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Morales y el populismo de nuevo cuño

La administración de Gerardo Morales volvió a mostrar su brutalidad, es vez le tocó el turno a un nutrido grupo de caminantes que llegaron desde La Quiaca luego de 8 días de marcha.

Referentes de comunidades originarias resolvieron llegar hasta la puerta de la Casa de Gobierno, con un pedido claro y concreto, no quedarse sin agua, elemento vital para la subsistencia.

Natural era pensar que a los marchantes los recibiría algún funcionario provincial, siempre hay alguno de tercera línea presto a sacarse una foto, pero no fue así, nadie salió desde el palacio de calle San Martín, al menos para tener un gesto de cortesía con los pacíficos manifestantes, solo la policía, muy bien pertrechada con palos y escudos montó un fuerte operativo, algunas provocaciones a los que llegaban y la consabida acta de contravenciones.

Esta escena se repite a diario, con cualquiera que tenga la osadía de peticionar o reclamar. Desde el gobierno siempre sale la misma respuesta, los escudos y los palos policiales.

Ahora cabe la pregunta ¿a qué le tiene miedo el gobierno de Gerardo Morales que siempre actúa a la defensiva?

Lo más extraño de todo es que su gestión se autopercibe como social demócrata, y como tal debe ser un fiel creyente de una ciudadanía social que, de los derechos civiles y políticos, reconoce el rol central de los derechos sociales y económicos.

El Gobierno de Morales, con sus veleidades autócratas no solo ha puesto en crisis el relato social demócrata, sino además tiene amenazada a la libertad.

Algunos sostienen que la social democracia está en crisis, pero en realidad lo que ocurre es que los partidos tradicionales están siendo fagocitados, en mayor o menor medida, por el viejo y retrógrado socialismo continental y lo que es peor aún por las emergentes autocracias que únicamente pueden exhibir proyectos de poder.

Lo de Morales es populismo de nuevo cuño, solo basta observar mínimamente el programa económico y social que relata a diario para percatarse de que todo su recetario gira en torno al proteccionismo comercial a los amigos del poder, la estatalización de los sectores productivos, la politización de la sociedad y una carga fiscal mucho más lesiva. En definitiva, mucho más Estado y menos mercado y menos libertad.

El mandatario provincial impone la teoría del miedo, no admite opinión disidente, a fuerza de billetazos logró acallar la voz del principal partido de la oposición, que ahora lejos de cumplir su rol institucional, es el más obediente socio de los mandatos gubernamentales.

La policía ha cambiado su rol, ahora la mayor preocupación están en controlar y regular la protesta social, mientras el delito crece sistemáticamente en la provincia toda.

El miedo paraliza cualquier posibilidad de cambio, y a eso Morales lo sabe a la perfección, por eso impone el miedo para sostener un status quo que desde hace muchos años viene beneficiando a unos pocos.

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