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Comprometerse con la ESI para evitar casos de abuso en escuelas, la opinión de un especialista

Referente de la ONG "Adultxs por Derechos de la Infancia" estos abusos sucedieron siempre y pidió trabajar al respecto. Su testimonio llega después del caso que conmovió a Monterrico.

  • Repercusiones tras las denuncias de abuso a niños de un jardín de Monterrico.
  • Sebastián Cuattromo, de la ONG “Adultxs por Derechos de la Infancia” dijo que para evitar un nuevo caso “sería imprescindible que cada escuela esté atravesada por el compromiso con la Ley de ESI”.

Las denuncias de abuso de menores en un Jardín de Infantes de Monterrico conmovieron no solo a esa localidad sino a la provincia.

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El referente de la Organización No Gubernamental (ONG) "Adultxs por Derechos de la Infancia", Sebastián Cuattromo, dijo que “según nuestra experiencia como sobrevivientes de abuso sexual en la infancia esto es algo que sucedió siempre. Es una injusticia y un delito histórico. La novedad esperanzadora es que, con las luchas que venimos llevando adelante, distintos sobrevivientes en todo el mundo, desde hace años, logramos que esto se vea, que aflore, que esté empezando a tener presencia en las agendas pública y social. Es el punto de partida para poder cambiar esta historia, recordando que, según una campaña pública del consejo de Europa, este es un delito que sufre 1 de cada 5 niños. Estamos hablando del 20% de la población”.

“Muy doloroso pero es una estadística europea, y (por) nuestro trabajo en Argentina la hacemos propia porque da cuenta de la masividad y la transversalidad que tiene este delito en el conjunto de sociedades y comunidades, teniendo además bien presente que donde más presencia tiene el abuso sexual contra la infancia es en las familias, de todos sectores sociales, culturales y económicos. Ahí es donde 1 de cada 5 algo que da cuenta que esta es una injusticia histórica y que nos atraviesa como sociedad”.

Comprometerse con la ESI para evitar casos de abuso en escuelas, la opinión de un especialista

“Hay un rol fundamental del Estado en sus distintos niveles: nacional, provincial, municipal, como garante y promotor de los derechos de la infancia, y desde esa obligación que tienen los Estados en sus distintos niveles hay políticas públicas. En materia educativa, por ejemplo, la ley de Educación Sexual Integral (esi) que a nuestro criterio es una muy buena herramienta de trabajo para que niñas y niños sean sujetos de derecho en sus escuelas en relación al sujeto de abuso sexual en particular, que demuestra la aplicación de la ley de ESI que, por cierto, todavía está muy lejos de ser una realidad como debería en todas las aulas de Argentina, y para todas las niñas, niños y adolescentes de nuestro país. Y eso habla por supuesto de una deuda del Estado y de la sociedad política en general con los derechos de infancia, y lo que demuestra la experiencia de aplicación de la ley de ESI ya mucho más de 15 años aun con todas sus falencias es que, cuando se generan contextos, condiciones para que niñas niños y adolescentes pueden hablar acerca de lo que les está pasando, que puedan trabajar sobre sus emociones, sus sentimientos, el abuso sexual en las infancias intrafamiliar empieza a aflorar como no lo hizo nunca hasta ahora. Pero porque como comunidad adulta no habíamos generado, sabido generar las condiciones para que eso sucediera, ni que hablar si, por ejemplo, los docentes se capacitan y saben empezar a ver y detectar todos los signos y síntomas físicos y conductuales que los niños de acuerdo a tal edad y a cada etapa evolutiva manifiestan cuando son víctimas de abuso sexual, porque muchas veces, cuando sos niño y sufrís abuso sexual, no lo manifestás con palabras, lo manifestás a través de tu cuerpo”.

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“Fui víctima de abuso sexual en mi escuela, a la que asistía como alumno, en ciudad de Buenos Aires, y mi abusador fue un docente y religioso católico. Este colegio se llama marianista y 20 años después, tras una lucha de reparación y justicia, pude lograr que quien había sido mi abusador y de otros niños de aquel colegio sea juzgado y condenado por el delito de corrupción de menores. Con esta, mi lucha pública desde hace tantos años, quiero decir que en mi caso fui víctima de abusos dentro del sistema educativo y tuve como abusador a un docente y además religioso católico, es dolorosa. Y angustiosamente, el abuso sexual sucede en todo tipo de ámbitos, incluyendo al educativo. Esto puede parecer muy obvio; a veces nos cuesta pensar que múltiples profesiones que como comunidad valoramos tanto y que sin duda son tan nobles y necesarias como la docencia también hay abusadores. Es más, según nuestra experiencia de tantos años de trabajo colectivo en todo el país, incluso más allá de Argentina; el año pasado estuvimos en Ginebra, en el Consejo de Derechos humanos de la ONU. Este año hicimos una gira por Marruecos, Italia, España, Portugal, Francia, Alemania y bélgica. Es una experiencia de trabajo y de compartir nuestros testimonios con la comunidad que nos llevó mucho más allá de la Argentina. Quiero decir, desde esta mirada que tenemos, siempre decimos que los abusadores eligen profesión, oficios dónde estar desde una situación de poder y acceso a niños, por eso también tantas personas adultas eligen ser padres de familia”.

“Por las distintas autoridades como comunidad apelamos al compromiso del conjunto de la comunidad adulta desde nuestros distintos roles. Desde nuestra mirada sería imprescindible que cada escuela esté atravesada por el compromiso con la ley de ESI tanto de los docentes como no docentes, de sus directivos y el conjunto de las familias. Cuando hay una comunidad adulta comprometida con la infancia como sujeto de derecho, con hacer realidad la ley de ESI con todo lo que implica, con cambios de prácticas, del modo de relación de adultos y niños, las mismas situaciones abusivas que pueden ocurrir dentro de una escuela quedan mucho más en evidencia, se generan condiciones para que salgan a la luz mucho más rápido. Si el conjunto de las personas adultas de esa escuela, tanto docentes como no docentes, como a la vez desde otro lugar las familias están comprometidos con esto, todo lo que decimos implica un gran trabajo y que hasta muchas veces por comodidad como comunidad adulta no queremos tomar ese trabajo, pero a no dudar que cuando el conjunto de la comunidad educativa de una escuela está consustanciado, comprometido con todo esto que implica cambios de relación, por eso creemos que también tantas veces como adultos preferimos seguir en la comunidad de negar a los chicos sus derechos y que todas estas cuestiones sigan estando como estuvieron hasta ahora, sostenidas sobre el sufrimiento de la infancia. Esto es lo que podemos sumar desde nuestra experiencia”.

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“Según nuestra mirada es esto que estamos diciendo y que es una tarea colectiva, esto que también trabajamos desde hace muchos años con los periodistas, con la responsabilidad que tienen los medios, me permito tomar esta otra arista porque es fundamental cómo hablamos como sociedad acerca de estos temas, cómo los comunicamos, cómo los informamos, porque como sociedad adulta todo el tiempo le estamos transmitiendo señales a la infancia. Digo esto porque generaciones de víctimas de abuso en la infancia hoy somos adultos y por eso nos llamamos sobrevivientes. Por cierto, el libro que cuenta nuestras historias se llama “Somos Sobrevivientes” y fue escrito por 8 de los mejores escritores de nuestro país como Claudia Piñeyro y Dolores Reyes. Generaciones de sobrevivientes de este delito muchísimas veces estuvimos en silencio y en soledad cargando esta injusticia a veces durante décadas, hasta que pudimos expresarlo, y eso entre otras cosas, porque sentíamos que no teníamos una sociedad, una comunidad que nos hiciera sentir que podíamos compartir lo que estábamos sufriendo sin temor a no ser creídos, sin temor a no ser discriminados, a no ser estigmatizados, y muchas veces, por ejemplo cito de mi propia historia de ese niño que fue víctima de abuso en la infancia, cómo por ejemplo para mí fue absolutamente traumático cuando sufrí abuso sexual en mi infancia a fines de los años ´80 y principios de los ´90 ver cómo en ese momento los grandes medios de comunicación de esa época trataban al llamado caso Veyra, que fueron los abusos sexuales que un personaje del fútbol profesional y la farándula mediática llamado “Bambino” Veyra cometió en perjuicio de un niño en esa época, delito por el cual este personaje fue juzgado y condenado por el Poder Judicial. Pero el tratamiento en líneas generales que se le daba en medios en esa época era un tratamiento absolutamente banalizador, sensacionalista, y el nombre del niño víctima fue dado a conocer desde un primer momento. Por supuesto que hay cambios sociales, a lo largo de las décadas podemos verlo, sociales y culturales que vamos construyendo como comunidad, pero quiero decir que el nombre de aquel niño pasó a ser una contraseña hasta de burla y mofa, sobre todo en las canchas de fútbol de aquellas épocas. Digo esto porque no son cuestiones abstractas. Mi propia historia personal en ese momento, cuál era, veía y escuchaba todo eso, entre otras cosas, en los medios de comunicación de aquella época, y todo aquello para mí fue un mensaje muy claro de silenciamiento. Veía y escuchaba eso y decía “mejor que no haga nada con lo que me está pasando porque si lo hago, esta sociedad adulta que me rodea, muy lejos de escucharme y protegerme, lo que va a hacer conmigo es transformar mi vida en el mismo calvario que está transformando la vida de este otro pibe”. Que por cierto tenía mi misma edad, mi mismo nombre y estaba sufriendo la misma injusticia, o sea que me permito sumar otra arista, y mucho más en el contexto de este diálogo en un medio de comunicación, porque son múltiples las maneras en las que cotidianamente como sociedad adulta estamos ejerciendo nuestra responsabilidad y compromiso por proteger a la infancia, y en este caso particular por protegerla frente al delito de abuso sexual”.

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