Caminar por las veredas que rodean el Hospital Pablo Soria es un verdadero suplicio por el riesgo que representan las baldosas rotas. Peor aun para quienes tienen que transitar con coches, en silla de rueda, con muletas o tienen ceguera.
Al problema de las baldosas se suman los levantamientos y hundimientos en la vereda por efecto de las raíces de los árboles que obliga a los transeúntes a andar con mucho cuidado y paciencia.
A diario cientos de jujeños transitan por la zona, muchos porque requieren acceder al nosocomio, que dicho sea de paso, es uno de los más importantes que hay en la provincia.
Teniendo en cuenta que se trata de un hospital público y que la responsabilidad es del frentista, quienes deberían ocuparse de arreglar las inmediaciones son las autoridades del gobierno provincial, pero el problema es de larga data y todavía persiste.
