierten años en una formación que no les garantiza una inserción laboral efectiva, sino que también afecta al desarrollo productivo del país, al no contar con una fuerza laboral adecuadamente capacitada y adaptable a las nuevas tecnologías.

Este análisis de Pallotti no solo es una llamada de atención sobre el estado actual de la educación técnica en Argentina, sino también una invitación a repensar profundamente su estructura y objetivos. La educación técnica debe recuperar su propósito original de vincular la formación académica con el mundo laboral, pero con una mirada hacia el futuro que incluya las competencias digitales y tecnológicas que serán cada vez más esenciales.

La educación técnica en Argentina enfrenta un desafío complejo que requiere un enfoque multifacético. No basta con actualizar los contenidos; es necesario reconfigurar el rol del docente y adaptar los métodos pedagógicos a las exigencias de un mundo en constante cambio. Solo así se podrá cerrar la brecha entre la formación académica y las demandas del mercado laboral, asegurando que los estudiantes no solo egresen con un título, sino también con las habilidades necesarias para enfrentarse y triunfar en el mundo real. La educación técnica debe ser un puente hacia el futuro, y ese puente debe estar construido sobre la base de una enseñanza dinámica, adaptable y profundamente conectada con la realidad laboral y tecnológica de hoy.

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