Jujuy | Altos Hornos Zapla |

Hoy se cumplen 73 años de la primera colada de arrabio argentino

La ciudad siderúrgica hoy recuerda aquel momento inédito para el país, que significó el ingreso definitivo en el mundo industrializado a través de Altos Hornos Zapla. En decadencia desde fines de los 90, la empresa siderúrgica continúa siendo el emblema de una ciudad paralizada en el tiempo.

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Palpalá lleva largo tiempo luciendo en su carta de presentación las palabras “deporte y turismo”, aunque ya sin la antorcha olímpica que daba la bienvenida a los viajeros de la RN 66, una casi inexistente explotación de sus bondades regionales, la falta de identidad resulta evidente, tanto para propios como para ajenos.

El espíritu de esta ciudad desconoce esas referencias, porque antaño fue conocida como “Ciudad madre de industrias”. Un gigante dormido se erige en el barrio Martijena, en franca decadencia, sus chimeneas suelen despedazarse, mientras que un bosque descuidado crece entre talleres en los que tiempo atrás, artesanos del acero moldeaban el futuro de una nación.

Hay que remontarse a la década del 40. Tiempos de cambio y reorganización socio económica. La gente abandonaba los sectores rurales en forma masiva, buscando nuevas oportunidades en las grandes urbes tras un cambio del paradigma comercial. Argentina se independizaba de las importaciones.

La “década infame” llevaba más de una década al mando de la Nación y sus metas impulsaban la industrialización de un país que se había mantenido al margen del negocio.

En ese contexto el ingeniero militar, de grado general, Manuel Nicolás Aristóbulo Savio, presentaba el proyecto de ley para la creación de la Dirección General de Fabricaciones Militares. Tres años después, una vez aprobada la propuesta, se convertiría en director de la misma y cerebro de una docena de plantas industriales que serían el motor del país durante años.

El suelo jujeño, rico en mineral de hierro, había cautivado los intereses del gobierno militar. Allí fue donde Savio emplazó Altos Hornos Zapla. El 11 de octubre de 1945, dos años después de su inauguración, un hito fundamental para nuestra historia tenía lugar en el despoblado sur de Jujuy.

Desde el primer alto horno (el segundo llegó en el 51), fluía una sustancia dorada fruto de la fundición del hierro conocida como arrabio, la primera fusión del mineral. Tan brillante como el crecimiento que la ciudad tendría hasta la fatídica privatización a fines del siglo pasado.

La ciudad creció al calor del hierro que allí se forjaba, faro para una revolución industrial de alcance nacional. Profesionales y visionarios llegaban a mansalva de todas las latitudes, el proyecto seducía inclusive a los extranjeros (sobre todo bolivianos) testigos de una economía que parecía no tener límites y una infraestructura ciudadana que alentada por Savio no paraba de crecer.

Barrios completamente nuevos albergaban a los obreros, actividad laboral casi exclusiva de los palpaleños. Hoteles, clubes deportivos, mercados, escuelas e iglesias surgieron en tiempo récord. Todos rodeando el núcleo que significaba Altos Hornos Zapla

Tan cierto como efímero. Como si todo lo logrado por ese talentoso general quedará suspendido en el tiempo, hoy el orgullo de Palpalá pasó de ser una pieza fundamental de la historia siderúrgica nacional, a una modesta chatarrera con destino incierto.

De los 8 mil empleados que trabajaban allí a finales de los años 80, hoy solo quedan 300. La producción ha mermado a niveles impensados para lo que Savio proyectaba más de medio siglo atrás.

La privatización menemista arrasó con la ciudad, miles de personas perdieron sus puestos de trabajo y la prosperidad de la que gozaron los palpaleños se fugó entre deudas e indemnizaciones insuficientes.

No es de extrañar que la pobreza crezca año a año, abarcando según el Indec un tercio de la población. Tampoco extraña que Aceros Zapla, propiedad del empresario ítalo-argentino Sergio Taselli, se vea salpicada por causas de corrupción.

¿Cuál será el futuro de la fábrica que supo ser el corazón de una ciudad? ¿Hacia donde se dirige la única acerera 100% argentina?

11 de octubre, momento de recuerdos y reflexión. Aquí no hay nada para celebrar. Ya no existen las glamorosas fiestas del arrabio, reemplazadas por celebraciones comerciales. La inacción política arrasó con la fábrica, el palpaleño no debe permitir que el mismo mal arrase con la historia de su ciudad.

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