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La municipalidad de Palpalá censura a los medios y ahuyenta a los feriantes

El intendente no deja de sumar conflictos en torno a su proyecto de feria mayorista. A las denuncias penales por usurpación se sumó el destrato a los vendedores y la prohibición de acceso a los medios periodísticos.

  • El escándalo en la feria de Palpalá sumó un nuevo capítulo en los últimos días.
  • Las denuncias por cobros excesivos y falta de politicas sanitarias no dejan de aparecer.
  • El municipio intenta frenar el avance de la prensa para que no salgan a la luz más irregularidades.

El pasado 10 de diciembre el signo político dominante cambiaba en la ciudad siderúrgica; todo hacía suponer que la relación funcionario-ciudadano detendría su involución y que al menos por un tiempo vendrían tiempos de mayor entendimiento.

Pablo Palomares (cuya gestión es extendió de 2015 – 2019) evidenciaba casi a diario la falta de predisposición al diálogo, optando por enfrentarse vía redes sociales con los vecinos a los que se debía. En poco más de cinco meses al mando, Rubén Eduardo Rivarola fuerte crítico de su predecesor, ya ha reproducido groseros errores de comunicación.

En una época de inescrupulosos pactos interpartidistas, parece claro que los modos también se trasladan entre los representantes radicales y justicialistas. Sin lugar a dudas el blindaje periodístico registrado el miércoles 20/05 es la prueba más clara de una nueva conducción despótica.

El Municipio intenta tapar el conflicto en la feria de Palpalá

Mientras el intendente prepara un batallón de medios para defenderse ante posibles críticas (algunos ampliamente conocidos y otros por conocer), los trabajadores de prensa que no responden a los intereses políticos chocaron con la negligencia de la clase política a responder preguntas incómodas.

Durante la cobertura periodística por los reclamos de feriantes en el Centro de Abastecimiento Regional, a las cámaras de Canal 2 y otros medios locales les fue impedido el acceso al predio por parte de agentes municipales.

El repudiable acto de censura no cayó bien entre los vendedores quienes deseaban dar su testimonio a los reporteros, generando una serie de desencuentros con los empleados públicos.

Personal de la Dirección de Seguridad Ciudadana tenía una orden clara “impedir todo paso de equipo fílmico y personal periodístico” al polémico predio de venta, aún si esto significaba atentar contra la libertad de prensa.

Pese a su rápida reacción, el municipio palpaleño no pudo evitar que el escándalo se conozca ni que los testimonios de distintos feriantes dejen en evidencia los excesivos cobros y la paupérrima situación sanitaria del sector.

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