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El mundo gira en dirección a UBER y compañía

Uber desembarcó en Jujuy, y como veníamos diciendo desde la columna anterior, ya anda causando tanto dolores de cabeza como alabanzas en Jujuy, como así también hizo en el resto de las ciudades del mundo.

Como les dije en la columna anterior, tenemos 3 ejes que guiarán ésta y las siguientes columnas:

  • En la columna anterior informé de qué estamos hablando, cómo funciona y cómo viene desarrollándose la historia de Uber a lo largo del Mundo.
  • En esta columna voy a contarles cómo y por qué está girando el mundo hacia la dirección de las “Economías Colaborativas” donde reinan apps como Uber.
  • En la siguiente columna definiremos el encuadre legal de Uber: ¿el legal o ilegal?

La presencia de UBER en Argentina, así como muchos otros países que detentan el monopolio en la expedición de licencias para transporte de pasajeros por Taxis, Radio Taxis, Taxis Compartidos o Remises, hace decir a más de uno que “Uber es ilegal” o que “viola las reglamentaciones locales”.

En el caso de Jujuy, como en muchos otros lugares no hay reglamentación específica que ciña el tipo de contrato que es Uber (contrato de transporte de personas entre privados) y por ende, al no haber leyes especiales o locales que regulen la materia, la materia es regulada por la “ley general”, es decir el muy conocido Código Civil y Comercial de la Nación. Específicamente hablando, el contrato del tipo que es Uber lo regulan los artículos 1280 y concordantes de dicho Código.

Eso no quita la posibilidad de que, si al estado le interesase reglamentar un área determinada y sustraerla del juego libre de la oferta y demanda (como es el escenario en que se desempeña Uber en Jujuy hoy) es porque razones de orden público, percepción de ingresos o ambas combinadas lo imponen. Pero para ello, debe dictar una normativa específica y no solo salir a hacer notas en los medios o patalear en consonancia con el gremio de taxistas.

Eso es así porque uno de los principios del Derecho en Argentina es que “lo que no está prohibido está permitido”. Por ende, Uber al no estar prohibido no es ilegal como mucho funcionarios y taxistas vociferan sin saber, como no está reglamentado específicamente no tiene ningún requisito formal qué cumplir ante nadie… parece lógico pero ante las distintas manifestaciones que estuve escuchando en los medios y en las redes, me veo obligada a aclarar que el cielo es azul, que ya que estoy, les digo: es azul también el cielo, por si las dudas.

Ahora bien, en un análisis mejor sobre lo que inglés se dice “the big picture” (traducción: el panorama completo) los invito a que dejemos de ahogarnos en el piletín de nuestro ombligo y veamos la tendencia mundial respecto de esto que Uber viene a representar de alguna manera y que son las ECONOMÍAS COLABORATIVAS.

El consumo colaborativo o economía colaborativa se define como una interacción entre dos o más sujetos, a través de medios digitalizados normalmente, que satisface una necesidad a una o más personas. Las plataformas digitales establecen un marco, donde los usuarios pueden interactuar entre ellos y/o con la misma plataforma. Los usuarios seleccionan el rol que desean en cada momento, o varios roles simultáneamente (por ejemplo: vendedor y comprador) es un sistema abierto y dinámico. Normalmente, existe un sistema de evaluación entre usuarios, mediante el cual, adquieren una reputación, y con ella la confianza necesaria para seguir llevando a cabo la actividad que deseen.

Cuanto mayor sea el número de usuarios, que exista en la plataforma digital, más valor tendrá la misma, los usuarios tendrán más posibilidades de elección y/o desarrollo, serán mejor evaluados, y la confianza estará más contrastada.

El movimiento del consumo colaborativo supone un cambio cultural y económico en los hábitos de consumo marcado por la migración de un escenario de consumismo individualizado hacia nuevos modelos potenciados por los medios sociales y las plataformas de tipo “peer-to-peer” (red-entre-pares o red-entre-iguales).

En los servicios de consumo colaborativo las barreras de desconfianza se ven minimizadas gracias al uso de perfiles de usuarios con valoraciones y referencias añadidas por otros usuarios, lo que da origen a nuevas maneras de relacionarse, intercambiar, y monetizar habilidades y/o bienes económicos, lo que era impensable hace unos años atrás.

Sobretodo, el dato, es que es juego libre y crudo de oferta y demanda, sin intervención de un poder supremo, como a veces es el Estado.

Yendo más al fondo del asunto se vislumbra con ello un fenómeno complejo: si una aplicación ofrece un servicio más económico, más seguro y de mejor calidad para el usuario ¿con qué autoridad moral se puede prohibir el cambio de paradigma?

El punto focal de la presente publicación es destacar que el avance tecnológico arrasará, ley mediante, todo aquello que considere inútil y costoso, y eso ¿lo vamos a detener con el capricho o lo vamos a acompañar con regulación consciente (si hace falta y se justifica) y con medidas de políticas públicas conformes?

La mejor forma de mitigar el arraigo de una empresa como UBER es agilizar los procedimientos y reducir los costes, al menos desde la legislación, que tienen quienes se dedican de manera habitual a transportar personas, sea utilizando un Taxi, Radio Taxi, Taxi Compartido o Remis.

Recordemos de mi columna anterior que la empresa ha tenido y tiene múltiples problemas legales en todos los países donde ha decidido comenzar sus actividades. Con esto quiero destacar y remarcar que los problemas legales, y los embates de los gremios de taxistas y de los funcionarios públicos, no han disuadido su existencia ni mucho menos su funcionamiento.

Luchar contra lo inevitable tiene resultados también inevitables: LA DERROTA.

Volviendo a la idea central del extenso párrafo anterior: al consumidor no le importan las consecuencias legales, sociales y económicas generales que podría generar Uber. Del mismo modo que quien, desde la comodidad de su hogar, contrata mediante "AliExpress" u otra empresa semejante, adquiriendo un producto que, incluso dolarizado, está al 50% del valor de plaza de su ciudad.

La conclusión lleva a arribar que dentro del sistema económico donde vivimos todos, más temprano que tarde, pretenderemos sacarle el mayor rédito posible a aquellas sumas de dinero que recibamos, sea en concepto de salario, honorario o tarifa. Esto significa que enfrentarse a empresas como UBER no es una cuestión individualizada de "Patria vs. UBER" sino un fenómeno mucho más complejo.

El fenómeno, no ya de la aparición en escena de una empresa determinada sino del ahorro en sí mismo, la maximización de recursos monetarios en poder del usuario, será indestructible y superará a los Estados...será globalizado, en palabras más simples. La ley podrá ser lógica, necesaria, justa y hermosa, podrá ser una bellísima expresión jurídica de orden público destinada a tutelar los intereses superiores de la patria y sus trabajadores -y/o contribuyentes- pero su destino es de letra muerta, pues no se puede entender a la ley, o al derecho, mejor dicho, sin interpretar o adecuarse a las pautas del sistema económico al que deberán amoldarse.

En el Derecho los juristas sabemos que “LA LEY” viene corriendo la coneja, es decir, que viene por detrás de lo que la propia vida y la realidad le va marcando. Por lo que, si la ley que se dicta no se ajusta a lo real y concreto, queda más muerta que River contra Belgrano de Córdoba en 2011.

Los fenómenos económicos cuentan con la venia del derecho o lo arrasan y crean costumbre en su contra tan rápido que no nos habremos dado cuenta. Creo que no cabe echar fuego contra UBER pues es el nombre visible de una realidad mucho más profunda: LAS ECONOMÍAS COLABORATIVAS.

Es el enfrentamiento de las regulaciones donde el Estado cree que debe imperar el orden público arbitrariamente fijado -la única forma de fijarlo- frente a las lógicas tendencias de los usuarios de utilizar tecnologías cada vez más invasivas que, dentro de muchos defectos que podrían ostentar, tienen la virtud de hacer rendir más el dinero y diversificar la oferta. UBER es parte de un fenómeno de mil caras que mañana bien podría tratarse de una aplicación que reúna a personas que dedican su tiempo a preparar platos y venderlos como viandas sin contar con la más mínima inspección bromatológica y habilitación municipal o de expendedores de bebidas alcohólicas que tampoco tienen el REBA y cualquier tipo de negocio que ustedes imaginen que el Estado regula y al que le impone el cumplimiento de ciertas formalidades para funcionar.

Ante tal cambio que se va produciendo en la forma de comerciar creo que al Estado poco le queda por hacer más que cambiar él también y evolucionar junto con el resto de nosotros. No te quedes atrás Sugar-Daddy-Gobierno, que la vida sigue y ésta historia continuará…

Pachi Tabera

Abogada

Presidenta del Círculo de Abogadas

Presidenta de la OCUJ

Titular Estudio Jurídico Quiroga & Tabera

Asesora de la Legislatura Provincial de Jujuy

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