23 de noviembre: Se nos iba Oscar Sánchez, el heredero de Ramón Ojeda
Por aquí paso Oscar Sánchez debería haber grabado sobre el cemento del Coliseo 23 de Agosto del barrio Luján o un patriarca del fútbol le podría decir a los nuevos hinchas, como una fábula de los cuentos del lobo, que existió un jugador como el boliviano – y a mucha honra- como Sánchez, que le hizo honor a la camiseta N.º 2, que lució esplendorosa sobre el plexo orgulloso, Ramón “El Chueco” Ojeda un mariscal que fue llamado por ejemplo por Racing de Avellaneda, ya que había que reemplazar al “Mariscal” Roberto Perfumo, ya que Roberto ya estaba en River.
Las comparaciones suelen ser antipáticas e invitan a la reflexión, pero también a la discusión. Pero lo que será indubitable que Oscar (con acento en la o) Carmelo Sánchez, nació en Cochabamba- Bolivia y fue uno de los marcadores centrales más exquisitos que hayan visto, los que tuvieron la dicha de verlo jugar. Fue, aunque me juegue el prestigio, lo más parecido al “Chueco” Ojeda que brilló en la década del 70, por su estilo y dotes que solo los futboleros podrían mensurar.
Para el que esté a favor de lo dicho por este – tal vez insolente para algunos- periodista deportivo, basta con señalar que luego de aquel 1997, el gran maestro, como César Luis Menotti se lo llevó a su equipo a quién dirigía: Independiente de Avellaneda. “El flaco” solía decir, mientras se fumaba un cigarrillo, que Oscar Sánchez era un “tiempista” excepcional, un jugador virtuoso, de categoría, uno de los defensores más completos que él haya visto. ¡ Lo dijo el maestro!, palabra de un filósofo de la pelota…
¡ Y claro! Como no reconocer que si con su estatura, que no era como la de Landucci en el 81(otro central de la hostia), tenía un juego por arriba impecable, parecía que jugaba con resortes en los botines, a prueba de cualquier fuerza aérea enemiga. Por qué tenía “Timming” ¿entiende?, ese tiempo y distancia que también utilizaba para quitar pelotas yendo al cruce por abajo, “Igualito” a Ramón Ojeda. Oscar, no necesitaba pegarte, como te hubiese operado el “Tano” Riggio, un cacique que también pasó a la rica historia del lobo. Además dueño de una “Pegada” teledirigida, que yo no sé qué más me hubiese faltado admirar.
Por la melancolía no me gustaría decir, pobre Oscar que se fue siendo joven, sino más bien, bienaventurado jugador que se colocó la camiseta de Gimnasia y posa en algún póster hecho cuadro, junto a Casartelli, Astudillo, Mario Lobo, Morales Santos, de espaldas al ciudad de San Salvador, desde el hotel de la Viña.
La fantasía que trasunta mi cabeza, es que fuiste un jugador único, pero en el fútbol no hay jugadores iguales, sino parecidos según percepción o el paradigma de mis años viendo a los jugadores distintos.
Pero no hay caso, en mí todavía hay una calesita que da vuelta y creo firmemente que fuiste lo más parecido al “Chueco” Ojeda, fuiste el heredero del “Mariscal” de esa generación dorada de los 70, a quién te damos gracias por las dos temporadas inolvidables ( 97/98) junto a esa legión de grandes jugadores, entregando tu talento en 57 partidos jugados, dejando tu impronta de 12 goles anotados en la memoria de la hinchada. Descanse en paz, perdón por haberlo hecho despertar un ratito, de su celestial sueño. Es que pasaron diez años y su sueño, sigue siendo el sueño mundano de los que siempre te recuerdan, AMÉN…