Cuyaya-Lavalle: "Así se juega un clásico..."
No hubo necesidad de mirar “ la Superliga Argentina” ni “La Champions league” solamente hubo que ir a la “Catedral del Fútbol Jujeño”, el Estadio La Tablada y ver una modesta pero atrapante clásico barrial, que le hizo honor al mote de “El River- Boca de los barrios”.
Jugaron “Lavalle – Cuyaya señores...está bien, terminaron cero a cero, pero resulta que fue conmovedor ver el espíritu y el vigor que le pusieron al derby del fútbol nuestro de cada día´. Porque de no ser en el primer tiempo, por la intervención de los palos en arco de Lavalle y las revolcadas del arquero Giménez, de seguro “El bandeño” se hubiese puesto en ventaja, mientras Lavalle solo atinaba a controlar a su archirrival.
En contrapunto Lavalle en el segundo juego, fue Lavalle quién hostigó a Cuyaya, poniéndole en apuros. Un tiempo para cada uno, diría un simplista cronista, tal un “gataflorista” del fútbol no estaría de acuerdo por tener otro prisma para mirar el fútbol.
Es cierto que no fueron una luminaria, que Lavalle no fue el de “Alico” López ni el “Trampolín” Fernández y que Cuyaya no fue el de “El Tunca Carlés” o Robledo o el “Los carasucias del 80”. Porque los tiempos que nuestro tiempo trasuntan, están en las antípodas de otros momentos dorados. No puede haber parangón ni asimetrías, pero cuando expresamos que “Así se juega un clásico” le estamos haciendo honor a los muchachos de ahora, a Lavalle con un promisorio promedio de edad que dieron una lección del “Retroceder nunca, rendirse jamás” y por eso fue ungido por los generosos aplausos de los hinchas del barrio Mariano Moreno, que no es poco.
Lo mismo por parte de “Cuyayita” cuyo arquero también tuvo que exigirse y que tiene un plantel que se dio a conocer en aquella primera etapa. ¡Ese muchacho Ruiz! con esas pegadas direccionadas, no hicieron acordar en parte a “La gata” Castro o “Maní” Vacaflor, sí está bien usted querrá que salve las distancias, pero permitame un “Cacho” de reminiscencia al menos esta vez.
Es que debo ser insistente, la presión que tuvieron durante la semana, con el tema violencia, el tórrido domingo y los avatares y vicisitudes que puede tener todo un trámite, la entrega transformada en agobio el carácter al unísono con el corazón, fueron argumentos que no en la cancha no se negociaron.
Tal vez usted el cero haya distorsionado lo que usted haya ido a buscar, pero no puede negar que esos “Players” se esmeraron a brazo partido. Disculpe pero me considero un poco purista, bohemio, “Chapado a la antigua” futbolísticamente, de hecho siempre digo que si Menotti sería un partido político, yo sería “Menottista”. Este domingo que pasó, cumpliré con el riguroso análisis, que de repente el partido tuvo algunas maculaturas e imperfecciones, que algunos baches y pozos hubo durante el “Match”. Es que no fue la perfección, pero esos dos exponentes pudieron llenar sus bolsillos lánguidos, por los motivos que ya expusimos. Al fin y al cabo, el fútbol argentino tampoco - según la exposición futbolística- a veces deja mucho que desear. Encima estos muchachos de dos barrios rivales casi no ven un “cobre” por jugar por la camiseta.
En resumen los “Changos” jugaron por buenos lapsos, como decía el maestro Pedernera “Hoy no se juega como se quiere, hoy se juega como se puede”. Además metieron con esa enjundia que le pidieron sus respectivos barrios. Porque si el partido se hubiera traducido en las situaciones de “grito sagrado” (el gol) seguro estaríamos hablando de un tres a cero o un cuatro a cuatro, además se jugaron la vida trataron de jugar como siempre y corrieron como nunca.
Así se juegan los clásicos como jugaron y más que nada pusieron, Lavalle y Cuyaya, como lo hubiesen hecho en otros tiempos Villa Las Rosa, contra Hipólito Irigoyen o San Isidro. Azopardo, o San Pancho ante San Cayetano. Por eso los aplausos, fueron como billetes arrojados por magnates.
Fue cero a cero solo porque el Dios futbolero lo quiso…
EL POETA DEL FUTBOL