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Alarmante pobreza infantil en Argentina

El reciente informe realizado por la Universidad Católica Argentina (UCA) ha revelado cifras alarmantes sobre la pobreza que afecta a los niños y adolescentes en nuestro país. Estos datos ponen de manifiesto una realidad desgarradora que requiere una atención inmediata y acciones concretas por parte de la sociedad y las autoridades.

El informe de la UCA destaca que 6 de cada 10 niños y adolescentes en Argentina viven en situación de pobreza, lo que refleja una crisis social profunda que no se ha resuelto. A pesar del aumento en la cobertura alimentaria, esta no se ha traducido en una reducción significativa de estas cifras alarmantes.

El acceso a alimentos es un problema crítico para estos jóvenes, ya que muchos no pueden satisfacer sus necesidades básicas diarias. Según el informe, el 13,1% de los niños y adolescentes se encuentra en situación de indigencia, lo que significa que no tienen suficiente para comer. Además, el estudio revela un aumento en los niveles de trabajo infantil, que han vuelto a niveles pre pandemia, lo que agrava aún más la situación.

La brecha de desigualdad social en términos de privaciones de recursos para los niños y adolescentes es significativa. A pesar de los esfuerzos de algunas ayudas sociales, como la Asignación Universal por Hijo, la pobreza sigue persistiendo, incluso con un leve descenso entre 2021 y 2022.

Es preocupante notar que la inseguridad alimentaria continúa en aumento. El estudio muestra que el 59,3% de los niños y adolescentes depende de comedores, copas de leche y escuelas para poder comer. Millones de jóvenes no tienen acceso a una alimentación saludable y suficiente.

Allí reportaron una reducción en la dieta total necesaria alcanzando el 31,4% en 2022. Mientras que aquellos que sufren de "hambre" (o inseguridad alimentaria severa) y demostraron que no accedieron en los últimos 12 meses a los alimentos necesarios, un total del 12,3%.

El trabajo infantil es una problemática que ha estado presente a lo largo de la historia, y su complejidad se ha agravado durante la pandemia del Covid-19. El reciente informe publicado por la UCA pone de manifiesto los altibajos que ha experimentado esta realidad, evidenciando la penetración de la ayuda social del Estado como una medida para compensar la falta de acceso a bienes y servicios de los sectores más vulnerables.

Durante la pandemia, se observó una abrupta caída en los niveles de trabajo infantil, lo que evidencia el impacto de las políticas de ayuda social y la ampliación de beneficios implementados entre 2020 y 2021. Estas medidas tuvieron un efecto protector sobre los hogares donde los niños y adolescentes asumían el rol de "sujetos proveedores", realizando tareas domésticas o trabajando para generar ingresos adicionales al grupo familiar.

En 2019, los niveles de trabajo infantil eran alarmantes, alcanzando un 14,7%. Sin embargo, durante el año 2020 y 2021, estos índices experimentaron una drástica disminución, situándose en el 5,3% y 7,7% respectivamente.

Lamentablemente, en el año 2022, como consecuencia de la crisis macroeconómica, el fenómeno del trabajo infantil ha vuelto a crecer, alcanzando niveles similares a los previos a la pandemia, situándose en un preocupante 14,8%. Este retroceso es un llamado de atención para no bajar la guardia en la lucha contra esta problemática y buscar soluciones sostenibles en el tiempo.

El informe de la UCA nos muestra claramente que el trabajo infantil es una realidad compleja y persistente, que resurge en momentos de crisis económica. Si bien las políticas de ayuda social han tenido impacto al reducir temporalmente los índices de trabajo infantil, es necesario abordar las causas estructurales que perpetúan esta problemática.

La protección de los derechos de los niños y adolescentes debe ser una prioridad en la agenda política y social. Es necesario fortalecer los sistemas de protección social, promover la educación y el acceso a oportunidades que permitan romper el ciclo de la pobreza y la explotación laboral.

La erradicación del trabajo infantil no es una tarea fácil, pero debemos perseverar en nuestros esfuerzos. Necesitamos políticas integrales que aborden las causas subyacentes y brinden oportunidades reales de desarrollo a nuestros niños y adolescentes.

Como sociedad, debemos comprometernos a construir un futuro en el que todos los niños y adolescentes tengan la posibilidad de crecer y desarrollarse en un entorno seguro, libre de explotación y con acceso a una educación de calidad. Solo así podremos construir un país más justo y equitativo para las futuras generaciones.

Es imperativo que como sociedad tomemos conciencia de esta realidad desgarradora y nos movilicemos para abordarla de manera efectiva. No podemos permitir que nuestros niños y adolescentes sigan sufriendo las consecuencias de la pobreza y la falta de oportunidades.

Los gobiernos deben adoptar medidas urgentes para garantizar el acceso a una alimentación adecuada, así como para combatir el trabajo infantil y cerrar las brechas de desigualdad. Además, es esencial promover políticas integrales que aborden las causas profundas de la pobreza y fomenten la inclusión social y económica de todos los niños y adolescentes en Argentina.

Es responsabilidad de todos, como sociedad, trabajar juntos para asegurar un futuro mejor para nuestras generaciones más jóvenes. La infancia es la base de una sociedad próspera y justa, y no podemos permitir que se vea eclipsada por la pobreza y la desigualdad

El progresivo deterioro de la clase media en términos económicos es un tema que genera gran atención y preocupación en nuestra sociedad. Este fenómeno, que se viene gestando desde la crisis de 2001, ha sido agravado por la pandemia del Covid-19, como evidencia el informe de pobreza infantil de la UCA.

El informe revela que los sectores de la clase media que antes integraban el estrato económico medio ahora forman parte de los niveles más bajos de la sociedad. Este fenómeno se ha reflejado especialmente en la situación económica de los niños, cuya tasa de pobreza se mantiene en niveles similares a los previos a la pandemia.

En el período de 2019 a 2022, se ha observado un preocupante aumento del 10% en el número de niños pobres dentro de los niveles socioeconómicos medios. En 2022, el 61,3% de los niños pertenecientes a esta clase social se encontraban en situación de pobreza, en comparación con el 54,4% registrado en 2019.

El informe resalta el impacto creciente en las infancias de los sectores medios, especialmente en áreas clave como la alimentación, la salud y la educación. Es importante destacar que, desde el inicio de la pandemia, el Estado ha ampliado los servicios de cobertura social, lo que ha llevado a un aumento en la dependencia de las ayudas sociales por parte de los sectores medios.

En este sentido, resulta innegable que las clases medias se han visto obligadas a recurrir cada vez más a la asistencia del Estado como consecuencia de la crisis económica derivada de la pandemia. "Las clases medias han tenido que acudir a recibir ayuda y alimentos del Estado", expresó Ianina Tuñón, una de las autoras del informe.

El informe de pobreza infantil de la UCA pone en evidencia la cruda realidad de la caída de la clase media y su impacto directo en la infancia. Es fundamental que las autoridades tomen conciencia de esta problemática y adopten medidas concretas para frenar este deterioro y brindar un futuro más esperanzador a los niños y niñas de nuestro país.

Es necesario fortalecer políticas sociales y económicas que promuevan la recuperación y el crecimiento de la clase media, así como también garantizar el acceso a una alimentación adecuada, atención médica y educación de calidad para todos los niños, sin importar su nivel socioeconómico.

La sociedad en su conjunto debe reflexionar sobre esta situación y promover un debate informado y comprometido, con el objetivo de construir una sociedad más equitativa y justa, donde la pobreza infantil sea una problemática del pasado.

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