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Los tejidos del arte

“El violinista" por Marc Changall.

 

 

 

Ernesto Aguirre: Poesía y Música

En este mes de marzo que avanza con lluvia y sol hacia el Día de la Poesía, queremos recordar a un escritor que hizo de la escritura su pasión, en ella la música y la poesía caminan de la mano. Hablamos de Ernesto Aguirre, quien nos dejara hace unos años.

Conocimos a Ernesto en la librería Rayuela. Allí nos atendía con dedicación y hablábamos de poesía y de libros. Aprendíamos a través de las conversaciones. Recuerdo que la librería se había convertido en punto de reunión de quienes gustábamos de las letras y de los sucesos de la realidad.

Después, lo seguimos en los diferentes lugares donde trabajaba vinculados a las letras o a los libros. Condujo por Radio Nacional "Los habitantes del sol" entre 1975 y 1980, y "El Perro Flauta", por Radio Universidad y Radio Ciudad. En la Universidad estuvo vinculado con la imprenta, entre otros.

No escribía en computadora, y en variadas ocasiones nos acercaba sus poemas para que los pasaramos a un archivo, y posteriormente los publicábamos.

Decíamos que su poesía estuvo vinculada con la música, con la naturaleza, con el arte. Amaba el jazz y era feliz de que sus hijos tuvieran su pequeña orquesta de jazz.

También la montaña lo atrajo y de tal manera que fue andinista. En cuatro oportunidades llegó a la cumbre de El Chañi. En 1989 ascendió al Aconcagua en Mendoza, en Bolivia al Cherke Kollu y en 1982 también al Hayma de Potosí y al Condoriri.

Llegar a la cima y contemplar la belleza coronada de blanco del Chañi constituyó su gran asombro por su magnificencia. Esta belleza quedó para siempre grabada en su retina.

Desde la primera obra publicada, Historietas, 1978, su mirada señala la confluencia del arte, en este caso la influencia de la música, la cultura del rock y la poesía.

Sus poemas breves e intensos dejan vibrando su sentido metafórico, como también los más extensos. Para él lograr un poema en cuatro palabras era un desafío y cuando lo efectuaba se jactaba de ello.

En el prólogo de “Cuatro cartas para un puntero izquierdo” el autor confiesa el apodo que tuvo de niño, Yudica, que lo acompañó hasta su adolescencia. Y habla con él con el que fue y con el que sigue siendo. El desdoblamniento está presente, Ernesto y Yudica, Yudica y Ernesto, Ernesto y el otro como aquel personaje del Dr. Merengue. Recordamos al niño, Yudica, donde el poeta a cada paso afirma ese recuerdo de la memoria a través de la palabra, porque los hombres, los poetas, intentamos recuperar la infancia, en ese contexto radica nuestra mismidad.

Fue un poeta reconocido por la sociedad literaria jujeña y nacional. Su último premio conferido por la Secretaría de Cultura de la Provincia de Jujuy fue el  “Premio reconocimiento para artistas jujeños”, Ley 5.419, en 2015.

Murió en abril del año siguiente intentando cobrar el premio que se le había otorgado y que era demorado por las nuevas autoridades del momento. Tenía tanto para dar aun… Había nacido en Jujuy el 14 de junio de 1953.

¡Nuestro recuerdo emocionado, poeta!

 

“Soñador” por Luisa Oriza Pardo.

 

 

Susana Quiroga

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