Travesía Cultural |

Los Barrios: Yala lll

La escritora Susana Aguiar, yaleña, nos envía su reflexión estética sobre Yala, su lugar en el mundo.

imagen.png

YALA ( Etimológicamente: donde comienza el bosque)

Yala, mi lugar en el mundo. El paisaje, su entorno, permite pensar, pasear o deleitarse con un libro a la luz natural o al final del día, extenuada de tanta belleza circundante.

Las mañanas yaleñas con olor a mate y a hierbas agranda los sentidos, el calor del verano hace de este lugar un espacio donde los pájaros ahondan con sus trinos. Crece el rumor alado de una rosa, mientras mis hijos perrunos Otto y Noir pelean detrás del alambrado defendiendo su hábitat.

Yala fue creciendo y también llegaron los hijos y luego los nietos, quienes hoy disfrutan gozosos este paraíso. La casa de mi abuelo se convirtió de pronto en mi refugio favorito, situada en el pueblo cerca de la esquina donde se juntan el río Yala y el Grande. Ya no están ellos, Gregoria ni José, mis abuelos, ni Justo ni María, mis padres; pero están mis descendientes y amigos.

En la vida siempre algo pasa, y las galerías de casa se engalanan para reunirnos en una comida, para festejar cumpleaños o fiestas navideñas, con esa alegría propias de los Encuentros.

Escuchar música y escribir, mis dos hobbies favoritos, circundada por los verdes cerros del río Grande. Aquí la escritura brota como un bálsamo y se cuaja en un relato o en poesía.

Yala de mi niñez, de mi adolescencia, juventud y ahora madurez. Morada infinita que adormece, estremece, grita, haciendo del horizonte una utopía y el intento de morir atragantada de verde y luz cuando la tarde cae.

Noviembre de 2019.

imagen.png

TARDE EN YALA

Los ceibos con sus verdecinas soledades

ensanchan las crestas del paisaje.

Un coyuyo bramando se desvela

mientras el río Grande y el Yala

juntan sus rumores en tierra y agua.

Las lomas vierten

todo su verdor sin palabras,

el aroma de ciruelos y manzanos

cae como húmedo bálsamo.

Una bandada de pájaros

traza senderos en el aire

cuando el chalchalero

emborracha la tarde.

El cielo de Yala

se derrama en mi casa.

Los rosales florecidos

enternecen mi alma.

De " Poemas en Mi Bemol"

Susana Aguiar

Dejá tu comentario