La docente de la institución, Julieta Salvatierra comentó que no llegan a fin de mes, pero además de eso, se les presenta “la precarización laboral que vivimos año tras año, la incertidumbre del docente porque no titularizamos en familia de formación profesional. Estamos a la deriva. No podemos tener una planificación familiar acorde, ni siquiera pensar en comprar objetos. Nos mata la incertidumbre que vivimos año tras año”.
“No se puede planificar para el año que viene, aunque este año los docentes de formación profesional estuvimos un poco más tranquilos, porque el año pasado nos dieron la continuidad. Pero se da de baja en 2025. Tenemos el año siguiente asegurado, pero no los que siguen”.
También dijo que hay interés en las carreras que se dictan, “hay muchos estudiantes que se interesan en aprender un oficio porque luego quieren emprender algo, pero siempre tenemos el problema de que la mayoría del alumnado, al tener carga familiar o al encontrar trabajo, termina desertando. No mantenemos el cupo inicial: inscribimos a 31 alumnos y terminamos con 18 o 20”.
Además, se suma que “los estudiantes tienen que realizar prácticas profesionalizantes y demandan material, elementos no muy baratos. Muchas veces tenemos que ver cómo ayudarlos”.
Por su parte, Elvira, otra educadora, comentó que tienen que reciclar material “para poder llegar, cumplir el programa, o hacen el trabajo y venden para volver a comprar material. Además, hay madres solteras, problemas económicos que con la cuestión del transporte se hicieron más pesados. En mi caso hay chicas que vienen desde Chijra, toman dos colectivos y tienen que gastar $ 4.000. Quizá vienen tres días en la semana y faltan dos”.