El país transita en estos meses un nuevo paradigma de la desregulación económica, que en algunos mercados sin duda, puede ser positivo porque facilita las transacciones económicas, apuntala a potenciar esos sectores de la economía, y esta regla de dejar que el mercado se ajuste automáticamente resuelve mejor los problemas entre compradores y vendedores.
Crisis en la yerba: problemas para los productos en tiempos de precios desregulados
En estos últimos seis meses, el precio de la hoja verde que recibe el productor minifundista se derrumbó.
Pero este paradigma funciona en los mercados que se asemejan a mercados competitivos, en donde la intervención del Estado puede causar en algunos casos más perjuicios que beneficios. En fin, es todo un debate de la política económica.
Sin embargo, el mercado primario de yerba mate no es un mercado competitivo. Se asemeja a un mercado oligopsónico. Con más de 13.000 productores de yerba mate minifundistas con un promedio de 25 hectáreas plantadas, cerca de 200 secaderos y 130 industrias molineras que a su vez le venden a no más de 6 o 7 grandes cadenas de supermercados.
Esta estructura de mercado se va fortaleciendo en el extremo donde hay más concentración y por ende menos jugadores. A esto se agrega, que el 90% de la producción se realiza en la provincia de Misiones, y que esto da trabajo en la época de mayor cosecha a más de 13.000 tareferos (cosecheros rurales de la yerba mate).
Hasta el año pasado, con el funcionamiento pleno del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), el precio mínimo fijado para el productor de la hoja verde, y para el secadero que elabora a partir de ahí la yerba canchada aseguraba una rentabilidad mínima a esa cadena más vulnerable de la industria yerbatera.
Con la falta de designación de un presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate, que por ley debe ser designado por el Poder Ejecutivo Nacional, y con el DNU del mes de diciembre pasado -a pesar que posee una cautelar que lo deja sin efecto- el INYM ha dejado de actuar en el mercado yerbatero, con lo cual las partes fijan libremente su precio.
Esto ha ocasionado que, en estos últimos seis meses, el precio de la hoja verde que recibe el productor minifundista se derrumbó de los $370 pagados al contador en diciembre de 2023 a cerca de $280 que se pagan en la actualidad y con plazos de 0-30-60-90 días. Es decir, con una inflación en el mismo periodo diciembre 2023 a julio 2024 estimada en 89% se suma una caída en el precio de 24% y estiramiento del plazo de pago. En definitiva, 60% de pérdida de precios en términos reales hacia el productor yerbatero.
Y esto ocurre en un contexto, en que las ventas de yerba mate envasada en el mercado interno más el mercado externo crecieron en términos reales en 3% en el último año. Es decir, la caída en el precio de la hoja verde no está relacionado con la caída en la actividad. Si, es cierto que este año ha habido una mayor producción de hoja verde (se estima superior al 50% que el año pasado) pero solamente 20% arriba del promedio de producción de los últimos diez años considerando que el año pasado a consecuencia de las sequías de 2021 y 2022 la producción había menguado sensiblemente.
Podemos afirmar, sin dudas, que la desregulación en el mercado primario yerbatero ha ocasionado perjuicios a la cadena mas débil de esta relación económica: al productor minifundista y por concatenación al tarefero (cosechero de la actividad) que también tendrá menos ingresos. Naturalmente, la actitud de algunos industriales (no todos) que con su ánimo natural de lucro general especulación con la demanda de un producto para atender a la baja de su precio no es propio de mercados competitivos, sino de mercados concentrados, en este caso, oligopsónicos, pero que provocan una desigualdad económica que no se puede soslayar.
El productor yerbatero no puede especular del mismo modo con la producción de hoja verde. La cosecha se realiza entre marzo y septiembre de cada año, y si no se cosecha en el momento oportuno la hoja se cae y se pierde la producción. Tampoco puede cosechar y guardar el producto en depósitos o silos esperando mejor precio pues debe ser entregado al secadero para transformar esa hoja verde recién cosechada que se echa a perder en pocas horas o días, en yerba mate canchada que debe ser adecuadamente estacionada en depósitos aptos para conservar sus propiedades.