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Se nos va septiembre, pero las flores quedan…

 

ALEJANDRA PIZARNIK

 

«Simplemente no soy de este mundo… Yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva… No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie… ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver ». A. P.

Se nos va septiembre, pero las flores quedan… como Alejandra Pizarnik, que a los 36 años murió por decisión propia, el 25 de septiembre de 1972. Había nacido en Bs. As. el 29 de abril de 1936.

Se fue, pero como las flores su obra apasionada nos ha quedado, y en ella su enigma de mujer.

La muerte de su padre el 18 de enero de  1967 marcó su vida, así lo expresó Alejandra. Supo del dolor en la pérdida de imágenes, en el olvido del lenguaje, en los cuadros sombríos que pintaba.  Quizás por eso los temas recurrentes de su escritura fueron: búsqueda de identidad, construcción de la subjetividad, la infancia perdida, la muerte.

Persiguió el conocimiento y diversos aspectos del Arte. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, al mismo tiempo que se inició en el mundo de pintura de la mano del surrealista Batlle Planas. Además, de pintura estudió periodismo, técnica que utilizaría para escribir críticas en distintos periódicos hasta que se trasladó a París. Allí trabajó para la revista "Cuadernos" y varias editoriales francesas, publicó poemas y críticas en varios diarios, tradujo a Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bonnefoy, y estudió historia de la religión y literatura francesa en la Sorbona.

Pero las letras fueron su  búsqueda y trabajo constante. Nos dejó un diario de casi mil páginas, un extenso corpus de poemas, muchos escritos y relatos cortos surrealistas, y alguna novela breve.

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Entre sus obras: La tierra más ajena, 1955. Un signo en tu sombra, 1955. La última inocencia, 1956. Las aventuras perdidas, 1958. Árbol de Diana, 1962. Los trabajos y las noches, 1965. Extracción de la piedra de locura, 1968. Nombres y figuras, 1969.Poseídos entre lilas, 1969 (obra de teatro).El infierno musical, 1971.La condesa sangrienta, 1971. Los pequeños cantos, 1971. Una noche en el desierto, 1978.

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Para conocer a Alejandra hay que leer su obra, indagar en su historia, admirarla por su enunciación apasionada. Queremos en estos últimos días de septiembre recordarla con pantallazos de su vida, con  algunos de sus poemas y con el deseo de despertar la inquietud del lector por llegar a su obra y a su escritura de mujer.

 

 

La Noche estrellada por Van Gogh.

 

 

CENIZAS

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?

Porque a Ti te debo lo que soy

Pero no tengo mañana

Porque a Ti te…

La noche sufre.

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LA ENAMORADA

 

Ante la lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra Alejandra no lo niegues.

hoy te miraste en el espejo
y te fuiste triste estabas sola
y la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?


desesperada ¡nada más!

 

 

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