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Marie Curie, la gran heroína de la Primera Guerra Mundial

A 86 años de su fallecimiento, recordamos una gran historia de ciencia, guerra y valentía.

Pedile a alguien que te nombre a una científica mujer y la primera respuesta que tengas sea, problemente, el nombre de Marie Curie (o Maria Salomea Skłodowska antes de mudarse a París). En mayor o menor medida, todos la conocemos, o al menos sabemos que hizo algo relacionado con la radiactividad. Sabemos, también, de sus impedimentos para matricularse en la universidad por ser mujer, de su romance con el físico francés Pierre Curie (con quien se dedicó a investigar, se casó y tuvo hijas), de su amistad con Albert Einstein y de sus dos premios Nobel en física y química.

Sin embargo, menos popular es, tal vez, su rol durante la Primera Guerra Mundial. Por eso, a exactamente 86 años de su fallecimiento, recordamos esta historia de ciencia, guerra y valentía.

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Para 1914 la científica ya había hecho varias contribuciones pioneras al campo de la radiactividad —incluidos el descubrimiento del radio y el polonio— y cuando estalló la Primera Guerra Mundial ese mismo año, vio una excelente oportunidad de aplicar su experiencia y ayudar a salvar las vidas de los soldados heridos.

Si bien desde 1895 se sabía que los rayos X tenían aplicaciones médicas (recordemos que este tipo de radiación electromagnética permite obtener imágenes de los huesos de los pacientes y encontrar objetos extraños, como balas); los equipos de rayos X se encontraban en los hospitales de la ciudad, lejos del campo de batalla donde se trataba a las tropas heridas.

Para acercar la tecnología a los soldados, Curie diseñó ambulancias con máquinas de rayos X y salas ocuras para el revelado de placas para, de esta manera, poder ser conducidas hasta el campo de batalla donde los cirujanos del ejército podrían usar esta técnica y guiar sus cirugías.

¿Y la energía eléctrica para tales máquinas? Acá Curie puso a prueba nuevamente su creatividad y resolvió el problema incorporando en el diseño del automóvil un dínamo, un tipo de generador eléctrico que funcionaba a partir del motor del automóvil propulsado por petróleo.

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Pero esto no termina acá. Ya con la idea en mente, la química se acercó a la Unión de Mujeres de Francia, una organización filantrópica, para pedirles dinero y armar la primera "Petite Curie" (Pequeñas Curie), nombre con el que se conocía a estas ambulancias.

Y después más mujeres vinieron a su ayuda. Por un lado, mujeres ricas francesas que donaron más vehículos; y por otro, voluntarias que fueron capacitadas (tanto por Marie como por su hija Irene, otra ganadora de un Nobel en Química) para trabajar como operadoras de rayos X.

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Aunque Curie sobrevivió a la guerra no salió inmune a tanta exposición. En ese momento se desconocía el daño que los rayos X causaban al cuerpo y su inventó le terminó jugando una mala pasada: falleció un día cómo hoy, en 1934, cómo consecuencia de una anemia aplásica.

Sin embargo, aún hoy en día la recordamos por su gran contribución en una época tan difícil y por su constante lucha contra los mandatos de la época para poder ocupar espacios que mucho tiempo fueron negados.

FUENTE: FiloNews

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