Es un grave problema que la humanidad tomo como propio intentando de una manera seria hacerle frente y por lo menos encarar la senda necesaria para erradicarla.
Más femicidios en Jujuy y un gobierno extraviado
Desde hace mucho tiempo que el mundo está abocado a luchar contra la violencia de género, especialistas del todo el orbe piensan distintas estrategias para mitigar este flagelo.
Por ejemplo la Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, la ex presidente de Chile, Michelle Bachelet, ha preparado una exhaustiva agenda de políticas para poner fin a la violencia contra las mujeres en el mundo.
Centrado sus recomendaciones en tres pilares de actuación: la prevención, la protección y la provisión de servicios.
Además la ex mandataria entiende que es fundamental ratificar los tratados internacionales y regionales que protegen los derechos de las mujeres y de las niñas, además de garantizar que las leyes observen las normas internacionales en materia de derechos humanos.
También pide adoptar y cumplir las leyes de manera tajante para poner fin a la impunidad, juzgar a los culpables de violencia contra las mujeres, y otorgar reparaciones y soluciones a las mujeres por las violaciones de que fueron víctimas. Por ejemplo en Brasil, la ley Maria da Penha sobre la violencia doméstica y familiar, ha obtenido la celebración de 331.000 juicios y de 110.000 sentencias finales.
También Bachelet pide la creación de planes de acción tanto nacionales como sub nacionales para poner fin a la violencia contra las mujeres y las niñas. Es imprescindible que estos logren reunir al gobierno, las organizaciones de mujeres, otras organizaciones de la sociedad civil, a los medios de comunicación, al sector privado en un frente coordinado y colectivo que luche contra dichas violaciones de los derechos humanos.
Hacer que la justicia sea accesible para las mujeres y las niñas, brindándoles servicios jurídicos y especializados gratuitos, además de aumentar la cantidad de mujeres en los cuerpos de policía y en los principales servicios, también entiende Bachelet es fundamental.
Es absolutamente trascendente poner fin a la impunidad frente a la violencia sexual, juzgando a los culpables en contextos de conflicto y de post conflicto y respetando el derecho de las supervivientes a los programas globales de reparaciones que no generando estigmatización y que tengan un impacto de transformación sobre la vida de las mujeres y de las niñas.
Garantizar el acceso universal a los servicios esenciales, contando con intervenciones rápidas para su seguridad y protección, con viviendas y refugios seguros para ellas y sus hijos, con un seguimiento y apoyo psicosocial, con cuidados post violación, con una ayuda jurídica gratuita para que comprendan sus derechos y opciones. Los servicios tienen que ser confidenciales, sensibles y adecuados a las mujeres supervivientes.
Nada de esto se puede hacer sin otorgar recursos públicos adecuados, reconociendo el costo y las consecuencias devastadoras de la violencia contra las mujeres, no sólo por las vidas que han sido directamente afectadas, sino para la sociedad y la economía en general, así como en relación a los presupuestos públicos.
Desde la ONU, Michele Bachelet también entiende que se debe invertir en la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres para enfrentar las causas de base de la violencia contra las mujeres. Las áreas estratégicas son la educación secundaria de las niñas, el hacer avanzar la salud y los derechos reproductivos de las mujeres, y aumentar la participación y el liderazgo político y económico de las mujeres. La igualdad entre los géneros y la erradicación de la violencia contra las mujeres deben situarse firmemente en el centro de los objetivos del milenio.
Es fundamental mejorar la autonomía económica de las mujeres. Las oportunidades económicas y laborales desiguales en detrimento de las mujeres son un factor primordial que perpetúa su permanencia en situaciones de violencia, explotación y abuso.
Cuando vemos estas recomendaciones de Bachelet, realizadas desde la propia ONU, y hacemos un paralelismo con lo que ocurre en Jujuy, nos damos cuenta que acá vivimos en un permanente relato, berreta, vetusto e inservible.
El gobierno de Morales es capaz de bastardear hasta las causas más nobles como esta. A todo lo reduce a intentar sacar una ventaja política y pararse sobre la muerte de cualquiera para obtener alguna ventajita.
Uno de los puntos más escandalosos en Jujuy es el de “poner fin a la impunidad frente a la violencia sexual” para Bachelet es un punto crítico, y en esta Jujuy de Gerardo Morales, diputados y funcionarios varios están denunciados por estos hechos aberrantes, pero nada pasa, el largo brazo de la justicia se queda manco a la hora de alcanzar a aquellos protegidos por el poder político.
Nada va a cambiar en Jujuy en esta materia, a pesar del gigantesco esfuerzo que hacen las organizaciones de mujeres y la sociedad en general.
Morales ha decidido que esta cuestión sea nada más que un pretexto para nombrar militantes e intentar que el relato mantenga las aguas calmas. Pero los hechos están abrumando y dejando al denudo la indolencia y la impericia crónica de una gestión fallida.