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Cuando la soberbia supera la capacidad de autocrítica

El gobierno de Jujuy se encuentra en una encrucijada aunque se nieguen a reconocerlo ya que, a pesar de la derrota, todo huele a soberbia y ceguera por parte del oficialismo.

La resonante paliza electoral que La Libertad Avanza le propinó al gobierno provincial en la última elección de medio término fue un mensaje contundente, un verdadero voto castigo que, increíblemente, el gobernador Carlos Sadir parece no haber acusado recibo.

La inmovilidad del gobierno es pasmosa. En condiciones políticas normales, una derrota de esta magnitud exigiría una autocrítica profunda y, sobre todo, cambios estructurales en el gabinete. Es urgente sacudir organismos clave como energía, medio ambiente y, ni hablar, el área de infraestructura (donde el ministro Stanic calificó de mentirosos a los vecinos del Gran Jujuy luego de reclamar por dos meses sin contar con el suministro de agua), junto con los organismos de control como SUSEPU y la empresa de agua potable, y la siempre crítica educación. La percepción de una gestión ausente y con problemas serios se ha instalado en la opinión pública.

Pero la ceguera no termina ahí. Mientras los trabajadores estatales luchan con salarios de miseria que apenas cubren la canasta básica, el gobierno de Jujuy, que ostenta un superávit millonario (se habla de cifras siderales), se niega a un aumento salarial digno, ofreciendo un 4% en dos tramos cuando las expectativas inflacionarias superarían ese miserable dos por ciento. Sin embargo, ofrecen a cambio un bono de fin de año. El dinero está, la posibilidad de mejorar un 15% el salario público existe, si tan solo se dejara de hacer la bicicleta financiera con los intereses de ese superávit. Es un manejo de la economía provincial que prioriza el rendimiento financiero por encima de la dignidad del trabajador. Y con el agravante de que la plata es de los jujeños.

Y para rematar, la sombra del exgobernador Gerardo Morales no se extingue sino más bien se propaga y la responsabilidad de parar ese despropósito es del gobernador Sadir.

Es hora de ponerle fin al manoseo político y liberar la Ley de Coparticipación provincial que, según todas las fuentes, está frenada por orden de quien sigue digitando celosamente la gestión desde las sombras. El actual gobernador Sadir necesita mostrar carácter y autonomía. La ceguera política y la soberbia oficialista están obturando la posibilidad de los cambios profundos que la provincia de Jujuy reclama a gritos, sumiendo a la gestión en una peligrosa inacción que el electorado ya demostró que no está dispuesto a tolerar. Es hora de escuchar el mensaje de las urnas y gobernar para el pueblo.

Si miramos a la oposición jujeña, esta se encuentra en un estado de caos terminal salvo la libertad avanza y la izquierda, el peronismo jujeño, está desintegrado, atomizado es una cáscara vacía donde la voz de sus electores se pierde en el fragor de las disputas internas. El problema de fondo no es la ideología, sino el ego: los llamados "viejos dinosaurios" no solo se niegan a dar un paso al costado, sino que activamente obturan la renovación, condenando al justicialismo a ser una mera colectora de ambiciones personales o, peor aún, a servir de socio incómodo del mismo oficialismo al que dicen combatir, como ya hemos visto. Con el peronismo intervenido, dividido en facciones lideradas por figuras que priorizan sus negocios o sus internas a la construcción de un proyecto serio, le está haciendo un favor inmenso al radicalismo de Sadir y Morales, al no poder presentarse como una alternativa creíble y unificada de poder para 2027.

Y ahí es donde entra en juego La Libertad Avanza. La fuerza de Milei capitalizó el hartazgo, logrando una performance histórica en Jujuy, un legítimo logro que se explica más por el voto bronca contra la soberbia radical que por una estructura partidaria sólida. El desafío de La Libertad Avanza es monumental: para consolidar la victoria de 2027, el espacio libertario debe, en primer lugar, terminar de inmediato con las disputas internas que te llevan siempre por mal camino. Necesitan disciplina y candidatos únicos que demuestren que el espacio no es solo un fenómeno nacional, sino que tiene cuadros provinciales capaces de gestionar los problemas reales, aquellos mismos que el radicalismo ignora: los salarios, la infraestructura, la transparencia.

Si La Libertad Avanza no logra sostener ese caudal de votos y unificarse bajo un liderazgo claro, se arriesga a que su "paliza electoral" sea recordada solo como un fuego de artificio sin combustible para llegar a 2027.

El radicalismo, a pesar de su ceguera, tiene estructura, y si la oposición, tanto peronista como libertaria, sigue dividida y enfrascada en sus miserias, le estará regalando a Sadir la reelección por default, no por mérito.

En resumen, la provincia se enfrenta a un escenario donde el oficialismo no quiere cambiar, el peronismo no puede unirse, y los libertarios deben demostrar ser más que un grito. La mesa está servida para una sorpresa, pero solo si la oposición logra madurar y unificar el descontento popular antes de que sea demasiado tarde.

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