Cumpleaños de Mario Humberto Lobo, el viento norte
Pasó un nuevo 21 de Agosto para recordarle al hincha de Gimnasia y Esgrima de Jujuy, que entre los cuadros de honor de su rica historia, contó y cuenta, con uno de los más extraordinarios jugadores que dio la provincia y que hizo feliz al pueblo "Albiceleste" desde su nacimiento hasta el último gol que su hinchada gritó. Este es el homenaje para quien vino al mundo con el apellido ilustre, que no dejó dudas de su pertenencia a esa camiseta que le hizo piel. Un delantero que - a no dudarlo- para sus rivales fue, ni más ni menos: Mario Humberto Lobo ¡El viento Norte!
Nadie vino al mundo con un nombre y apellido ilustre como él, ya que fue una marca registrada para las tribunas que lo idolatraron, como uno de los emblemas más notables de los nuevos tiempos. Porque jugar en Gimnasia y Esgrima de Jujuy, con el mote de " el lobo jujeños", no es un detalle menor. Lobo, fue un apellido que no tenía otro destino, que de ser el rótulo, de honrar la camiseta de Gimnasia... ¡Mira que apellidarse justamente lobo! , la ventura de pertenecer a un modelo de Institución.
Recuerdo aquella tarde cuando - sentado al lado de Marcial Acosta - él te mandó a llamar, cuando vos jugabas en Circulo Deportivo Policial, para que hablaras con el gran maestro. El solo te pidió volver al club de tus orígenes porque esa tarde la " rompiste" en el viejo estadio La Tablada. Entonces volviste a tu casa, más allá de tus correrías en la Avenida Párroco Marske, en las vías del ferrocarril, cerca del apeadero. También jugabas- cruzando la avenida Almirante Brown - en el barrio 17 de Agosto, en el potrero de la "Pachi" Gorriti, o en Santa Rosa, al otro lado de la ruta.
Tu vida fue presidida por el apólogo que significó el memorable Colegio El Salvador, en dónde jugabas para ese prelado del fútbol jujeño, como fue el padre Marcelo Gotigg. Por esos días, jugabas los campeonatos infantiles en los torneos Evita, o por torneos que se llevaban a cabo por el "sandwich" y la gaseosa. Tu hermano Luis era chiquito, pero vos tenías tu cláusula, ya que un emparedado y un refresco, pactabas que era para tu hermanito.
Después te abriste cancha, con tus feroces corridas y tus explosivos goles. Madurando entre la miseria de nuestra menesterosa economía del fútbol. Por eso, te fuiste a Independiente de Avellaneda, dejando tu sello en algún clásico. En esos tiempos erigiste un porvenir, tanto, que te prestaron al Sporting Cristal de Perú. ¡ Cómo no recordar aquellos dos goles que marcaste al "loco" Gatti, nada más y nada menos que en la Bombonera!
Japón te esperaba luego, para descubrir una plaza que, más adelante recurrirían varios.
Hasta que volviste a tu país, y para volver a Gimnasia y Esgrima de Jujuy (nadie imaginaba que para hacer historia). Porque la obra de "la pocha" (tu madre que te dio la vida y la luz de tu fortuna futbolera) , y tu padre quién te dio el ADN de futbolista, que trajo desde su Tucumán natal, tenía que ser una película con un final feliz, para tus obras futbolísticas.
Por eso compartiste los sabores más amargos y los gustos más dulces en tu regreso a Gimnasia. Pusiste tu zurda y hombro a los intentos del lobo, que iba y chocaba contra la adversidad de sus ansias. De ahí que los hinchas te lamentaron cuando, antes de la final con Talleres de Perico en el año 86, te quedaste al margen por una lesión, de allí que te reemplazó Gómez de Armas. Tiempos de mishiaduras, en el que al final, ganaron por penales la definición ante los poderosos Talleres de Perico, en cancha de Zapla. Un día te perdiste, allá por el historial, para regresar a Jujuy al club de tus amores, en esas luchas en medio de decepciones, hasta tener la divina revancha de llegar a lo más alto con tu querido Gimnasia.
Algún ocurrente periodista, te imaginó como en el " filme" Robocop, el justiciero de las calles, de allí que en su alegoría, te llamaba " Lobocop", el vengador de las canchas.
Sus grandes epopeyas tuvieron la compañía de sus socios y compadres del fútbol, como "el chato" Rosas y "el negro" Manuel Guerrero. ¡La escopeta de doble caño!, cuando "gatillaba" Rosas y Guerrero o Lobo eran los proyectiles, que herían de muerte a las defensas rivales.
Claro que supieron de tristezas, como cuándo perdieron ante Chicago en Mataderos 3 a 2 (ganando dos a cero). Para morderse los labios, cuando al año siguiente, Gimnasia y Tiro de Salta, los dejaría también afuera.
Pero la vida le dio revancha, en esa final ante Chacarita (Lobo marcó un gol de tiro libre), en el ascenso a la primera "B" Nacional. También se remontó como un barrilete, hacia la atmósfera del fútbol, en esa tarde imborrable ante Central Córdoba de Rosario. Él se fue a lo más alto del balompié argentino, junto al pueblo jujeño que supo acompañar.
En primera división, nadie olvidará el gol ante River el Monumental, haciendo sollozar al relator jujeño, que lo vio rematar. O aquel gol ante San Lorenzo, dejando a San Lorenzo sin campeonato, con el relato de Marcelo Araujo por la televisión, dejándolo pasmado. ¡ Ni hablar cuándo discutiste con Mauro Viale y le tiraste los auriculares, porque te quiso relajar.
¡ Una vida tan loca como la tuya!, que cuesta sintetizar... Por tus vueltas por México, Japón, Bolivia, y hasta el lejano continente de Asia. Pero tu rumbo era siempre Jujuy, para dejar tu marca de ídolo indiscutible. Porque muchos podrán ponerse la camiseta número once, pero solo el "pulga" Alderete, "chiquitín" Bulacio y vos, fueron las que la vistieron mejor.
Ya sos parte de las leyendas, sobre todo la del lobo jujeño de todas las épocas. Nadie que te haya visto, olvidará tus goles atropelladores, de zurda o de cabeza, tus explosivos, furiosos arranques por la punta izquierda, y por sobre todo, tus maravillosas "chilenas. En las canchas del barrio 1ro de Marzo, en San Pedrito, en el Colegio El Salvador, en cancha de "Caminos" en la de "bomberos" (con aquel estimado Policial), en La Tablada, en el estadio 23 de Agosto y todas canchas de Jujuy, siempre habrá una huella, que marcará la ruta por la punta izquierda o el trayecto en diagonal.
Serás perpetuo, cuando se rememoren tus aventuras, poniendo la sangre y el cuero, para "comerte" crudos a los defensores, y sobre todo la dejar bien sentado tu orgullo, el de la leyenda de Gimnasia, que aún continúa.
Mario Humberto Lobo, con tan solo tu apellido, la historia parece volver a empezar.