La disparidad geográfica y política en Argentina es un fenómeno complejo arraigado en su historia y estructura económica. Esta disparidad se manifiesta especialmente en el contraste entre el Norte Grande y Buenos Aires, donde se evidencia una brecha significativa en términos de oportunidades comerciales, desarrollo socioeconómico y ejercicio democrático.
Norte Grande: Desafíos, potencial y liderazgo
La disparidad geográfica y política en Argentina es un fenómeno complejo arraigado en su historia y estructura económica.
El Norte Grande, integrado por provincias como Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, Formosa, Chaco, Misiones, Corrientes y La Rioja, muestra un prometedor potencial exportador hacia mercados internacionales como Brasil y países asiáticos. Sin embargo, esta región enfrenta obstáculos importantes debido a un sistema centralizado que desincentiva las exportaciones y fomenta una excesiva dependencia de la asistencia financiera del gobierno central.
Por otro lado, Buenos Aires, como epicentro político y económico del país, concentra poder y recursos de manera desproporcionada, contribuyendo a una dinámica económica cerrada que obstaculiza el crecimiento de otras regiones y perpetúa la desigualdad. Las provincias menos desarrolladas del país se encuentran atrapadas en un ciclo de dependencia de la coparticipación y las regalías, lo que debilita su autonomía financiera y dificulta la creación de empleo y la atracción de inversiones privadas.
Esta centralización económica también tiene importantes implicaciones políticas, exacerbando las disparidades en la vigencia de la democracia a lo largo del país. En algunas provincias, como Formosa y Santiago del Estero, la participación ciudadana se ve seriamente restringida por regímenes políticos autoritarios que limitan el poder de elección de sus ciudadanos. Estos casos ejemplifican los desafíos que enfrentan las regiones con una democracia frágil y un gobierno con amplios márgenes de discrecionalidad.
Es crucial reconocer que estas disparidades no solo tienen consecuencias económicas, sino también sociales y políticas. La falta de desarrollo económico en las provincias perjudica la calidad de vida de sus habitantes, aumenta los índices de pobreza y marginalización, y debilita la cohesión nacional.
Para abordar estos desafíos, es necesario avanzar hacia un modelo de descentralización que empodere a las regiones y fomente la diversificación económica. Esto implica una redistribución equitativa de recursos y políticas que promuevan la participación ciudadana y fortalezcan las instituciones democráticas a nivel local.
El Norte Grande, con su potencial exportador y recursos naturales, debería ser un motor de desarrollo para toda Argentina. Sin embargo, para que esto se convierta en una realidad, es imprescindible superar las barreras del centralismo y trabajar hacia un modelo más inclusivo y descentralizado que promueva el crecimiento equitativo en todo el país.
El federalismo en Argentina, en teoría, debería servir como un mecanismo de protección contra la concentración de poder y recursos en manos del gobierno central. Sin embargo, en la práctica, ha contribuido a perpetuar la desigual distribución territorial de los derechos políticos y el poder. Los gobernadores de las llamadas "provincias híbridas" han logrado consolidar su control hegemónico gracias a la generosa asignación de recursos financieros provenientes del sistema de coparticipación y otras fuentes de ingresos, como las regalías por recursos naturales.
Este exceso de recursos financieros, combinado con una economía inflacionaria, ha facilitado el manejo discrecional del dinero público y los cargos gubernamentales, lo que a su vez ha permitido la manipulación del proceso electoral en estas provincias. La concentración de empleo público en regiones como La Rioja, Catamarca y Formosa ha generado una dependencia desproporcionada del Estado, creando una dinámica de clientelismo político que socava la democracia y el desarrollo económico privado.
La asignación desigual de fondos de coparticipación también ha creado una zona de confort para los gobernadores, quienes, al depender en gran medida de estos recursos, carecen de incentivos para implementar políticas que fomenten el crecimiento económico sustentable a nivel local. Esta situación se agrava por la falta de un proyecto productivo claro en muchas regiones del interior, donde argumentos ambientalistas se utilizan como excusa para justificar la inacción gubernamental en materia de desarrollo económico.
En este contexto, es evidente que la mayor coparticipación no siempre es beneficiosa. Más bien, puede tener efectos contraproducentes al generar un ambiente de complacencia entre los gobernadores y eliminar los estímulos necesarios para promover el crecimiento económico privado y la diversificación productiva. Para revertir esta tendencia, es fundamental implementar reformas que promuevan una distribución más equitativa de los recursos, fortalezcan las instituciones democráticas a nivel local y fomenten el desarrollo económico sostenible en todas las regiones del país.
La cuestión del sistema rentístico y la dependencia del Estado no es el único factor que influye en la hegemonía política en ciertas provincias argentinas como Formosa, Jujuy, Santiago del Estero y La Rioja. Si bien el federalismo fiscal, basado en la coparticipación y los ingresos por regalías, contribuye significativamente a esta situación, también existen problemas estructurales arraigados que refuerzan el dominio político de los partidos oficialistas en estas regiones.
En contraste, provincias como Salta muestran una mayor rotación política y competitividad electoral, lo que sugiere una relación menos pronunciada entre el federalismo fiscal y la hegemonía política. Jujuy, por ejemplo, ha experimentado un cambio político significativo después de décadas de dominio peronista, lo que demuestra que la situación no es uniforme en todo el Norte Grande.
A pesar del potencial económico y geográfico del Norte Grande para acceder a mercados importantes en Brasil, el Pacífico y más allá, la región sigue enfrentando desafíos significativos en términos de desarrollo educativo, infraestructura productiva y apertura al comercio exterior. La falta de vuelos directos al exterior desde el NOA o el NEA, junto con la escasez de inversión en infraestructura, obstaculiza la capacidad de estas provincias para aprovechar plenamente su potencial exportador.
Es crucial reconocer que estas disparidades no solo tienen implicaciones económicas, sino también políticas.