La sentencia fue dictada el 13 de septiembre pasado en el marco de un acuerdo de juicio abreviado, que incluyó una reparación dirigida a 23 de las 27 víctimas por ser personas mayores, de entre 69 y 80 años, que cobraban la jubilación mínima y presentaban un alto grado de vulnerabilidad.
En carácter de reparación económica, Mendoza hizo entrega de una suma de 483 mil pesos, suma que fue distribuida por intermedio de la fiscalía entre los jubilados afectados. Además, se impuso al empleado el cumplimiento de ciertas reglas de conducta y la realización de tareas comunitarias durante los dos primeros años de la condena.
El daño provocado por el empleado bancario se estimó en una suma que supera los 4 millones de pesos. En este contexto, se destacó el aporte de 1,8 millones realizado por el banco, a fin de cubrir algunas de las maniobras fraudulentas cometidas por el acusado.
De acuerdo con lo establecido en la investigación, Mendoza había ingresado a trabajar al Banco Nación en 2014 y fue desafectado en octubre del año pasado. Al analizar su trayectoria laboral, la fiscalía concluyó que Mendoza no era solo conocido por los clientes, sino también por toda la ciudad de San Pedro, donde el empleado reside.
Las estafas
En efecto, varios de los hechos descriptos tuvieron lugar a finales de 2020 y principios de 2021, en momentos en que la pandemia había obligado a tener ciertas restricciones, lo que implicó menor cantidad de personal y, por lo tanto, un menor control del personal.
A lo largo de su carrera, Mendoza llegó a cumplir varias funciones dentro de la entidad, entre las que se destacan la de responsable de plataforma operativa y la de ayudante de firma para gerente, con lo cual para la fiscalía el condenado conocía como ningún otro trabajador el movimiento interno, como también a la mayoría de las personas que visitaban el banco.
Una de las maniobras más frecuentes que se detectaron fue la toma de préstamos, cuyos valores eran inmediatamente redirigidos a otras cuentas, una de ellas perteneciente a la pareja del condenado.
Con un celular, el condenado generaba una cuenta en la aplicación digital BNA+ sin el consentimiento de sus clientes, a quienes tomaba fotografías tipo selfie de frente y perfil y de sus documentos. Así, daba de alta el usuario y concertaba prestamos que, luego de impactar en la cuenta de los clientes, eran transferidos a distintas cuentas destinatarias.
Dos víctimas exhibieron un documento suscripto por el condenado que daba cuenta que no era necesario que sacaran turno para concurrir a la entidad bancaria y que debían ser atendidos solo por él.