A Débora Nishimoto la sorprendió la fama y en unas pocas semanas tuvo que hacer un curso acelerado en exposición mediática. El éxito de Envidiosa, el enganche de la gente con su papel en la serie y las fotos que circularon en las que se la vio con Esteban Lamothe le dieron una visibilidad que hasta ese momento para ella era impensada.
Débora Nishimoto: su romance con Lamothe y su papel como "la china" de Envidiosa
Sus abuelos escaparon a la Argentina después de la bomba de Hiroshima. En la primaria la cargaban por sus rasgos orientales y en la adolescencia redescubrió sus orígenes. Estaba en España cuando explotó la noticia de su relación con el protagonista de la serie y cuenta cómo fue su reacción.
“La verdad no me lo esperaba, estoy muy contenta. A la semana de que se estrenó Envidiosa, me fui a España y en el aeropuerto fue una locura. La fila del check-in no avanzaba, yo estaba ahí parada y de repente, empecé a sentir las miradas. Unas nenas de 12 años vinieron a pedirme una foto y le decían a la mamá que querían sentarse conmigo todo el vuelo y yo como ‘ay, son 13 horas, no sé', cuenta Débora Nishimoto.
Cuando la actriz se quiso dar cuenta, las chicas ya estaban pidiendo cambiar el asiento porque querían charlar sobre la serie y estaban como locas. “Después, me empezaron a hablar y entonces el señor de al lado que tenía 70 años me dijo que se había bajado toda la serie para verla en el avión. Así me pasa con gente de todas las edades”, detalla.
Si bien Débora empezó a hacer publicidades desde chica, nunca fue su sueño ser actriz. “Todo pasó después de que empecé a tomar clases de teatro con Nora Moseinco, lo hice como terapia. Por las clases, me llamaban para castings y así se fue dando todo de a poco. También, con mis compañeros armamos un grupo de teatro que se llama “Los Miedos” con lo que tenemos la obra en cartel desde hace seis años.
-¿Siempre fuiste muy exigente con vos?
-Sí, desde chica. Es algo propio, pero también puede ser algo heredado de la cultura japonesa, que es muy perfeccionista. Por más que yo sea argentina, siempre quise que me fuera bien. Cuando empecé a estudiar Letras, quería hacerlo para disfrutarlo. Ya había estudiado el traductorado de inglés, y quería sacarme la mejor nota y hacerlo perfecto.
-Hablás de la exigencia y tus orígenes y no sé si mucha gente sabe que tenés una familia con un historión. Sos tercera generación de familia japonesa. Tus abuelos vinieron después de la Segunda Guerra, después de la bomba de Hiroshima, y tu papá fue piloto de Malvinas
-Él trabajaba en la Fuerza Aérea. Siempre me cuenta que cuando lo llamaron para ir, mi abuela estaba destrozada. Le decía ‘me escapé de una guerra para que ahora mi hijo se vaya a otra’. No entendía nada. Es una historia fuerte. Mis abuelos paternos son sobrevivientes de Hiroshima. Llegaron sin nada a la Argentina, y siempre fueron muy agradecidos por todo lo que les dio el país. Pusieron una tintorería que se llamaba Hiroshima y empezaron viviendo en Morón, en un conventillo. Después, se mudaron a Belgrano, y ahí empezaron a crecer.
Como todos los japoneses de esa generación, querían que su hijo fuera médico, abogado, o algo así y mi papá quiso ser piloto. Hoy queda cool decir que sos piloto, pero en ese momento mi abuelo quería que fuera universitario. No me acuerdo si primero estuvo en la Fuerza Aérea, pero después estuvo en una aerolínea comercial que hizo que viajáramos mucho de chicos por eso desde chica me encanta viajar.
-¿Y cómo se toma tu familia este éxito repentino?
-Están muy contentos, muy en modo cholulos. Encima les llegan todo el tiempo mensajes de sus amigos y también ven las notas que me hacen y están muy felices por mí. Me apoyaron en todo lo que hice. Cuando de chica le dije a mi mamá que quería empezar a hacer castings, ella me acompañaba a todos, y se quedaba ahí esperándome.
-En algún momento contaste que hasta los 17 años, más allá del apellido y alguna otra cosa, no tenías nada que ver con la cultura japonesa, y que después hubo un quiebre, la abrazaste, ¿Qué fue lo que pasó?
-Siento que fue paulatino. De chica renegaba mucho. Siempre fui a escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, y era la única oriental. Hoy en día es mucho más común, pero en ese momento no me gustaba ser la diferente. Quería pasar desapercibida y con esta cara no paso desapercibida. quería que me pensaran que mi apellido era italiano, viste, Nishimoto, y bueno, rarísimo, me cargaba mucho. De chica un poquito lo sufrí. De adolescente cambió eso y yo ya estaba más relajada, pero no conectaba. Hasta los 18 que fue como el quiebre, sin pensarlo. Mis dos abuelos paternos, que eran con los que más podía llegar a hablar en japonés porque no hablaban castellano, fallecieron. Después de unos años yo empecé a estudiar. Empecé a leer literatura japonesa, a escuchar música, a ver más cines japonés, pero todo se fue dando, también como lo de la actuación, no me obligué.
La primera vez que fui a Japón fue a los 17, cuando todavía no estaba muy conectada. Fui con una beca para conocer Hiroshima, pero yo estaba pensando en mi viaje de egresados en Bariloche. Cuando volví varios años después, ahí sí fue muy fuerte, volví a visitar Hiroshima, me encontré con mis familiares, con el hermano de mi abuelo, con la hermana de mi abuela, y poder hablar con ellos en japonés, que no había podido con mis abuelos, para mí fue muy fuerte, me pone la piel de gallina. A partir de ahí, volví al año siguiente. En mi mente siempre estaba la idea de que tenía que ahorrar para volver a Japón. Había algo que brotó. Caminaba por las calles de Tokio y todo era un sueño hecho realidad permanente.
-En el documento figurás como Débora, pero tu abuela te puso el nombre Kaori
-Sí, Kaori es el nombre que me puso mi abuela. Yo no lo usaba nunca, solo cuando iba a la casa de ella, que me decía KaoChan, que es como un diminutivo tierno para decirle cuando sos chico, que sería Kaori, pero que le sacan la parte final, y Chan es una terminación de ternura para los niños, entonces me decía KaoChan, y solo lo escuchaba en su casa, y cuando empecé a conectar más, dije, ah, mi nombre en japonés no figura en el DNI, pero es mi esencia también, es parte de mí, y significa fragancia, aroma.
Para mí también tiene que ver mucho con la cocina, entonces como que lo empecé a incorporar en mi vida, y bueno ahora hay gente, de hecho, mis amigas que me empiezan a decirme así y me parece hermoso, porque soy Débora, que significa abeja trabajadora, que también soy yo, porque soy una abeja trabajadora, y por la otra es más sensible y más oriental, del aroma, de la fragancia, como que siento que soy esa mezcla.
-Pensaba en la relación entre tu nombre y lo que te pasó, leí que sufriste un este accidente en el que justamente perdiste el olfato, ¿Cómo fue? ¿Qué fue lo que pasó?
- Fue hace ya un montón, y sí, tuve un accidente en el que me golpeé la cabeza y las membranas del olfato son muy sensibles. Esto lo descubrió todo el mundo durante la pandemia, podés perderlo así como si nada. Por suerte, como resultado solo me quedó la pérdida del olfato, y me di cuenta después de unas semanas en las que estaba en el hospital. “Ay, qué loco, que no me baño hace 5 días, no tengo olor a chivo”, le decía a mi mamá, y me dice, tenés. Ahí me di cuenta de que me había pasado eso, y empecé una rehabilitación. Lo recuperé de una manera diferente, como que soy medio daltónica, pero eso hizo que empezara a cocinar, porque la verdad para mí ese accidente fue un cambio de vida.
Salieron titulares que decían “La trágica historia” y yo no entendía por qué trágica... tuve una infancia hermosa, y parecía que hubiera vivido una historia trágica. Tengo que empezar a acostumbrarme a esto de los medios, pero sí, fue eso. No quiero indagar mucho. Fue un accidente de auto, en el que, bueno, eso, me golpeé la cabeza, y siento que me cambió la vida para bien. A partir de ahí fue cuando empecé el taller de teatro, y ahí fue cuando empecé a cocinar, mezclaba las texturas, los aromas, y bueno, y ahí también descubrí lo de mi nombre, no es que lo descubrí, sino que en un momento dije, claro, todo esto está asignado desde mi nacimiento y a mi proyecto culinario lo llamé Kaori, porque tenía que ser así.
-En esa misma línea, la de los titulares, también salieron muchas notas a partir de una foto que te sacaron con Esteban Lamothe, con quien justamente hacen pareja en la serie, y dijiste algo del brillito en los ojos
-La gente está como loca. Salió una foto toda borrosa, ahí creo que en LAM, y yo al toque me fui a España, entonces fue como el meme de la nena, ¿viste?, con el incendio atrás. Esteban quedó acá en la Argentina y lo atacaron todos los medios a él. Yo me fui a presentar una película por veinte días a Europa y dije “bueno, voy a fingir que esto no está pasando”. A la pregunta de todos, sí, somos nosotros los que estamos en esa foto, no lo vamos a negar. Que la próxima me saquen una foto un poco más linda, no sé, caminando, los dos con un café en la mano, un poquito, no, no, esa toda borrosa, él está encorvado, ni se nota que soy yo.
-Creo que a la gente lo que le pasa es esto que vos decías, se te veía el brillito en los ojos, había mucha química en la serie, y cuando salió la foto, todo el mundo explotó.
-Yo creo que lo actué muy bien igual en ese momento, pero capaz ya se notaba, no sé, la verdad, sí, sí. En su momento dijimos que nos estábamos conociendo y ahora seguimos profundizando en el conocimiento. Lo más loco es que me pasó que gente común, por ejemplo en el aeropuerto, venían a preguntarme, sí estábamos juntos y yo no estoy acostumbrada a eso.
- Mientras muchos siguen viendo la primera temporada, otros esperan ansiosos que llegue la segunda
- Se viene la segunda y ahí mi personaje crece. Creo no puedo decir mucho más, pero estoy contenta, así que quiero que la vean, sí.
-Cuando hablaste de tu personaje, explicaste que siempre sentiste como que había en la televisión argentina hace años, una cosa estereotipada del personaje oriental, que creciste con esta idea, y ahora, vos encarnando a este personaje principal y lejos de esa idea
- Sí, me pone muy contenta que haya en una ficción argentina un personaje asiático, que tenga una profundidad, que tenga una historia, no un bolo de masajista, cajera de supermercado, o algo así como muy estereotipado. Mi personaje tiene una historia detrás, es pícara, tiene su personalidad. Me parece un gran avance para una ficción argentina,
- ¿Por qué pegó tanto la serie?
- Puede ser la temática, que también siento que la gente extrañaba una ficción argentina, viste, como la que veías en la tele, que mucha gente me decía, “llego a mi casa cansada y quiero ver algo, quiero prender la tele, como hacían antes, y ver algo así también con la familia”. La temática es como universal, supongo, ¿No? capaz está exagerado, pero yo me di cuenta cuando la vi, digo, y sí, a todas nos pasó, o lo veía también reflejado en amigas o en mí. Capaz no todo junto, pero sí ves algo que decís, bueno, sí, es así, son sentimientos y emociones humanas que capaz están llevadas a un límite, pero que todas las sentimos en ese sentido, siento que es universal.
-Lo último, ¿qué es lo que te gustaría que la gente sepa o vaya conociendo sobre vos?
-Muchas de las cosas que hablamos y también que seguimos con “Los Miedos” y vamos a volver el año que viene. ¿Qué más? Voy a empezar a filmar una serie para Flow un thriller, es lo que puedo decir.
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